A lo Peñarol

Peñarol le ganó 1 a 0 a Defensor con gol de Cristian Rodríguez en la última pelota del partido. El triunfo le dio la Anual al Carbonero, que tendrá ventaja deportiva en las finales del Uruguayo.

Actualizado: 06 de diciembre de 2017 —  Por: Diego Muñoz

A lo Peñarol

Javier Calvelo / adhocFotos

La hinchada lo notó en las tribunas. Se dio cuenta que estaba cerca de vivir una de esas noches a la que Peñarol la acostumbró a lo largo de la historia. Entonces se levantó de los asientos y rugió.

Los jugadores también percibieron que era posible. Y decidieron hacer el intento. Extenuados, casi sin fuerzas, dieron el plus exigible en una instancia de esas características.

El centro desde la izquierda tirado en el último instante de los 90 minutos lo fue a buscar Cristian Rodríguez con la decisión que solo tienen los elegidos. El emblema aurinegro se anticipó a la mala salida del arquero Reyes y puso de cabeza el gol que vale la Anual y que lo deja a un partido del Uruguayo.

En un partido cerrado, friccionado, peleado y polémico, los de Ramos se llevaron un triunfo con mayor significancia incluso que la ventaja deportiva. Por cómo se consiguió, el 1 a 0 es oro puro.

Sin jugar bien, con problemas en el fondo, poca creación en el medio y escasas ideas arriba. Así y todo ganó Peñarol.

Defensor pagó demasiado caro la falta de puntería a la hora de definir. Planteó bien el partido, mantuvo el orden en todas las líneas, explotó los puntos débiles de su rival, tuvo a Matías Cardaccio en un nivel superlativo, pero falló toda la noche en el área rival. Y para peor falló en la última jugada del partido en su propia área.

Acevedo apeló a defender duro y avanzar en bloque. Desde el medio crecía el equipo con el tándem Cardaccio-Matías Cabrera, por la izquierda iba y venía Cougo y como referencia de área Cecilio Waterman era un tormento para sus marcadores.

Le costó a Peñarol, que se sintió incómodo desde el inicio. Su adversario le cortó los circuitos de juego y le quitó revoluciones. Se volvió previsible por las puntas y no tuvo ideas por el medio.

Flojos los centrales y Matías Corujo, impreciso con la pelota Walter Gargano, controlados Diego Rossi y Fabián Estoyanoff, apenas la claridad en la toma de decisiones de Maximiliano Rodríguez sobresalía.

En ese contexto de partido Dawson tapó dos pelotas de gol hasta que llegó la jugada más polémica de la noche. Un toque sobre el segundo palo fue devuelto sobre la línea por la defensa de Peñarol. Después de ver decenas de veces la incidencia no se aprecia si cruza o no la línea de gol por lo que el árbitro queda eximido de responsabilidad.

En los últimos minutos fueron los de Ramos que tuvieron un par de situaciones para anotar pero Reyes respondió bien.

La segunda parte la comenzó mejor el aurinegro. Más lúcido con la pelota, más vivaz para atacar, se acercó al área rival con peligro.

Sin embargo con el paso de los minutos Defensor volvió a tomar el control con Cardaccio como abanderado. Aunque más esporádico que en la primera parte, el violeta generó peligro cada vez que corrió hacia el arco de Dawson. La más clara la tuvo Waterman quien, tras desairar a Formiliano, Arias y Corujo, definió ante Dawson pero la pelota dio en el vertical.

En los últimos 15 los dos empezaron a mirar con buenos ojos el alargue. Ramos colocó a Guzmán Pereira y volcó a Cristian Rodríguez contra la izquierda mientras que Acevedo puso a Martín Rabuñal.

Pero algo se encendió en Peñarol en los instantes finales. El equipo se fue arriba y el Cebolla lo acercó al título. Tras el gol llegó el momento Acevedo. Eduardo protestó desencajado y su hermano Alejandro dio otra patética actuación. El ayudante técnico se supera a sí mismo a la hora de dar vergüenza ajena. Esta vez simuló un golpe del línea y se tiró al suelo. Ni la capacidad del entrenador principal ni la institución a la que dirige merecen las indignas manchas generadas por la sobrerreacción de la dupla técnica ante una derrota.

Lo impensable es posible. Nadie, ni el más optimista de los hinchas de Peñarol, creía que ganar la tabla acumulada era una posibilidad. El equipo se metió de lleno en el Clausura y como consecuencia de su andar triunfal se arrimó. Las circunstancias le permitieron jugar una final por la Anual. Y la ganó. A lo Peñarol.