El declive

En los últimos años hemos sido testigos de un fenómeno cada vez más presente en los equipos grandes: los jugadores de calidad, que prometen mucho, pero que luego de dos o tres partidos, su rendimiento se desploma como una bolsa de valores en 1929.

Actualizado: 07 de marzo de 2016 —  Por: Gomez

El declive

adhoc©RICARDO ANTUNEZ

Trátese de la vuelta de algún jugador uruguayo con buena trayectoria por el exterior o de la venida de un extranjero de buenas condiciones, estos terminan acompasándose, achatándose al nivel de nuestro fútbol. Su velocidad desaparece, es más, se vuelve particularmente pastosa; sus pases comienzan a marrarse; sus abdómenes a abultarse y hasta su felicidad se desvanece. Se trata de un fenómeno difícil de explicar, también de alguna manera entendible, dado que el ser humano se amolda a su entorno, salvo por el hecho de que en Uruguay se da de forma estrepitosa.

Con el fin de poder llegar a la causa de tal fenómeno, la AUF formó la Comisión Kensington*. Básicamente un grupo de notables conformado por una amplia gama de profesionales en sociología, psicología, economía, matemáticas e ingeniería. Estos expertos han dedicado numerosas horas para tratar de dar con la raíz del problema, pero aún sin éxito.

De todas formas, se han trazado una serie de hipótesis, de líneas de investigación principales:

1- La dieta. Es sabido que el uruguayo come mal. Un ser capaz de sobrevivir a base de milanesas, papas fritas y asado. Algo terrible para la salud, sin dudas, pero más para el rendimiento de un deportista profesional. Los compatriotas que militaron en Europa vienen de una estricta y equilibrada dieta a base de carnes magras y verduras, cuando de pronto se ve interrumpida una vez llegados a Uruguay, cuando sus compañeros de equipo le invitan asados repletos de chacinados, achuras, carnes y alcoholes.

2- La manada. No es raro que en nuestro país, al entrar un/una joven lleno/a de energía y proyectos a una oficina pública, sea inmediatamente llamado/a al orden por sus compañeros de mayor antigüedad. "Acá se trabaja así y asá, ¡eh!", y luego, el/la joven ya al otro día dedica su primer hora a tomar mate y comer bizcochos, después, en vez de la media hora reglamentaria para almorzar se toma una entera y 16:55 se para junto al reloj a matar esos últimos y eternos cinco minutos. Lo mismo podría estar pasando en los planteles. "Acá se le pega pa' 'rriba, ¡eh!", y en la próxima jugada, el virtuoso player acostumbrado a deleitar al público con pases entre líneas, la revienta y los astronautas de la Estación Espacial Internacional se pegan flor de cagazo pensando que la Penalty es un OVNI.

3- El hábitat. Tal vez la hipótesis más amplia, pero no por eso menos probable. El Uruguay entero conspira contra el jugador. La mediocridad, la tristeza, la desidia y todas esas otras sensaciones tan orientales. El paisito se transforma en un agujero gris que lo absorbe todo, inclusive las cualidades futbolísticas del sujeto de estudio en cuestión.

4- Azabache. No el color, sino ese templo de diversión, alegría y sensualidad que resulta la perdición del jugador que milita en nuestro fútbol. Bebidas espirituosas, música estridente e hipnótica, chicas despampanantes y con mucha clase, deidades réplicas de la mismísima Afrodita. Esta sumatoria de placeres mundanos hacen que el rendimiento de cualquier jugador se derrumbe. Caso paradigmático: Carlitos Núñez.

La Comisión Kensington aun no ha dado con las verdaderas causas de este fenómeno, de esta pandemia realmente peor que le dengue. Pero de todas formas, sí ha encontrado algunos datos interesantes, realmente esclarecedores, destacándose sobre todo el que concierne a la evolución rendimiento/tiempo del jugador repatriado o extranjero versus el de un jugador de otra liga. Los siguientes gráficos resultan de lo más ídem.

En el Gráfico 1, podemos ver la evolución de un jugador en otra liga, de cualquiera, ya sea de Alemania o San Marino. Resulta evidente el comportamiento oscilatorio tendiente a estabilizarse en el rendimiento real del jugador, indicado con la línea roja.

En el Gráfico 2, la evolución de un jugador de calidad que retorna al fútbol uruguayo. La curva corresponde a una exponencial negativa. El rendimiento se desploma de manera violenta al transcurrir el tiempo, rápidamente alcanzando el valor asintótico en Joao Pedro**.

Solo queda esperar a que los expertos de la Comisión Kensington den con la causa y la solución a este drama que angustia a miles de uruguayos. ¿Podría ser la cura una sofisticada droga? ¿Algún método ludovico consistente en ver fútbol europeo durante horas al son de la música de Wagner? ¿Ordenar un ataque aéreo sobre Azabache? Quién sabe lo que nos deparará la ciencia. Mientras tanto, dediquemos el tiempo a recontracagar a puteadas a estos muertos y fracasados que no pueden entregar una pelota bien.

* Aunque Kensington podría perfectamente ser el nombre de pila de un jugador uruguayo, no tiene nada que ver. Simplemente se eligió una palabra anglosajona para que parezca seria. AUF inteligencia.

** Jugador brasileño que militó en Peñarol en 2011 y caso paradigmático del fenómeno. Luego de tres partidos de destacada actuación, en los que fue comparado con un 8 histórico como Pedro Virgilio Rocha, su rendimiento decayó a niveles comparables a los de un 8 de la Liga de Mutilados Por La Guerra de Afganistán.