“Debemos asumir que el sistema médico botánico coexiste con el sistema oficial”

La doctora en Ciencias Naturales, Elena Castiñeira, habló en No toquen nada sobre las plantas medicinales y su aplicación en Uruguay, la aceptación que tienen desde la academia y lo que se debería hacer para mejorar nuestro entendimiento sobre sus propiedades.

Actualizado: 05 de agosto de 2018 —  Por: Redacción 180

“Debemos asumir que el sistema médico botánico coexiste con el sistema oficial”

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“Creo que en Uruguay debemos asumir que coexisten el sistema médico botánico con el sistema médico oficial, y que se necesita un mayor diálogo entre ellos”, dijo en No toquen nada Elena Castiñeira, doctora en Ciencias Naturales, experta en etnobotánica y más precisamente, en plantas medicinales.

La etnobotánica es una sub-área dentro de la etnobiología, la cual estudia la relación de las personas con los organismos vivos. La etnobotánica en particular se centra en “el estudio del uso y los conocimientos que poseen las comunidades sobre las plantas”.

La investigadora definió a las plantas medicinales como “aquellas que generan algún tipo de beneficio para la salud; que no necesariamente tiene que estar relacionado a una enfermedad, sino que también puede ser para el mantenimiento de la salud”.

Para Castiñeiras, el conocimiento de los médicos sobre las plantas medicinales “es un problema bastante importante que todos debemos empezar a mirar”. Indicó que Uruguay asumió un compromiso ante la Organización Mundial de la Salud (OMS) de actualizar la reglamentación sobre uso de plantas medicinales, que es de 1957 y está elaborada a partir de una lista de 250 plantas con sus nombres comunes, lo que genera inconvenientes.

“Los nombres vernáculos tienen un gran problema, y es que dependiendo de la localidad donde te encuentres pueden estar asociados a distintas especies. Sin embargo, el nombre científico es universal. Blepharocalyx salicifolius en Uruguay es el arrayán, y en Argentina es la anacahuita, que para nosotros es Schinus molle. Entonces, no podemos tener una lista de 250 especies conformada solamente con nombres comunes”, dijo Castiñeira.

Agregó que para actualizar esa información es necesario “seguir una serie de pasos que son costosos y además tener voluntad política para hacerlo”. “Tenemos que salir al campo a trabajar con la gente y mediante estímulos visuales provocarlos para saber qué planta corresponde a ese nombre común. Salir a consultarles qué reconocen ellos con el nombre de santa maría o yerba de Ruperto”, comentó y remarcó la importancia de la misión de “relacionar la parataxonomía popular con la taxonomía”.

En cuanto a la coexistencia del sistema médico botánico y el oficial en el país, dijo que si bien en Uruguay la población tiene una amplia cobertura sanitaria, hay zonas donde el sistema de salud oficial no llega y donde las plantas medicinales son de uso común, habitualmente, las poblaciones más postergadas o aisladas. “Tiene que mejorar la comunicación entre el médico y el paciente. El médico tiene que consultarle si consume plantas medicinales, y el paciente tiene que perder el miedo a decirle al médico que además de su tratamiento está tomando tal o cual planta. Debemos asumir que coexisten esos sistemas y conversar con el personal de salud y la población para mejorar esa comunicación y así realmente tener un sistema que procure por la salud y la seguridad de las personas”, dijo Castiñeira.

La investigadora confesó que desconoce cómo está tratando este tema en la actualidad la Facultad de Medicina pero reconoció que “en su momento hubo una separación muy fuerte del desarrollo del colegiado médico con las medicinas naturales o alternativas, a partir del que encontramos estos problemas de falta de comunicación”.