Una de las claves de la falta de acuerdo es el mercado de carbono.
Lorenzo fue el líder de la delegación uruguaya que participó en la COP25 y explicó la falta de acuerdo y cómo los países cambiaron los criterios sobre el mercado de carbono.
La Conferencia de las Partes (COP) es el órgano de decisión supremo de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre cambio climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés).
La última, la número 25, dejó decepcionados a la mayoría de los protagonistas porque no se avanzó.
El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, dijo en un comunicado: “la comunidad internacional perdió una oportunidad importante de mostrar una mayor ambición en mitigación, adaptación y finanzas para afrontar la crisis climática".
Igual agregó que no se va a rendir, que está más "decidido que nunca" a trabajar para que 2020 "sea el año en el que todos los países se comprometan a hacer lo que la ciencia nos está diciendo": que es "necesario" ser neutrales en carbono para 2050 y "no ir más allá de los 1.5 grados de aumento de la temperatura del planeta".
La cumbre, en la que participaron casi 200 países, iba a terminar el 13 pero necesitó de dos días más para redondear las negociaciones.
"Tiempo de actuar"
Fue la COP más larga. El documento que se aprobó se llama "Chile-Madrid. Tiempo de actuar".
Pero se consideró un acuerdo "débil" porque no dice nada sobre la regulación de los mercados de carbono.
El mercado de carbono permite intercambiar bonos de carbono. Para entender esto voy a leer un fragmento de una nota del medio alemán Deutsche Welle que se publicó antes del comienzo de la COP25:
“En una zona rural del norte de Camboya, las cáscaras de arroz se utilizan como combustible para generar electricidad para las comunidades locales que, de otro modo, dependerían de generadores altamente contaminantes.
El proyecto está financiado por empresas de otros países que de esta manera compran créditos de carbono para compensar el CO2 que emiten.
Esta es solo una de las formas en que el CO2 se comercializa en todo el mundo, y uno de los modelos de mercado de carbono que se debatirán en la conferencia climática COP25 en Madrid. El objetivo es crear un marco regulatorio para un sistema mundial de comercio de carbono”.
El mercado de carbono viene de los acuerdos alcanzados antes, conocidos como Protocolo de Kyoto y Acuerdo de París.
Ignacio Lorenzo, director de Cambio Climático del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente y líder de la delegación uruguaya que participó en la COP25, explicó a No toquen nada la diferencia entre estos acuerdos y por qué era importante llegar a un consenso en esta COP25.
“El mecanismo de mercado es una pieza fundamental de lo que era el régimen anterior bajo el Protocolo de Kyoto que lo que hace es predefinir una cuota de emisión a cada país que es parte y luego aquellos países que tienen un desempeño mejor le pueden vender lo que les sobra a aquellos países que tienen una necesidad de emitir más dentro de ese total general que se había establecido”, explicó.
“El Acuerdo de París parte de una premisa distinta que es que no hay una predefinición de asignaciones de cuotas. Son los países quienes de manera nacional van a definir sus objetivos. Eso genera una diferencia sustantiva porque se puede generar un incentivo perverso: que los países no establezcan objetivos fuertes en sus contribuciones determinadas porque tengan interés de vender el excedente. Si todos los países hacen lo mismo, al final no hay mercado porque hay demasiados excedentes y tampoco hay contribuciones ambiciosas. Ese es un mecanismo sustantivo de las negociaciones”, agregó.
Es decir que hay que definir las reglas del mercado de carbono para impedir que los países se pongan metas poco ambiciosas.
Si el Acuerdo de París es mejor o peor que el Protocolo de Kyoto (en este sentido), se sabrá una vez que se defina cuáles son las nuevas reglas del mercado de carbono.
Lorenzo resumió la falta de acuerdo en la COP 25.
“Hubo una clara muestra de que no hay en este momento un consenso general al respecto de una acción ambiciosa en todo el mundo. Un grupo de países están peleando por una acción más fuerte que son unos 80 pero el resto de los países incluyendo grandes potencias con grandes emisiones no han acompañado ese llamado a una acción reforzada”, explicó.
Lo que sí se acordó
Se acordó que las políticas climáticas deben ser permanentemente actualizadas según los avances de la ciencia.
Los países reconocieron también la importancia de mantener el equilibrio del océano y del uso del suelo. Este fue uno de los puntos que generó tensiones porque Brasil estuvo cerca de no acordar, por tener diferencias con algunos detalles de este punto.
Por otro lado, también se acordó un nuevo Plan de Acción de Género para impulsar la participación de la mujeres en la negociación internacional del clima, desarrollar medidas que permitan dar respuesta al desigual efecto del cambio climático en mujeres y niñas, y promover su papel como agentes del cambio hacia un mundo libre de emisiones. Estará vigente hasta el año 2025 en el que se revisará.