Diego Muñoz

Gracias a vos, Nico

El partido era relevante en lo deportivo porque Defensor pelea por un lugar en la Sudamericana. Pero eso era, por lejos, lo menos importante del domingo 4 de diciembre. Lo prioritario para el hincha violeta era estar ahí, en el Franzini, para tributarle el último homenaje a uno de los máximos ídolos del club.

Actualizado: 05 de diciembre de 2016 —  Por: Diego Muñoz

Cuando a ocho minutos del final el técnico decidió sustituirlo, la cancha explotó. Abuelos, padres y niños se unieron en un grito emocionado y agradecido: “Olé olé olé olé, Nico Nico”, cantaron todos.

Estaban viendo en vivo y en directo, por última vez, al crack. Ahora ellos, desde la tribuna, le retribuían como podían tantas gentilezas.

Nico levantó la mano para saludar y se besó el escudo. No había siquiera resquicios de un gesto tribunero. Si alguien puede presumir de haber cumplido con su palabra es él. Llegó al club a los nueve años, hizo las juveniles y saltó a Primera en 1996. Tras ser el mejor jugador del Mundial sub 20 en Malasia, Defensor lo vendió al Valencia. Fue el pase más caro de la historia de la institución y uno de los más caros de la historia del fútbol uruguayo. Cuando se fue prometió que en Uruguay solo jugaría en Defensor. Lo hizo en 2005-2006, 2011-2012 y 2013-2016. Además, ganó dos torneos Clausura y fue el goleador de la Libertadores 2014, cuando el equipo llegó a semifinales.

Nico jugaba al ajedrez dentro de la cancha. Su inteligencia le permitía estar siempre bien ubicado, su rapidez mental le permitía saber antes de recibir la pelota qué hacer cuando la tuviera. No era el más potente, ni el más alto, ni el más fuerte. Pero sí el más ingenioso, el más creativo, el más hábil. Parecía que se tomaba 10 o 15 minutos para detectar las debilidades del rival. Y a partir de ahí ejercía el control convencido de sus posibilidades, con pleno derecho a jugar.

Olivera nunca perdió la alegría de jugar a la vez que no se privó de vivir. “Elegía jugar cerca de Sevilla para irme cuando tenía libre a visitar amigos”, me dijo una vez.

Si bien la camiseta que lleva en la piel es violeta, logró una gran identificación con el Sevilla. Con ese club ascendió en el 99 y sus hinchas lo tienen como referencia. 

A lo que trajo innato le sumó conocimiento, competitividad. Ese Balón de Oro que el domingo obsequió a su club “porque en Defensor también se puede ser el mejor del mundo” lo recibió entre lágrimas de dolor minutos después perder la final de Malasia.

Olivera jugará ante Peñarol en el Campeón del Siglo y también lo hará en un eventual desempate ante Boston River por un lugar en la Sudamericana. Otra demostración que su prioridad es el club, al que ayudará hasta el último instante.

“Gracias por todo de corazón”, dijo en su despedida con lágrimas en los ojos. Al contrario, Nico. Los hinchas de Defensor y del fútbol en general son quienes deben agradecerte.

Qué bien le haría al fútbol uruguayo que todos los equipos tuvieran a su Nico Olivera. 



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