Joel Rosenberg

Medicamentos de alto precio: el atajo de ver una lucha entre los Robin Hood y el Estado malo

El problema de los medicamentos de alto precio o alto costo se transformó en otra versión de las discusiones entre buenos y malos. Por momentos todo se reduce a dos bandos: en un lado está un gobierno que no quiere gastar dinero y del otro los pacientes terminales o crónicos.

Actualizado: 20 de setiembre de 2018 —  Por: Joel Rosenberg

El problema es que la discusión trasciende esta dicotomía y también trasciende al Uruguay.

El dilema de cómo pagar estos medicamentos de alto costo se da en decenas de países e incluye a una cantidad de eslabones y actores. Además del Estado y los pacientes, están involucrados la industria del medicamento, las instituciones de la salud, los médicos, los pacientes, los abogados y el Poder Judicial.

Quitar a cualquiera de los eslabones de la cadena es ocultar información. Muchas veces incluso se omite a la industria del medicamento, que es el actor con más poder en este asunto. Esto no significa que los laboratorios son los malos de la película: ir por ese camino es volver al atajo, encontrar otro culpable rápido. Pero lo que no se puede hacer es excluirlos del debate.

Quizá una buena forma de abordar el problema es el libro elaborado por 15 académicos de diferentes disciplinas de la Universidad de la República. Se publicó el año pasado con el título “Múltiples miradas a los medicamentos de alto costo: hacia una comprensión integral del tema”. Allí se intenta ver las complejidades desde diferentes ángulos y queda claro que no hay soluciones rápidas.

Es en ese libro que aparece la denominación de “alto precio” en lugar de “alto costo”. Se dice que “tomando en cuenta el precio como el gran determinante (...), sería quizás más oportuno referirse a 'medicamentos de alto precio' y no de 'alto costo'”. Decir 'alto precio' es marcar que la industria es clave, que el precio no siempre se relaciona con el costo. Pero decir 'alto precio' no es estar a favor del Ministerio de Salud Pública (MSP). Esa mirada es propia de discutir esto entre los buenos y los malos. De hecho el abogado Juan Ceretta, que es el que más litigios tiene contra el MSP, les dijo “medicamentos de alto precio” el otro día en un evento de Salud y Derecho.

Ese evento fue otro buen ejemplo para abordar un problema complejo. Allí participaron autoridades, médicos, abogados y jueces de varios países de la región. Y otra vez la lectura más clara es que no hay salidas sencillas.

Este dilema complejo lo vive la mayoría de los países de la región y del mundo. Martin Wachs, integrante de la Jefatura de Gabinete del gobierno argentino, dijo que una de las claves a tener en cuenta es que la industria trabaja el tema de forma global y los países lo afrontan solos, cada uno con su estrategia.

Wachs explicó que eso debilita a los países ante las miles y miles de demandas contra al Estado. De la misma manera se expresaron jerarcas de Brasil y podría ser igual en decenas de países. Las demandas crecen y los países no tienen los recursos para pagarlas.

En Uruguay las demandas aumentan en forma acelerada. Ceretta, profesor adjunto de la Clínica de Litigio Estratégico de la Universidad de la República, dijo que desde ese consultorio presentaron una demanda cada 36 horas en 2018. Y ese es solo un porcentaje de los juicios, son solo los de aquellas personas con ingresos por debajo de 32.000 pesos que piden asesoramiento gratuito.

En cada caso que se presenta ante la Justicia hay una historia de lucha, de sobrevivencia. Mucho dramatismo. Pero la mayoría de las veces, cuando se cuentan estas historias, no se dice que esas personas no van a salvarse por ese medicamento.

Está claro que una semana o un mes de sobrevida es muy importante, que algunos meses de mejor calidad de vida pueden ser todo para un paciente y su familia.

No se trata de ser inmunes al dolor.

Pero sería bueno incluir en las historias y en los comentarios que se hacen en las redes sociales ese dato: la mayoría de los reclamos por medicamentos proviene de pacientes oncológicos en casos para los que aún no hay cura.

Del total de amparos de medicamentos que se presentaron en 2017, el 82% fue de solicitudes de fármacos oncológicos y hemato-oncológicos, con un costo de 3.386.070 dólares.

Una semana o un mes de vida no tiene precio para el paciente y su familia. Pero sí lo tiene para el Estado.

Es tan frío como cierto.

Pero, además, habría que agregar que dar ese medicamento, con los recursos finitos, recorta la chance de dar otros y que, además, no se lo van a poder dar a todos los pacientes en la misma situación. Esto es también injusto.

Está bien que se cuestione al Estado, al gobierno. Las autoridades de salud pública cometieron y cometen errores importantes en el manejo de este tema y en la explicación a la sociedad. Hay poca transparencia y muy mala calidad de información.

Pero también hay que apuntar a reclamar medidas que el Ministerio puede usar para salvar vidas.

Lucía Delgado, directora del Programa Nacional contra el Cáncer del MSP y docente Grado 5 de Oncología Médica dijo en No toquen nada que si se pusiera más el foco en la prevención del cáncer, en muchos casos no sería necesario llegar a tratamientos con medicamentos de alto precio o alto costo.

Esas políticas sí salvarían vidas, en esos casos llegar a tiempo significa curación. Tumores como el colorrectal, el de mama y varios otros tendrían una mortalidad mucho menor con un control a tiempo. Ahí sí hablamos de salvar vidas de madres, de padres, de jóvenes.

Hay que caerle con todo al MSP por esto, por la falta de políticas de prevención, por no controlar que las instituciones de salud -a las que le paga cápitas- tengan un registro de cómo trabajan en prevención de los tumores más comunes y mortales.

Si se le exigiera a las mutualistas y a ASSE que todos tengan determinados controles, se salvarían vidas y se ahorraría recursos. Sería un MSP eficiente, un buen administrador.

Pero casi no hay reclamos políticos sobre estas medidas ni se cuentan historias en los medios de gente que se podría haber salvado si se hubiera hecho un examen a tiempo. Si su médico o institución se lo hubiera exigido.

Sin embargo, nos metemos a discutir con certezas sobre medicamentos de alto precio: un tema lleno de vericuetos, intereses y con mucha sensibilidad.

En este problema lo único claro quizá es que ningún país puede pagar todos los medicamentos de alto costo a todos sus ciudadanos que lo requieran.

Con ese dilema difícil hay que empezar a trabajar y discutir, como se hace en todo el mundo.

Pero no habrá avances mientras se discuta como una batalla entre los malvados que ahorran desde el Estado y los Robin Hood de los medicamentos.

Así no vamos a ningún lado.



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