Eliminados de competencias internacionales, los grandes ni siquiera dan buenas señales en un torneo donde tienen diferencias abismales con 14 de 15 rivales. Uno decepciona un día, el otro decepciona al siguiente. A fin de año alguno gana por descarte y tapa el sol con el dedo. Hasta que comienza otra temporada en que se dan, de nuevo, de frente contra la realidad.
Después del empate de Nacional el sábado ante River en el Gran Parque Central, Peñarol no pudo con Juventud en el Campeón del Siglo. Un triste 0 a 0 impidió que el carbonero le sacara siete puntos al Tricolor en la Anual. Pareciera que ambos están en una carrera en la que deben avanzar cada vez más lento, como si ninguno quisiera ser campeón.
Fue un pésimo partido de Peñarol. En todos los rubros, en todas las líneas. Sin intensidad, sin juego asociado, sin ideas.
A Juventud le bastó con el orden defensivo para mantener a raya a su rival.
Si el primer tiempo de Peñarol fue preocupante, el segundo fue descorazonador. Parecía imposible que un equipo pudiera jugar peor de lo que lo hizo el de López en los 45 minutos iniciales, pero se superó a sí mismo tras el descanso.
Jamás tuvo amplitud ni profundidad y mucho menos fue capaz de discernir qué pedía el partido.
Juventud se paró firme atrás y puso el mediocampo cerca de su línea final. El mensaje fue claro: le dio la pelota y el terreno al aurinegro, que se repitió de manera exasperante por caminos que no lo llevaron a ninguna parte.
El 0 a 0 fue el único resultado posible en una noche en la que el hincha solo pudo aplaudir el homenaje del club a Diego Forlán.
