Cuáles son los riesgos de una fuga radiactiva

El desastre en Japón abre muchas interrogantes para la población mundial, sobre todo miedos a propósito del impacto de la radiación. Omar Alonso, responsable de la investigación médica del Centro Uruguayo de Imagenología Molecular, explicó en No toquen nada cuáles son los riesgos que corre la población expuesta a las eventuales fugas radiactivas y aclaró que el uso de la medicina nuclear no entraña riesgos comparables a lo que sucede en la planta de Fukushima.

Actualizado: 18 de marzo de 2011 —  Por: Redacción 180

Cuáles son los riesgos de una fuga radiactiva

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Alonso es responsable de la investigación médica del Centro Uruguayo de Imagenología Molecular, doctor en medicina y profesor de medicina nuclear en la Facultad de Medicina. En Océano FM aclaró algunos puntos del accidente nuclear que se produjo en Japón tras el terremoto y tsunami del viernes 11.

Este viernes, Japón elevó de cuatro a cinco el nivel de la catástrofe nuclear en la planta de Fukushima 1. El nivel cinco equivale a un accidente con consecuencias de mayor alcance que el de nivel cuatro, que es un accidente con consecuencias de alcance local, según lo que marca la Escala Internacional de Eventos Nuclares. El nivel de alarma ha subido en ese país. Mientras, en la planta intentan enfriar los reactores y en Tepco, la empresa de energía que tiene el control de esa planta, el reactor número tres es el que más preocupa, porque tiene plutonio.

Alonso recordó que cuando ocurren este tipo de accidentes es muy difícil obtener información que refleje con exactitud lo que está sucediendo hasta después de un tiempo. Lo que sí se sabe es que la graduación cinco implica un mayor riesgo potencial para la población. Por otra parte, hay algunos indicios alentadores que hablan de un descenso de los niveles de radiación, sobre todo del reactor tres.

Alonso explicó que la radiación llega al organismo de dos maneras: una es a través del contacto directo de la persona con la fuente contaminada o a través de un medio, como puede ser el agua o el aire. La otra es por irradiación. Se trata de un fenómeno físico a través del cual la irradiación electromagnética atraviesa distintos materiales y puede llegar al organismo. Las personas que estuvieron cerca de la fuente estuvieron sometidas fundamentalmente a la irradiación directa, más que a la contaminación, porque el nivel de exposición se vincula a la distancia: cuanto más cerca está uno de la fuente que produce la radiación, mayor es la cantidad que recibe el cuerpo.

El gobierno de Japón fijó zonas de exclusión de 20 kilómetros. A nivel internacional se discute si ese límite es suficiente. “Estas medidas son totalmente arbitrarias”, explicó Alonso. Sí se sabe que matemáticamente el nivel de exposición desciende con el cuadrado de la distancia. “Esto quiere decir que es rapidísimo el descenso en la medida que nos vamos alejando. Cuando más lejos, la velocidad de descenso de los niveles de exposición es mayor. Ese el único principio válido.”

Se han tomado medidas concretas de repartir pastillas de yodo no radiactivo a la población para “bloquear” la glándula tiroides. Uno de los contaminantes presentes en estas centrales nucleares puede producir isótopos radiactivos de yodo, que se transportan por el aire y pueden llegar a la población, depositarse en la glándula tiroides y causar un futuro cáncer en la glándula. Saturando la glándula tiroides con yodo, se impide que absorba el yodo contaminado.

La cadena de radio Tokio transmite a la población más cercana a la planta algunas medidas que deben tomar. “Cuando la persona se encuentra en el interior de un edificio o de una vivienda, las ventanas y puertas deben permanecer cerradas y los aparatos de aire acondicionado y otras formas de ventilación deben estar apagados. Cuando la persona esté fuera, se aconseja el uso de máscaras o bien cubrirse la boca y la nariz con toallas mojadas o pañuelos a fin de evitar inhalar sustancias radiactivas. Debe evitarse exponer la piel lo máximo posible. Debe también tomarse medidas para evitar exposición interna a través de la inhalación y el consumo de alimentos. Si la sustancias radioactivas se acumulan, el cuerpo humano puede quedar afectado a largo plazo. Al momento de volver a casa es necesario cambiarse de ropa y lavarse la cara y las manos. Debe evitarse beber agua procedente de los posos e ingerir alimentos que hayan sido dejados fuera”.

La duración de los efectos en una zona contaminada puede variar. En este caso, los contaminantes tienen isótopos radiactivos de vida media prolongada, que puede llegar a varios años. Eso quiere decir que si un isótopo radiactivo tiene una vida media de 10 años, cuando se cumple ese período la radiación recién disminuye a la mitad. Esos son los contaminantes más peligrosos para la salud.

Alonso habló de que a partir del desastre en Japón, muchas personas en Uruguay están preocupadas por la radiación en medicina. Lo que debe explicarse, dijo, es que ellos usan materiales radiactivos aptos para el uso médico, que tienen vidas medias cortas, a veces del orden de algunos minutos. Además, utilizan dosis muy controladas y muy bajas, que hacen que la relación costo-beneficio para los pacientes sea altamente positiva.