Joel Rosenberg

Vázquez se rindió con la reforma de la Educación

A dos años de asumir, el presidente Tabaré Vázquez abandonó la pelea por la transformación profunda, por lo que él llamó “el cambio de ADN en la educación”.

Actualizado: 02 de marzo de 2017 —  Por: Joel Rosenberg

La cadena de radio y televisión fue una muestra clara de cómo quedó en el olvido aquel foco de su campaña electoral: nada para decir de lo hecho, nada para decir de lo que hará.

Vázquez volvió a mostrar en la cadena una serie de indicadores y encuestas internacionales que reflejan la buena mirada externa sobre Uruguay. Muchos son encuestas de la auto percepción de democracia, libertad de expresión y corrupción que tenemos los uruguayos, de nuestra idea de nosotros mismos. Otros son indicadores económicos, como el PIB per cápita o la distribución de la riqueza, en comparación con otros países de la región.

Está bien mostrar esos datos para vender el país en las giras, como hizo recién en Europa. Pero el presidente nunca menciona -ni en las giras ni acá- los indicadores que hablan sobre el nivel de nuestra educación.

Un par de semanas atrás Pedro Ravela hizo un exhaustivo análisis del informe Pisa. No era el ranking sobre las pruebas, era el informe que analiza los sistemas de educación. Allí Ravela mostró los 11 destaques de Uruguay en el concierto mundial de las pruebas: todos negativos. Así también nos ven en el mundo, en las pruebas Pisa, en las pruebas Terce de la Unesco, en los análisis del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed) en Uruguay. Nos ven mal, sin conducción política del Poder Ejecutivo, con enormes carencias en formación docente, con exceso de autonomía en el Codicen y escasa autonomía de los centros de educación. Y no solo estamos mal con respecto a los países avanzados, estamos mal con respecto a nosotros mismos, no avanzamos nada en los últimos 15 años.

Vázquez lo sabe, conoce el problema. Por eso realizó una campaña electoral con base en el cambio profundo de la educación. Pero, dos años después, parece haber perdido la fuerza hasta en el discurso, el último rincón de fortaleza de los políticos.

En la cadena del miércoles 1º. de marzo Vázquez no dijo absolutamente nada importante de educación en 40 minutos de rendición ante la ciudadanía. Habló del aumento de la universalización en educación inicial y del buen Plan Ceibal. Dos temas que ya estaban en su primer gobierno. Además, dio algún dato del avance del inglés en la escuela y nombró, casi como un mantra, lo de intentar alcanzar el número mágico del 6% del PIB para la educación.

Después nada. Peor que nada, hizo un diagnóstico del lugar más crítico, dijo que en Secundaria hay problemas graves de deserción y repetición. Eso es lo mismo que decía en 2014, con el detalle que ahora gobierna hace dos años y no dice nada de lo que se hizo ni se hará por solucionar ese agujero negro.

Esto no quiere decir que no haya trabajo en Educación, que no se estén rompiendo el alma muchos docentes y algunas autoridades. De hecho, por ejemplo, se lanzó el marco curricular común a comienzos de año. Pero ese tema está casi oculto, no tiene fuerza política, conducción, liderazgo. Y la conducción de una reforma no es un tema de nombres. No importa que esté Fernando Filgueira, Juan Pérez o un equipo de 30 notables. Importa saber hacia dónde se va y tener la fortaleza política para conducir ese rumbo.

Eso no existe hoy. Vázquez ya ni nombra la transformación cuando rinde cuentas, perdió la pulseada con la república independiente del Codicen y los corporativismos. Aparece como vencido.

Hay que reconocer que no hay sorpresas. La primera señal de Vázquez en educación, a fines de 2014, fue la elección de las autoridades: María Julia Muñoz en el Ministerio de Educación y Cultura y Wilson Netto en el Codicen. El presidente puso de arranque una lápida para cualquier intento transformador.

Pero dos años después parece que llegó el final explícito, no tiene nada para decir de la reforma profunda.

Es cierto que es preferible que no diga nada si no hay nada importante que comunicar, que no dibuje lo que no existe.  Pero el silencio, el no mencionar logros de la transformación dos años después parece una señal de abandono.

Al final Vázquez no solo rindió cuentas este 1°. de marzo, Vázquez también se rindió en la reforma de la educación, el punto más importante sobre el que tenía que rendir cuentas todo su gobierno.

 



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