Denise Mota

La “penca” de Dilma y Lula, y lo que se viene en Brasil

Este texto se puede autodestruir en cinco minutos. Esto porque la situación política en Brasil llegó al punto de la impredecibilidad total.

Actualizado: 21 de marzo de 2016 —  Por: Denise Mota

Con el típico –y más bienvenido que nunca—humor que caracteriza(ba) a los brasileños, las dudas son tantas sobre el futuro cercano que ya hay una página que informa en tiempo real, por ejemplo, si Luiz Inácio Lula da Silva al final es ministro o no.

Otra iniciativa más jugada es la del “Bolão” (penca) de Lula, creada por un grupo de amigos y que da al internauta la posibilidad de apostar a dinero si el ex presidente irá preso o no antes de que finalice 2017. 

Como es lógico, enseguida crearon también la penca de Rousseff, sobre si la mandataria dejará o no el gobierno: 

La mayoría apuesta a que Lula seguirá libre. Pero 62% de los apostadores pusieron sus fichas a que Rousseff saldrá vía impeachment.

Chistes aparte, el jueves pasado Lula fue nombrado ministro de la Casa Civil por la presidente Dilma Rousseff pero al día siguiente fue destituido por un juez de la Suprema Corte. En este momento, hay movimientos jurídicos en marcha –de idéntica intensidad-- para que el nombre máximo del Partido de los Trabajadores (PT) se vaya o se quede definitivamente en el ministerio.

El status del ex presidente va a determinar en qué manos caerá la investigación acerca de su patrimonio y las sospechas de que se haya beneficiado del ya mítico esquema de corrupción anidado en Petrobras y desenredado por la Operación Lava Jato. Si al final logra ser ministro, estará bajo la égida del Supremo Tribunal Federal. Si no es ministro, vuelve a las manos del juez de primera instancia Sérgio Moro, responsable por la Lava Jato.

La incertidumbre que vive Brasil no se refiere sólo a Lula. Todo el país también está pendiente de las próximas revelaciones de la Lava Jato, de lo que van a traer las próximas delaciones y –indefinición de las indefiniciones — de qué final tendrá el trámite para el impeachment de Rousseff, reiniciado la semana pasada por Eduardo Cunha, presidente de la Cámara de los Diputados.

Todo parece estar suspendido en el aire pero la velocidad de los hechos es vertiginosa. Contando desde el viernes pasado, Rousseff tiene ahora un plazo correspondiente a diez sesiones del Congreso para presentar su defensa. Y la comisión instalada en Diputados para analizar el pedido de impeachment tendrá otras cinco sesiones para emitir su parecer. Si deciden llevar adelante el proceso, la conclusión sobre si la presidente cometió crimen de responsabilidad o no va a plenario de la Cámara para votación. Dicho proceso se dará 48 horas después. Se calcula que esta instancia ocurriría alrededor del 13 de abril.

En medio a esto, el gobierno estudia el cambio del comando de la Policía Federal (después del episodio en que una de las varias escuchas telefónicas ordenada por Moro trajo a la luz una conversación entre Lula y la presidente de la República en donde Rousseff le avisaba del envío de un documento que garantiría a Lula su status de ministro). En medio de esto, el llamado “mercado” pide a gritos la salida de Rousseff –la Bolsa sube y el dólar se desploma a cada paso de la presidente rumbo al cadalso, y la Fiesp (Federación de las Industrias del Estado de San Pablo) ha defendido la renuncia o el impeachment de Dilma por medio de la fachada de su edificio-símbolo en avenida Paulista. Entre tanto, la infiel base aliada conformada mayoritariamente por el PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño) no para de enviar señales de que saldrá formalmente del gobierno en los próximos días.

Para que la destitución de Rousseff siga adelante, la Cámara de Diputados debe aprobar el impeachment en una proporción de dos tercios. Es decir que 342 de los 513 integrantes de la Casa deben ir contra Rousseff. Si esto sucede, el proceso pasa al Senado, y Dilma Rousseff sale del Palacio del Planalto para esperar la decisión final, a ser tomada en hasta 180 días, alejada del poder. En los hechos, Brasil pasará a ser gobernado por el vicepresidente, Michel Temer (del “aliado”…. o ya no…PMDB), por seis meses.

Michel Temer fue reelecto presidente del PMDB en la convención del partido desarrollada este mes y viene conversando con líderes del opositor PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña), del ex presidente Fernando Henrique Cardoso y de Aécio Neves, contrincante de Dilma Rousseff en las elecciones de 2014.

Hay vértigo para rato. No nos adelantemos más.



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