Por Sara Puig
"Venimos a Rivera porque todo es mucho más barato", cuenta a la AFP Roberto Pereira, mientras paga con su tarjeta de crédito un secador de pelo y unos altavoces para el coche.
Los brasileños han disfrutado este año del mejor verano para el turismo desde 1947, por la fuerte apreciación del real, que cerró 2010 con una valorización de 4.6%, tras ganar 32.7% en 2009. Sólo en enero gastaron 1.741 millones de dólares en viajes al exterior.
En Rivera, una ciudad de 70.000 habitantes, esto se ha traducido en una llegada masiva de brasileños, atraídos por una amplísima gama de productos libres de impuestos, al tiempo que el real se cotiza a 1,66 unidades por dólar y a 11 pesos uruguayos. Se prevé que los 60 comercios 'free shop' que tiene la localidad alcancen este año los 240 millones de dólares en ingresos, según la Intendencia.
"Compran los productos donde la diferencia de precio es mayor", afirma Gandhi Abdullah, presidente de los Comercios Free Shop de Rivera, quien agrega que la facturación de las tiendas aumentó un 40% de 2009 a 2010.
Perfumes, maquillajes, gafas de sol, calzado, maletas, raquetas de tenis, vinos y champagne, dulce de leche, patatas fritas, microondas, parabólicas... Pero la estrella, sin duda, son los aparatos de aire acondicionado.
"En la tienda tenemos unos 80 aires acondicionados. Pero en el almacén tenemos más. Hoy podemos vender más de cien. Valen unos 600 dólares, en función de la marca, pero en Brasil cuestan el doble", explica Alicia Batista, una de las encargadas de la tienda Mega, mientras manda colocar siete de estos aparatos junto a la puerta de entrada.
Familias enteras pasean por las calles de Rivera como si estuvieran en un parque temático. Lista en mano, los brasileños recorren una por una las tiendas, a la caza de artículos. Son una clientela particular, que sabe lo que quiere y no necesita los consejos de los vendedores para decidirse.
"Ostentan mucho la marca, visten lo que compran. Las mujeres gastan más que los hombres. Ellas saben antes que nosotros los últimos lanzamientos, y a veces se da que no tenemos el producto que buscan", asegura Natalia González, una de los 110 trabajadores de la tienda Siñeriz.
El fenómeno de este año no es nuevo, aunque ha confirmado una tendencia que se inició hace cinco años, explica a la AFP el intendente de Rivera, Marne Osorio.
"En enero nos ha ido muy, muy bien. Hay tiendas que han llegado a facturar hasta 750.000 dólares en un día. El sistema de Free Shops está generando una facturación impresionante", dice Osorio.
Mientras, al otro lado de la calle, la tranquilidad reina en las tiendas de Sant'Ana do Livramento, la ciudad brasileña hermana de Rivera con la que comparte una plaza internacional, con unos 82.000 habitantes. Pero la Alcaldía se frota las manos con el desembarco de sus compatriotas, pues la ciudad absorbe todo lo que Rivera no puede gestionar.
"Nosotros tenemos más hoteles y más restaurantes que Rivera. Si en Rivera no hay sitio, la gente viene a Sant'Ana. Celebramos que haya tantos brasileños comprando en los Free Shops porque también es bueno para nosotros", cuenta a la AFP el alcalde Weinar Machado.
No obstante, atenta al fenómeno de los Free Shops, Sant'Ana ya ha pedido autorización al gobierno de Brasil para crear una zona libre de impuestos, donde también puedan comprar los brasileños.
Ante la compra masiva de productos en Uruguay, el contrabando es un problema. Brasil se encarga de supervisar que se cumpla la ley que limita a 300 dólares el gasto por persona en las tiendas sin impuestos. A cinco kilómetros de Sant'Ana, un control aduanero verifica el maletero de todos los vehículos.
"Hoy pueden pasar hasta 10.000 coches, por eso tenemos un operativo especial, con personal de otros puestos fronterizos entre Uruguay y Brasil", declara a la AFP el inspector de aduanas Carlos Luciano Sant'Anna.
Parados en fila, los coches aguardan el registro de un funcionario que controla el número de pasajeros y revisa los recibos de cada compra.
"Vale la pena pagar la diferencia (cuando el valor supera los 300 dólares), porque sigue siendo más barato que en Brasil", cuentan dos parejas de Porto Alegre, que han visitado Rivera por segunda vez en el año.
"La gente debe declarar en la oficina de Impuestos Federal si tiene bienes que superan los 300 dólares por persona. Si no, aquí nos quedamos con las cosas", asegura uno de los responsables del operativo.
Un camión aguarda en la sombra la llegada de los productos requisados. Los primeros del día serán dos aparatos de aire acondicionado, pese a los ruegos de sus propietarios.