Diego Muñoz

El bosque y no el árbol

En fútbol, poner la razón por sobre la pasión es casi imposible. Pero como tantas utopías, vale la pena intentarlo.

Actualizado: 30 de marzo de 2017 —  Por: Diego Muñoz

Resulta tentador, sobre todo en un pueblo que vive este deporte como si se tratara de la vida o la muerte, patear los muebles ante una serie de derrotas. La cuestión es que luego que se pasa el enojo, hay que acomodarlos de nuevo en su lugar.

“Hay que tener ojo con los que están detrás del árbol, porque cuando vas ganando ni se van a ver, pero cuando vas perdiendo van a aparecer. Y en el fútbol existen esos especímenes. Aparentan que no pasa nada, a veces hasta alcahuetean, pero no hay que ser ingenuo ni tonto y saber quién es quién”, dijo en 180 el técnico de la selección, Óscar Tabárez, el 12 de abril de 2012.

Todavía estaba en la memoria colectiva el cuarto puesto en Sudáfrica y, más reciente aún, la Copa América en Argentina, pero el entrenador era consciente de lo que iba a pasar ni bien aparecieran los malos resultados.

Por supuesto que la selección, su técnico y sus jugadores, están expuestos a la crítica. Lo que no debe perderse de vista es el contexto.

La selección pasó por momentos bastante más complicados de los que vive en el presente. Y, además, tiene la experiencia de los dos ciclos anteriores. 

En las Eliminatorias para el Mundial del 2010 perdió con Perú y quedó casi desahuciada. Pero ganó dos de los tres partidos que quedaban.

También estuvo en problemas camino a Brasil 2014. Entre la fecha siete y la 12 el equipo apenas obtuvo dos puntos de 18 y soportó tres goleadas. Salió del mal momento con una victoria frente a Venezuela de visitante con gol marcado por Cavani.

Ahora está ante otro escenario difícil pero, a todas luces, mucho más alentador que los anteriores. Con repasar los números alcanza para demostrarlo.

A cuatro fechas del final de las Eliminatorias, la selección uruguaya está en la tercera posición con 23 puntos. De acá al final, debe recibir a Argentina, visita a Paraguay y Venezuela y cierra en el Estadio ante Bolivia.

Antes del inicio de un torneo que siempre resultó tortuoso para la Celeste y que en esta edición además, debía encararse con la ausencia de Luis Suárez en las primeras cuatro fechas y de Edinson Cavani en las primeras dos, cualquier uruguayo hubiese aceptado sin dudarlo este cuadro de situación.

A esta altura, en las Eliminatorias para el 2010 el equipo ocupaba el quinto lugar y en las Eliminatorias para el 2014 el séptimo.

En ambos casos las críticas arreciaban. En ambos casos Uruguay terminó clasificado en repechaje.

Ahora, la Celeste está en una inmejorable posición para conseguir un boleto directo al Mundial de Rusia. Es cierto que el margen de error se achicó al mínimo por un descenso muy notorio en el rendimiento, sobre todo en el rubro defensivo.

Para cualquier rival suponía un grado de dificultad máximo atacar a Uruguay. El equipo esperaba atrás, soportaba dentro de su área si era necesario, desquiciaba al oponente que no encontraba casi vestigios por dónde vulnerarlo y lo liquidaba de contragolpe o pelota quieta.

Durante la primera parte de la Eliminatoria, si la selección se ponía en ventaja podía darse por seguro que sumaría de a tres. Marcó antes que Bolivia, Chile, Colombia, Perú en Montevideo, Venezuela y Ecuador. Todos esos partidos los ganó.

Sin embargo, también empezó ganando ante Chile en Santiago, Brasil en Montevideo y Perú en Lima. Pero esos tres partidos los perdió.

Lo que explica la diferencia es la forma en la que se desmoronó el equipo en el medio, en la incapacidad que mostró para contener en una zona clave del campo. No aparecen jugadores de talla internacional y el promedio de edad es muy alto, lo que limita la intensidad.

También sufre por los laterales, donde se muestra vulnerable cada vez que lo atacan y juegue quien juegue.

Cada punta de ese triángulo conformado por los laterales y el centrocampista aparece débil y genera un nerviosismo impropio dentro del campo, de un equipo que hizo de sus certezas para defender una seña de identidad.

Eso desnuda además las carencias en ataque porque la selección no construye desde el medio y no desnivela por los extremos, entonces todo se reduce a la pelota quieta o a la inspiración de Cavani y Suárez. 

Pero en ninguno de estos años Uruguay tuvo la generación de juego como principal virtud. Siempre fue un equipo sólido atrás, capaz de tolerar los peores momentos de dominio rival y de contestar con golpes certeros cuando el partido se lo permitía.

La selección debe recuperar la solidez defensiva a partir de la contención en el medio y tanto la intensidad como la concentración juegan un rol preponderante.

Para mejorar la estructura del medio no es descabellado que Tabárez apele a alguna nueva citación para la próxima convocatoria. Contrariamente a quienes hablan de un “club de amigos”, el técnico pegó volantazos a tiempo en los peores momentos de las dos Eliminatorias anteriores.

Tal vez los amistosos ante Irlanda e Italia a comienzos de junio sean una buena posibilidad para probar futbolistas que pueden mejorar la versión del equipo.

Cuando se retome el torneo, el 31 de agosto, los jugadores vendrán descansados y recién a punto de empezar la actividad europea. Allí comenzará otra historia. Ojalá que al final del camino, algunos tengan que volver a esconderse detrás del árbol. 



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