“Inglaterra espera que todos sus hombres cumplan con su deber”

Tiene 35 años y es el más grande de los tres hijos de Alejandro Atchugarry. Pasaron casi dos años desde la muerte de su padre y Gastón aún se está acomodando a la nueva realidad, que incluye hacerse cargo de la empresa familiar y también conservar el legado su progenitor. Aún no tiene sector pero, a su manera, ya milita por el Partido Colorado. Nos recibe en una oficina plagada de señas y recuerdos que ayudan recorrer vida de padre e hijo.

Actualizado: 08 de setiembre de 2018 —  Por: Redacción 180

“Inglaterra espera que todos sus hombres cumplan con su deber”

Gastón y Alejandro Atchugarry (Foto: Twitter - @churri7) (Todos los derechos reservados)

Diego Zas.

Especial para 180.

 

Tiene 35 años y es el más grande de los tres hijos de Alejandro Atchugarry. Pasaron casi dos años desde la muerte de su padre y Gastón aún se está acomodando a la nueva realidad, que incluye hacerse cargo de la empresa familiar y también conservar el legado de su progenitor. Aún no tiene sector pero, a su manera, ya milita por el Partido Colorado. Nos recibe en una oficina plagada de señas y recuerdos que ayudan recorrer vida de padre e hijo.

“Me lo traje un poco para que me juzgue”, responde Gastón sobre el cuadro que cuelga en la pared de la oficina. Un retrato de su padre realizado por el tío artista, Pablo Atchugarry.

El cuadro estaba en la casa de Solymar, donde vivía la familia. Fue en esa casa donde Alejandro, una noche de invierno, juntó a sus tres hijos para hablarles de la encrucijada en la que se encontraba. Les explicó que Argentina se caía a pedazos, que el ministro de Economía, Alberto Bensión, acababa de renunciar y que Jorge Batlle le había pedido que asumiera el cargo. Y que no podía aceptar si no tenía el apoyo de ellos. Hacía un año que había fallecido la madre de los tres (la menor tenía solo 13) y Atchugarry, entonces senador, había pasado a hacerse cargo de todo. 

Nos explicó que iba a ser duro y que no había garantías de que saliera bien. Él siempre fue muy franco con nosotros. Nos dijo: 'si yo asumo esto y no sale bien, el responsable voy a ser yo y ustedes siempre van quedar marcados con el apellido'. Bien frontal. Pero nos dijo que él no podía decir que no. Obviamente, nosotros lo apoyamos. Entendimos la situación. Nos dijo que no nos íbamos a ver mucho. Trabajaba de sol a sol. Salía 5:30 y, a veces, se quedaba hasta las 3:00 de la mañana. Nos veíamos un poco los fines de semana. Así durante un año y medio”.

Gastón recuerda todo esto sentado en el escritorio desde donde su padre dirigía la empresa constructora que, con el abuelo Atchugarry, montaron alrededor de 1970.  Alejandro arrancó a trabajar a los 13 años junto a su padre, un poco empujado por la necesidad. “No se la contó nadie, la vivió”, dice, y recordó cómo siempre relataba que había hecho el liceo de noche, con un pantalón prestado por un primo, y trabajando.

Recorrer las paredes y muebles de la oficina ayuda a reconstruir la carrera política y también los gusto privados de Atchugarry. En una esquina cuelga una caricatura que sobresale del resto. Es de Arotxa y muestra a Atchugarry de espaldas, en su pose clásica: una mano atrás, con el cigarrillo entre los dedos, y la otra saludando a tres personas que suben a un avión. Cada una de las tres lleva una letra en la espalda. Una la F, otra la M y la tercera la I. Debajo de la caricatura un lacónico “Misión Cumplida”.

Otra pieza que llama la atención reposa sobre una estantería baja. Es un busto de dimensiones considerables de Domingo Arena. Un regalo muy particular que le hizo el exdiputado Roberto Asiaín.

“He leído mucho a Domingo Arena”, apunta Gastón al detenernos en el busto. “Tiene cosas muy interesantes como lo de liberal progresista. Una de las cosas que decía era que el Partido Colorado (PC) tenía que ser tan liberal como el Partido Liberal pero con una consciencia social como los partidos progresistas”. Liberal progresista es la etiqueta que viene utilizando Ernesto Talvi para definirse ideológicamente y hacia él deriva la conversación. “Se le criticó mucho a Talvi no usar los símbolos colorados. Yo creo que está haciendo algo nuevo. Hay una cosa que decía Arena y era que el PC tiene grandiosas tradiciones, íconos, pero no tiene que basarse solo en eso sino ser un partido en constante movimiento, como la ciencia. Que no se quede en el pasado. Creo que, un poco, lo que está haciendo Talvi es eso. José Batlle y Ordóñez estaba pensado en el futuro. Creo que el desafío del PC es eso. No quedarse en el pasado. Mirar para adelante”.

La oficina es chica, además del escritorio y un estante tiene una pequeña biblioteca que concentra varios libros de Derecho, pero también de otras disciplinas. Hay una foto enmarcada de la Luna. La astronomía era una de las pasiones de Atchugarry. Arriba de la biblioteca se amontonan algunos libros más y otra caricatura -en realidad bocetos de caricatura- que presentan a Atchugarry de frente y de perfil, realizados por Julio María Sanguinetti. En 1985, Atchugarry compartía gabinete con Sanguinetti ya que había sido designado subsecretario del Ministerio de Transporte y Obras Públicas. Su actividad en el ámbito privado lo habían llevado a esa cartera, sumado a una militancia política que había sido hija de las circunstancias.

“Estaban en dictadura y me decía que cualquier persona de su edad sentía el deber cívico de hacer algo para pelear por la libertad. Si no hubiese pasado lo de la dictadura nunca hubiese entrado en política. Fue un accidente”.

Atchugarry fue primero simpatizante de los socialistas. Su padre era seguidor de Emilio Frugoni. Pero un día le dijeron que fuera a escuchar a Jorge Batlle y su orientación política cambió para siempre. “Quedó enamorado con las ideas de libertad, más que las ideas económicas, con las que siempre tuvo diferencias”.

En política fue de la lista 15 del primer hasta el último de sus días. En el 85 tuvo su primera prueba en el Ejecutivo. Luego pasaría la década del 90 en la Cámara Baja y en el 2000 pasaría al Senado hasta volver al Ejecutivo en 2002. Entró al Ministerio de Transporte con 32 años y, según contaba, fue de las cosas que más disfrutó. Tuvo a su cargo la reforma del puerto y el cierre de la ONDA y llegó a quedar como ministro por algunos meses.

A partir del 90 comenzó su tarea parlamentaria donde fue ganando la confianza y el cariño de políticos de todos los partidos. Ese capital intangible fue clave para que Batlle lo eligiera como el ministro político que la cartera de Economía necesitaba en esos días inciertos.

En 2017, la Asamblea General homenajeó a Atchugarry y legisladores de todos los partidos hablaron. El propio Gastón se hizo cargo de contactar a algunos viejos políticos que él sabía que su padre estimaba mucho, caso de Alberto Couriel. Gente con la que no había hablado nunca hasta ese día, como Jorge Larrañaga, a quién llamó para consultarle sobre una descripción que éste había hecho de su padre y que quería usar para estructurar su discurso durante el homenaje.

“(Larrañaga) dijo: 'Alejandro Atchugarry es libertad, Atchugarry es República, Atchugarry es deber y Atchugarry es familia'. En esa frase lo definió perfectamente. Usé esa frase y me extendí en cada uno de esos puntos. (El homenaje) fue conmovedor, era muy reciente todo. Y me fui lleno de orgullo de que hablen así de tu padre desde todos los sectores”.

Buena parte de los recuerdos giraron en torno al rol de Atchugarry durante la crisis. Por esos días Gastón estaba en sus veinte, estudiando economía. Recién ahí logró entender cabalmente una frase que su padre repetía siempre (en la oficina, en la casa, en donde fuera). Gastón estaba en la escuela la primera vez que la escuchó. Tenía que hacer un proyecto para la clase y no estaba muy entusiasmado. Su padre se le acercó y, buscando motivarlo, lanzó la frase: “Inglaterra espera que todos sus hombres cumplan con su deber”. Críptica cita para un escolar por lo que Atchugarry pasó a explicar y le contó la historia del Almirante Nelson y cómo, en vísperas de la crucial batalla de Trafalgar, hizo que esta frase le llegara a toda su flota. A Gastón nunca le cerró del todo la frase. Teniendo la posibilidad de arengar a sus fuerzas lo hizo con esas palabras tan solemnes cuando podría haber lanzado algo más aguerrido, romántico, como estamos acostumbrados a ver en las películas. Terminó de entender a Nelson la noche en que su padre la usó mientras les contaba que le habían ofrecido el ministerio de Economía. “Ahí entendí de verdad la frase. Nelson les pide a sus tropas que cumplan con su deber. Y nada más. Eso fue un poco lo que hizo mi padre en esa época. Cumplió con su deber”.

Atchugarry dormía poco y nada, descuidó bastante su empresa, veía poco a sus hijos y acumulaba una angustia y estrés importantes. Un año y medio después, cuando lo peor de la crisis había pasado, abandonó el ministerio y volvió al Senado. El saldo había sido positivo, la gente en la calle lo paraba para felicitarlo, darle su apoyo, saludarlo. Aunque no siempre. Alejandro y Gastón salían mucho a caminar por el Centro y, a veces, tenían encuentros un poco menos halagüeños. “Una vez, sería en 2004, lo paró una persona a increparle. 'Ustedes son todos iguales, se quedaron con la plata'… Imaginate, yo estaba al lado, no me gustó nada. Fui a decir algo y mi padre me miró fulminantemente. Intimidaba. 'Te quedás callado', me dijo. Y se puso a hablar con la persona. Media hora explicándole las medidas que se habían tomado. La persona no se fue muy convencida, el enojo seguía estando pero se fue. Y le pregunté cómo dejaba que lo increpen así. Él me explicó que, cuando sos político, sos un servidor público, te debés a las personas, que son las que te ponen en ese lugar y tenés que dar explicaciones cada vez que sea necesario”.

Sobre por qué Athugarry decidió abandonar la política, Gastón maneja algunas respuestas. “Casi seguro que fue Lacalle -si no fue alguien importante del Partido Nacional- que le dijo, cuando asumió como ministro de Economía: “vos de acá salís muerto o como presidente de la República”. Y mi padre le preguntó: “¿cómo hago para que no pasen ninguna de las dos cosas?”.

“Y un poco fue eso. Cuando le ofrecen (ser candidato único del PC) y lo rechaza fue por dos cosas. Primero, porque nunca se sintió como el responsable de haber salido (de la crisis) sino que siempre dijo que fue la sociedad en su conjunto. Durante el ministerio a mi padre se le preguntó muchas veces si, después de esto, iba a ser el candidato del partido. Y él decía que no podía pedirle al resto de los partidos, y a la gente de su partido, que lo ayudaran si después iba a tener que competir con ellos. Entendió que, para encontrar el apoyo, tenía que decir que después no iba a ser candidato. Y, era muy vasco terco, cuando decía algo era incapaz de torcer su voluntad. Así se retiró, cumpliendo un ciclo”.

Mientras encuentra su nuevo lugar en la empresa, en la familia y, por qué no, en la política, Gastón va rescatando la memoria de su padre a través de libros (llegó a Krause, piedra fundamental del batllismo, a través de unos artículos que encontró de su padre). Las anécdotas le siguen lloviendo y se entrelazan con sus propias vivencias, desde los años en que pasaba en los corredores del Palacio hasta los intercambios de material de lectura que hacían.

Hoy Gastón está dedicado a la empresa familiar. Le cayó la responsabilidad de golpe y, por ahora, el foco está ahí. De todas formas camina cerca de la política. Tiene buena relación con referentes de todos los sectores y ya recibió alguna propuesta concreta de sumarse a un sector.

“Sé que quiero acompañar al partido, que es lo que estoy haciendo. No sé, hasta capaz militar es un poco eso. He acompañado a varios sectores y me gusta estar. Trato de invitar gente, sobre todo que no ha votado al PC para que vaya a escuchar. Amigos, conocidos. Por ahora estoy participando de esa forma y me gusta. Doy una mano en lo que puedo. Tengo gente amiga que me invitó a una de las listas de Talvi (una que tiene al exdirector de Aduanas, Nilo Pérez). Gente que quiero mucho. Pero, por lo pronto, no voy a estar en la lista”

Por lo pronto esa es su participación política, aunque este año tuvo que salir, circunstancialmente, a esta arena cuando un grupo de colorados del sector de Amorín Batlle quiso usar el apellido de su padre para nombrar a una agrupación. Algo que molestó a Gastón.

“Hablé con uno de los integrantes de la lista, que me llamó en su momento para informarme que iban a usar el nombre y le pedí que no, que era todo muy reciente, que mis hermanas vieran el nombre por todos lados era muy reciente. No fue una muerte esperada. Estábamos muy golpeados. Y me dijeron que era a modo de homenaje. Yo entiendo, le dije, que se lo cite, que se use la imagen, una foto. Que mi padre trascendió a los partidos políticos y que su carrera es un buen ejemplo lo entiendo. Distinto es que, a un año de las elecciones, se nombre con el apellido de él a una agrupación política específica de un movimiento específico del PC. Además, mi padre realmente tuvo una carrera que cuidó muchísimo. En todo sentido. Y cuidó mucho su apellido. Y yo no sé quiénes están en la lista, no los conozco, no sé cómo se manejan”.

La persona que llamó a Gastón le dijo que no se preocupara, que tenía otro nombre pensado. “Y un día me desayuno en Twitter que estaba la agrupación. Fue de mañana y pensé mucho qué hacer. Me parecía que no era solo una decisión mía. Lo teníamos que hablar en familia. Fui carburando todo el día y puse dos tutis explicando un poco esto a modo personal. La idea era hablarlo luego como familia y sacar un comunicado. No tuve tiempo. Se hizo muy viral. Quedé muy agradecido porque realmente podían (ponerle ese nombre) y yo no podía hacer nada. Si pasaba, pasaba, pero fue tal la empatía… quedé muy sorprendido y fue un poco gracias a eso que decidieron no seguir adelante y cambiar el nombre”.

A través de Twitter, Gastón también generó otro hecho político, capaz menor que el de La Atchugarry. Se trata de un tuit que ya tiene fijado en su cuenta, que dice: “En épocas de aviones privados, tarjetas corporativas y misiones varias les dejo este bastión de la austeridad batllista #atchugarry”.

Acompaña el texto una foto de una Fiat Elba que su padre usó hasta el último día.

“No me seguía nadie en Twitter. Era un poco la época de las tarjetas corporativas, esa etapa. Y no sé por qué me afectó eso. Había visto la carrera de mi padre, cómo había dejado realmente todo lo que tenía por el país. Lo hacía porque creía que la política era el camino para construir las cosas. Él, a la carrera política, le decía la carrera de los honores, como le decían en el Imperio Romano. Lo vivía como un servidor público. Y creo que le hacen mucho mal estas cosas”.

El tuit se hizo viral. Gastón ve al vehículo como un símbolo de la crisis del 2002. “Creo que la camioneta hizo que la gente se identificara con él. No es que acá va a venir un político que se pasea en un auto oficial, lleno de custodios. Mi padre nunca, ni un seguridad, cero.  Era la camioneta de mi madre que, cuando fallece, se la queda mi padre. Tenés que cambiar el auto, ya ni frena, le decíamos. Y él contestaba: mientras ella me lleve yo voy con ella”.