Goles tras las rejas para “buscar la calle”

En la cárcel de Punta de Rieles, la selección de presos locales recibió al Centro Cristóbal Colón Universitario para jugar un partido. Sin policías a la vista, el deporte, el trabajo y la religión son el camino que eligen los presos para rehabilitarse. En el Comcar "todo era droga, droga, droga” pero en esta cárcel "muchos pudieron salir". “Venimos para divertirnos y sacar la cabeza de donde estamos”, dijo un interno a 180.

Actualizado: 07 de noviembre de 2012 —  Por: Juan José Marti

Goles tras las rejas para “buscar la calle”

Sin datos (Todos los derechos reservados)

El viernes 2 de noviembre los jóvenes de Colón llegaron sobre las 13:30 al centro carcelario. Tras el cacheo policial, los futbolistas que habitualmente juegan en la Liga Universitaria se cambiaron en la sala de aparatos de la cárcel y salieron al campo de juego donde los esperaba el equipo local y una tribuna compuesta por alrededor de 50 reclusos.

La actividad fue organizada por uno de los dos profesores de educación física de la cárcel, Mauro Sorrentino, quien desde abril trabaja cuatro días a la semana en Punta de Rieles y además juega en el equipo de Colón.

"Hemos hecho juegos recreativos, juegos cooperativos y actividades lúdicas. Los días de lluvia armamos algún teórico sobre ética en el deporte, liderazgo y mostramos videos de hazañas de deportistas de élite y del fútbol uruguayo”, contó Sorrentino a 180.

Cada sector de la cárcel tiene una sesión semanal de educación física. Puede participar quien quiera, “siempre guiándose por una serie de pautas de funcionamiento y normas de conducta que sí o sí tienen que respetarse”, explicó el profesor.

De los 700 presos que hay en Punta de Rieles, 420 participan de las clases de educación física.

Los reclusos saben que durante el partido se tienen que portar bien. “Se autorregulan”, aseguró Guzmán, uno de los supervisores penitenciarios. “Saben que el que se porta mal en la parte de deportes va a dejar de hacer deportes”, por lo que “no hay que decirles ninguna norma de conducta”, explicó.

Fútbol en la cárcel de Punta de Rieles (archivo Presidencia / abril 2012)

El número 10 de Punta de Rieles, que bien podría estar jugando en un equipo de Primera División, fue la figura del partido. Hizo un tremendo golazo de zurda y volvió locos a los defensas de Colón.

El encuentro finalizó empatado en tres goles igual que en el primer partido disputado entre estos equipos en el mes de agosto. La tribuna gritó los goles de los locales y alentó con bombo, platillo y redoblante.

“Lo que está pasando en esta cárcel es impresionante”, dijo a 180 un recluso a quien sus compañeros apodan Balotelli por su parecido con el futbolista italiano. “Es muy bueno porque se nos siguen abriendo puertas”, dijo, y contó que antes “las puertas estaban re cerradas” y en la cárcel “estaba todo mal”.

Balotelli contó que conoce a “muchos gurises que se metieron en la droga” pero cuando llegaron a Punta de Rieles pudieron dejarla “porque tienen más horas para trabajar”, a diferencia de lo que les pasaba en el Comcar, donde las “puertas estaban cerradas y todo era droga, droga, droga”.

Él ya no tiene ninguna queja sobre la cárcel de Punta de Rieles: “Está bien, esto es para salir adelante, para buscar la calle”.

En la cárcel se puede trabajar en la construcción de una iglesia, en una bloquera, en una quinta, se pueden fabricar almohadones y trabajar en una panadería. Los presos tienen la posibilidad de estudiar y hasta de participar en talleres de psicología.

“A nosotros esto nos hace bien. Estamos como botijas chicos, venimos para divertirnos y sacar la cabeza de donde estamos. Esto es distinto al Penal, al Comcar, yo me siento bien acá”, dijo el Cacique, a quien apodan así por tener un peinado parecido a Alexander Medina, futbolista de Nacional.

Tribuna de la cancha de fútbol de la cárcel de Punta de Rieles (archivo Presidencia / abril 2012)

Mediante el deporte “muchos de los muchachos pueden estar más tranquilos, porque estamos en una cárcel y es medio complicado”, explicó uno de los reclusos más veteranos. Este interno, que jugó de zaguero con la camiseta número 22 en la espalda, dijo que “hay mucha mugre afuera”, respecto a la visión que tiene la sociedad sobre los reclusos. En la cárcel “hay gente que quiere salir y que quiere progresar”, sostuvo.

En Punta de Rieles no hay delincuentes vinculados al narcotráfico ni a los delitos sexuales. La mayoría cometieron rapiñas y no hay procesados, solo penados. Todos los que están hoy encarcelados saldrán antes de 2017.

Presos con “perfil cristiano”

Cuando Balotelli habla no puede evitar mencionar a Dios. “Gracias a Dios dejé la droga, gracias a Dios pude empezar a trabajar, ya no busco nada malo, ¿entendés?”. Él es uno de los que está construyendo la iglesia dentro de la cárcel.

“La mano de Dios se está moviendo mucho en este lugar. Nadie lo podía creer, antes decíamos ‘de acá no salimos’, pero a partir de la iglesia empezó a abrirse la cárcel”, explicó.

Guzmán, que es licenciado en Relaciones Internacionales, explicó que “es interesante” que los que llegan a Punta de Rieles tengan “un perfil cristiano” ya que han comprobado que tienen “una conducta mucho más aceptable que en otros casos”.

Ausencia de policías y presencia de civiles

En el interior de la cárcel no se ve a ningún policía. En las torres de vigilancia hay efectivos armados pero están muy lejos de la vista de los reclusos. Los que sí están presentes, sin armas y con intercomunicadores (handys), son los “operadores penitenciarios”. Estos civiles que lucen camisetas y gorros celestes que dice “INR” (Instituto Nacional de Rehabilitación) funcionan como “intermediario entre el interno y el policía”, explicó Guzmán.

“Apostamos bastante más al diálogo” que los policías, aseguró, a tal punto que los propios reclusos destacan su labor: “Si no fuera por ellos, esto no sale”, explicó el Cacique. Según este recluso, “en otros lados no hay este tipo de gente”.

El Decreto Nº 104/011 de marzo de 2012 detalla que “el personal penitenciario y policial en funciones penitenciarias deben garantizar el uso y goce de los derechos humanos de las personas privadas de libertad”.

Estos operadores penitenciarios son parte del nuevo escalafón civil “S” creado a partir de la visita y el informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas, Manfred Nowak, en el que explicaba que había “condiciones de reclusión infrahumanas en diferentes cárceles” de Uruguay.

Operadores penitenciarios de Punta de Rieles (archivo Presidencia / abril 2012)

Mientras se juega el partido, algo lejos de la cancha una mujer operadora penitenciaria camina y conversa sin inconvenientes con un grupo de 10 reclusos.

“Nosotros lo que no queremos es ver policías: vemos policías cuando hay algún lío en alguna barraca. Si no, a la policía no la vemos”, dijo el Cacique. Según Guzmán, “el policía es el que los detiene en la calle y los conduce ante el juez”, por eso “ellos los ven como el enemigo”, entonces “es muy difícil trabajar la rehabilitación desde ese enfrentamiento”.

El deporte y la rehabilitación

Sorrentino, el coordinador de las actividades deportivas de esta jornada, cree que el deporte en las cárceles es un éxito, y ese éxito “se cimenta en que la educación física puede utilizarse como herramienta educativa, en la cual podés potenciar un montón de buenos valores que están implícitos en el deporte y fomentar hábitos saludables que para todos los que participan han sido muy lejanos en el transcurso de su vida”.

Él es licenciado en Educación Física, Recreación y Deportes, y generalmente sus colegas le dicen “mirá dónde te metiste…”. Sin embargo, él entiende que esta es su vocación. “No te digo que todos podrán ser rehabilitados porque participen de la clase de educación física”, pero “realmente el trabajo da sus frutos”.

Mauro Sorrentino dijo que llegó a la cárcel "con pocas certezas y muchas incertidumbres", pero ahora tiene muy claro su objetivo: “Esta gente tuvo un pasado complicado; la idea en este presente es intervenir nosotros para que el futuro sea mejor”.

Por Juan José Marti con la colaboración de Andrés Payssé