Joel Rosenberg

Juego de tronos provincial en la Intendencia

La sucesión de Daniel Martínez como intendente de Montevideo se convirtió en un espectáculo lamentable donde Martínez y los suplentes juegan a varias bandas y se abrazan a sus cargos.

Actualizado: 20 de marzo de 2019 —  Por: Joel Rosenberg

Martínez comenzó esta semana su licencia como intendente para hacer campaña. Cuando le preguntaron quién iba a sucederlo en el cargo contestó: “hay una lista, depende de una serie de situaciones, para eso hay una lista…”. Lo que no dijo Martínez es que tres de los cuatro suplentes de ese lista no estaban dispuestos a asumir esta semana. Tampoco dijo que él se reservó la posibilidad de volver en caso de derrota en las elecciones internas.

El primer error de Martínez fue que extendió demasiado su permanencia en la Intendencia. Está en campaña activa hace al menos seis meses y no debió ocupar el doble rol tanto tiempo. Una de las razones que lo llevaron al doble juego fue que no quiso renunciar;  Martínez calculó los tiempos y plazos para poder pedir licencia y volver al cargo, dejó su sillón de la Intendencia reservado.

Quizá la mayoría de los ciudadanos haría algo similar: no renunciaría a un buen empleo por otro si tiene la chance de probar y volver si fracasa. Pero Martínez está apostando a ser el presidente de la República. Se supone que quien se mete en esa carrera debería arriesgar algo en busca de ese sueño.

Los errores de Martínez habilitan todo el descalabro que viene atrás. Por diferentes motivos tres de los cuatro suplentes del intendente no querían asumir el cargo esta semana. El orden de la lista es Oscar Curutchet, Fabiana Goyeneche, Christian Di candia y Juan Canesa. Solo el último de la lista, Canesa, estaba dispuesto a asumir, por eso es hoy el intendente interino.

Después, cada uno de los suplentes tiene su propia historia para la negativa.

Oscar Curutchet es el director de Desarrollo Económico y el segundo en la lista. Lo de Curutchet es un manual de todo lo que no debería hacerse como servidor público. No quiso asumir porque es candidato a la presidencia de la Asociación Uruguaya de Fútbol, es el candidato de todos los equipos que apoyan a la empresa Tenfield en esas elecciones.

Pero tampoco se quiso perder la chance se asumir como intendente si pierde en la AUF, así que no renunció al cargo y lo dejó reservado e iría de intendente si pierde en el fútbol.

En este caso ya no hay un buen resultado posible. Si gana en la AUF pierde el fútbol, si pierde en la AUF los que salen derrotados son los ciudadanos de Montevideo que tendrán un intendente que considera que gobernar la Intendencia es una segunda opción.

El caso de Fabiana Goyeneche también está relacionado con mantener cargos y asumir poco riesgo. Goyeneche es la número tres en la lista y es la directora de desarrollo social de la IM. Pero Goyeneche es funcionaria del Estado, del Ministerio de Economía y Finanzas, no puede asumir de intendenta y conservar ese puesto presupuestado. Pero, además, en el caso de renunciar al Ministerio y asumir de intendenta, no podría meterse en cargos electivos de la lista de Casa Grande en los comicios legislativos de octubre. Por eso duda y por ahora espera.

El número tres de la lista, Christian Di Candia, está en una situación parecida a Goyeneche. Pero tiene un matiz: el actual prosecretario de la Intendencia sí estaría dispuesto a asumir y renunciar a su cargo de funcionario de la Junta Departamental. Pero no quería hacerlo esta semana. Porque si asume y Curuchet pierde las elecciones de la AUF, Di Candia iba a ser intendente por unos días. Así que declinó hasta que se defina qué pasa en el fútbol.

Para sumar una perla a este collar de desapego por la Intendencia de Montevideo, el secretario general, la mano derecha del intendente, también coqueteó con alejarse y ser presidente de la AUF. Fernando Nopitsch fue a tomarse el examen de idoneidad de la Conmebol en diciembre y lo aprobó. No es candidato porque no tiene apoyo o porque se arrepintió, pero también estuvo intentando cargos fuera sin dejar su puesto.

Queda claro, de nuevo, que la mayoría de los ciudadanos quizá intentaría lo mismo: cuidar lo que tiene, arriesgar pero sin soltar lo que ya está seguro.

Pero en este caso hablamos de servidores públicos. De políticos que deberían anteponer su vocación de servicio, esa que tanto declaran. Y el cargo de intendente de Montevideo, la capital del país.

Quien asuma finalmente tendrá por delante 15 meses de gestión, la cuarta parte del mandato. Como dijo el intendente en estos días, “la capital está en obra”. Así que hay mucho por hacer.

Pero el intendente y sus suplentes no parecen estar preocupados por esa ciudad en obra, más bien están demostrando poco amor a la causa pública mientras se dedican a un juego de tronos barato y provincial.



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