Manuel Fontella y Jorge Pozzi se formaron como maquinistas de manera autodidacta en el seno de la Asociación Uruguaya de Amigos del Riel (AUAR), una organización civil sin fines de lucro que defiende y promociona el sistema ferroviario como forma de transporte.
La AUAR es la responsable de la restauración de la locomotora Beyer Peacock de 1910, que volvió a funcionar en Uruguay en el año 2000, bajo la dirección justamente de Fontella y Pozzi. Ese año, además de “protagonizar” la película “Corazón de fuego”, la locomotora empezó a brindar paseos turísticos, y en 2007 incorporó también el servicio de paseos para los turistas que llegan en los cruceros.
Fontella contó a 180 que la propuesta de trabajar en la puesta en marcha de la locomotora del Museo Vasco del Ferrocarril surgió porque en el País Vasco no había maquinistas que pudieran realizar el trabajo. “Ese oficio se perdió en gran parte del mundo”, comentó.
El Museo Vasco del Ferrocarril supo de los maquinistas uruguayos gracias al sitio web de la AUAR (www.trenesavapor.com) y decidió contactarse con ellos. Finalmente, y luego de pasar las pruebas psicotécnicas correspondientes, Fontella y Pozzi fueron contratados para poner en marcha el ferrocarril del museo y para capacitar a las personas que quedarían a cargo de él.
“Nos contactaron a través de un uruguayo que hay allá, que nos vio en internet. Él habló con la directora del museo y le informó que había un tren (a vapor) acá en Uruguay. Ella se contactó con nosotros y fuimos charlando por teléfono en varias etapas hasta que se decidió que fuéramos”, contó Fontella.
Durante su estadía en el País Vasco, del 25 de junio al 9 de agosto de este año, Fontella y Pozzi reacondicionaron los frenos y demás mecanismos de la locomotora, la manejaron por un mes y dieron un curso teórico-práctico a seis muchachos vascos que quedaron capacitados y homologados para hacerse cargo del tren. “El jueves (9 de agosto) hicieron su primer viaje solos”, contó Fontella a 180.
Para los maquinistas uruguayos, trabajar en el País Vasco fue gratificante no solo por la experiencia de trabajar en otro país, sino también porque se encontraron con una actitud totalmente diferente a la de Uruguay en relación con el ferrocarril, y porque sintieron que fueron valorados.
Fontella y Pozzi se encontraron con un museo del ferrocarril que no había tirado nada y que conservaba absolutamente todo el material, desde las usinas generadoras de energía hasta trenes completos.
“Todo lo que nosotros hicimos (en Uruguay) para tirar todo y romper todo, ellos lo hicieron para salvaguardarlo”, dijo Fontella.
La locomotora “Aurrera” ya quedó funcionando en la localidad vasca de Azpeitia, con viajes colmados de pasajeros (en parte porque España atraviesa su temporada alta de turismo) y con una comunidad vasca satisfecha por haber recuperado una de sus atracciones turísticas. Por esta razón, tanto Fontella como Pozzi se sienten conformes con su trabajo en el País Vasco, que los recibió y despidió con afecto y en donde se sintieron casi mejor que en casa.
El tren a vapor uruguayo
La AUAR se fundó en 1954 y Manuel Fontella y Jorge Pozzi se acercaron a ella por un interés natural en los trenes. Allí se formaron en la práctica y por sí solos como maquinistas (los únicos cursos que hicieron fueron los de manejo de calderas de vapor, otorgados por el Ministerio de Industria y Energía), y trabajaron en recuperar el material de ferrocarriles para poner en funcionamiento la locomotora a vapor de Uruguay.
Después de años de trabajo, y sin recibir apoyo, lo consiguieron, y en el año 2000 la locomotora a vapor uruguaya empezó a funcionar ofreciendo paseos al público y, más tarde, como servicio regular para los turistas que llegan de los cruceros.
“Estamos a la par de los demás países que utilizan el tren a vapor como servicio turístico”, afirma Fontella, y asegura que eso se debe en parte al apoyo que recibieron del Ministerio de Turismo, que lo declaró de interés turístico nacional.