“Ganar o perder son compañeros de viaje”

Quien haya seguido la carrera del español Rafael Nadal desde un principio se dará cuenta que, aunque siempre fue un chico maduro, con los años ha desarrollado una filosofía muy particular que le permite aceptar victorias y derrotas con la misma templanza que aceptar los traspiés y alegrías de la vida.

Actualizado: 11 de setiembre de 2017 —  Por: Redacción 180

“Ganar o perder son compañeros de viaje”

AFP

El Rafael Nadal que se habló con los periodistas la noche del domingo en Nueva York, poco después de ganar su tercer título del Abierto de Estados Unidos y 16º de Gran Slam, es un hombre de 31 años capaz de disfrutar con cosas más allá de su profesión, como una reunión familiar, una cena o ir de pesca con amigos. 

"Mi vida no solo es el tenis. Hay muchas más cosas que me hacen feliz: estar con mi familia, estar con mis amigos. Cuando deje de estar feliz con el tenis habrá otras cosas que me hagan feliz, que me llenen la vida", declaró. 

Más que exultante por haber derrotado al sudafricano Kevin Anderson en tres sets para ganar la final del US Open, Nadal estuvo reflexivo acerca de lo que esta victoria significaría en su carrera, y en su vida personal. 

"Claro que me gusta ganar. Pero también he aprendido a sacar lo mejor de las derrotas. Ganar o perder son compañeros de viaje en este oficio", aclaró. 

Según él, lo más positivo de su nueva corona es que "estoy contento de haber estado sano todo el año, y poder terminar el año en los Slams de forma positiva". 

Con el alma de un amateur

Nadal ganó dos de los cuatro Gran Slam de la temporada, su décimo Rolando Garros y este, su tercer US Open. Roger Federer, de 36 años, se llevó los otros dos, el Abierto de Australia y Wimbledon. 

Según Nadal "esto demuestra que hasta el día de hoy hemos sido los dos mejores jugadores del año, y podemos estar felices de que a una edad avanzada en nuestras carreras podemos seguir peleando por cosas importantes".

"Lo único que puedo pedir es estar sano. No puedo pedir nada más porque soy un afortunado por todo lo que me ocurre y todo lo que hecho. Mi forma de entenderlo es dar mi máximo cada día, y cuando llegue el día en que no pueda hacerlo bien, me iré a hacer otra cosa y seré feliz", acotó. 

El Nadal de 31 años, y 73 títulos de torneos individuales a sus espaldas, es el mismo Nadal en la pista que el chico que a sus 18 años ganó su primer torneo en Polonia, tomando la costumbre de morder la copa de campeón. 

Desde entonces ha sido intimidante en la pista, porque asegura que "el lenguaje corporal es parte del juego", pero eso no significa que ofenda al rival o al público con comportamientos poco éticos, como decir groserías o tirar la raqueta contra el piso. 

"De pequeño nunca me permitieron ese tipo de comportamiento, ni mi tío (Tony Nadal, quien le inició en el tenis), ni mi familia me lo hubieran permitido, y ahora de mayor, soy yo el que no me lo permito", dice.

"Cuando te haces mayor ya vienes con eso inculcado. No me gusta tener una actitud negativa en la pista, pues a mi modo de entender el deporte hacer cosas que vayan en contra tuya me parece una estupidez", añadió.

Feliz con lo que tiene

Su filosofía de vida es sencilla: "disfrutar lo que tengo", y nunca trazar su camino sobre la base de lo que tienen los demás. 

Lo afirma cuando le preguntan si no le amarga la vida que Federer tiene 19 títulos de Gran Slam y el 16. 

"Para nada. La vida no consiste en tener más, sino en conformarse con lo que se tiene y hacer lo que te gusta. Pero el conformarse no es no querer más", aclara. 

"Siempre habrá gente que tenga más millones, más casas, el barco más grande, pero uno debe se feliz con lo que tiene. Claro que me gusta que a mi vecino le vaya bien porque a mí me va ir bien. Un mundo mas feliz sería que a la gente le vaya bien en sus cosas", manifestó.

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