Estados Unidos: entre el desastre y la república bananera

Según los columnistas del New York Times Paul Krugman y Joe Nocera, Barack Obama debió “negociar con terroristas” para evitar la cesación de pagos y el presidente sale debilitado de esta crisis. Además, la principal potencia mundial inició así el camino a ser “un república bananera” porque se aplicó una sangría para curar una hemorragia.

Actualizado: 03 de agosto de 2011 —  Por: Redacción 180

Estados Unidos: entre el desastre y la república bananera

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El senado de los Estados Unidos aprobó este martes una ley que permite al gobierno incrementar inmediatamente el límite de su deuda en 400 mil millones de dólares, para no tener que declararse en default. El acuerdo, que destrabó la votación en la cámara de representantes que tiene mayoría republicana, incluye profundos recortes en el gasto público, en momentos en que la economía sufre una profunda crisis. Dos columnistas del New York Times advierten de las consecuencias que este suceso tendría para la economía, democracia y la población norteamericanas.

Según escribe en su columna del New York Times Paul Krugman, premio Nóbel de economía, el acuerdo recientemente alcanzado en el congreso de Estados Unidos, que eleva el límite establecido para la deuda federal, “es un desastre”. El economista piensa que este acuerdo no solo perjudica a Barack Obama y al Partido Demócrata, sino que también dañará a una economía ya deprimida, ya que probablemente deteriorará aún más el déficit de largo plazo norteamericano. Pero más importante aún, dice, "este pacto demuestra que la extorsión funciona y que no acarrea costos políticos y llevará a Estados Unidos por un largo camino hasta convertirse en una república bananera".

“Ya sabes lo que dicen: nunca negocies con terroristas. Eso solo los alienta”, subtituló en el mismo periódico el columnista de negocios Joe Nocera, en su artículo La guerra del Tea Party en América. “En los últimos meses, gran parte del país ha visto con horror cómo los Republicanos del Tea Party declaraban la Guerra Santa a los estadounidenses. Sus intransigentes demandas por los profundos recortes en el gasto público, acompañadas por sus deseos de destruir uno de los activos más invalorables de Estados Unidos, su crédito y confianza totales, fueron increíblemente irresponsables. Para alcanzar su meta, valía la pena destrozar el país, si eso era lo que se necesitaba”, dice Nocera al comienzo de su artículo.

El Tea Party es la rama más conservadora del Partido Republicano que, ejerciendo el peso de su mayoría en el Congreso, hizo pesar sus reivindicaciones a la hora de acordar elevar el techo de la deuda para que Estados Unidos no cayera en cesación de pagos.

El presidente de Estados Unidos cedió ante la presión del Tea Party para no incrementar impuestos y realizar recortes en el gasto público, a cambio de elevar el límite de la deuda que le permitirá no declarar a la nación en default. Krugman ve un patrón de comportamiento en el presidente norteamericano y piensa que “los republicanos seguramente se embelesen con la forma en que Obama se reprime ante sus amenazas. Se dio por vencido en diciembre y extendió los recortes de impuestos de la era Bush, también lo hizo cuando le amenazaron con paralizar al gobierno la pasada primavera y ahora también, ante una clara extorsión, para elevar el techo de la deuda.” Y no es que Obama no haya tenido otra salida, de hecho, pudo haber utilizado maniobras legales para evitar elevar el tope de la deuda y aun así conseguir nuevo financiamiento. Krugman piensa que “si bien esta hubiera sido una medida extrema en condiciones normales, dada la situación de la economía y la extorsión del G.O.P. (Grand Old Party), como se lo llama al Partido Republicano, hubiera sido debidamente justificada.”

La pregunta que surge es que, si Obama no hubiera cedido ante la presión y llegado a un acuerdo para elevar la deuda, ¿los mercados financieros no se hubieran preocupado, causando una nueva crisis financiera? Krugman cree que probablemente no y que, si él fuera un inversor, en vez de preocupado, se sentiría más confiado porque el presidente habría demostrado que puede enfrentarse al chantaje de la extrema derecha. En cambio, demostró todo lo contrario.

Su discurso es claro y pesimista, piensa que “estamos presenciando una catástrofe a múltiples niveles.” Lo es para los demócratas, que hace unas semanas parecía que tenían a los republicanos convencidos de desestimar sus intenciones de desmantelar Medicare (programa de seguro de salud del gobierno de Estados Unidos) y “ahora, todo eso se ha perdido”, dice. Y eso no es todo, en próximos cuellos de botella políticos, los republicanos podrán amenazar con crear una nueva crisis y esperarán optimistas que Obama se rinda ante sus demandas.

En el largo plazo, no solo pierden los demócratas porque, ¿cómo puede funcionar la democracia estadounidense si el partido que sea más despiadado y esté dispuesto a poner en peligro el funcionamiento de todo el sistema económico, es el que, en definitiva, dicta la política del país? Krugman se reponde: “No puede”.

Para Nocera, aunque ahora el techo de la deuda no va a ser un problema hasta las próximas elecciones, las debilitantes batallas sobre el déficit no están terminadas. Gracias a este acuerdo, un nuevo supercomité del Congreso se supone que debe decidir una nueva reducción del gasto de entre 1,2 y 1,5 billones de dólares para fines de noviembre. Si esos recortes no se aprueban para el 23 de diciembre, se impondrán ahorros automáticos, incluyendo reducciones en el presupuesto de Defensa.

La amenaza de cortar presupuestos en Defensa se supone que dará a los Republicanos un incentivo para jugar limpio en las negociaciones con los Demócratas. Sin embargo, Nocera se pregunta de qué lado se pondrán los Republicanos si los soldados estadounidenses todavía están peleando en Afganistán y el recorte provocara una amenaza a la seguridad nacional.

“Por ahora, los Republicanos del Tea Party pueden dejar a un lado sus chalecos suicidas. Pero estén seguros: los van a volver a tener puestos pronto. Después de todo, han recibido mucho aliento”.

Según Krugman, en una economía que se encuentra en plena recesión y que no se prevé que la supere el año que viene ni el siguiente, una reducción del gasto fiscal la deprimirá aún más. Agrega que el recorte en el gasto ni siquiera ayudará a superar la actual situación fiscal de Estados Unidos puesto que, por un lado, las tasas de interés sobre préstamos federales se encuentran muy bajas y reducir el gasto no evitaría un incremento en los costos por intereses en el futuro. Y por otro lado, debilitar la economía ahora, también perjudica su perspectiva en el largo plazo, lo que reduciría futuros ingresos por impuestos. Entonces, quienes claman por la reducción del gasto ahora parecen “aquellos médicos medievales que pretendían curar a sus pacientes desangrándolos y no hacían más que empeorarlos”, dice el economista.

Una idea de lo que representa el gasto público estadounidense medido en canchas de fútbol, edificios y estatuas de la libertad.

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