Por la sexóloga Mirta Ascué (*).
Las mujeres de mi generación no teníamos clítoris. NO que supiéramos por lo menos. Y si algo escuchabas o te contaban, rondaba en aspectos de disminución o ideas de incompletud, como, “una arvejita”, un “botoncito”, “pequeña colina” y la máxima “pene atrofiado”, el que no llegó a ser como el potente él si, visible siempre, pleno de simbología y monumentos en su nombre, el eternamente ponderado pene-falo.

Mirta Ascué.
Pero saber que existía no significaba en absoluto tener idea de “para qué”, visto quizás como una molestia muchas veces, ya que cuestionaba el deber ser de una “verdadera relación sexual” que implicaba sin dejar lugar a dudas, la heterosexualidad y el coito vaginal como experiencia máxima. Había que tener prácticas que lo estimularan y los discursos rondaban en posturas que garantizaban un mayor contacto, desde el coito. No había educación sexual, ni internet, ni Google, ni revistas. Y los libros de anatomía no hacían la más mínima mención. Era ese pequeño desconocido. Algo así como un resabio evolutivo, parecido al apéndice que no tiene función.Felices aquellas que habían descubierto, desde chicas o más grandes, por azar, por no haber interiorizado la represión, o por tener compañeros que sí sabían, en fin, por lo que sea, las maravillas de la autoestimulación o la estimulación en pareja de ese mágico “botoncito”.
Y es que desde siempre a la mujer se la educó desde lo que no tiene, nunca desde lo que sí tiene. Se le decía y aún dice a una niña: “no, tú no tienes pene”. ¡Caramba, claro que no! Tenemos vulva y saber de las estructuras que la componen ayuda mucho a una mujer desde niña a conocer mejor su cuerpo sexuado, que no es un cuerpo sólo para la reproducción, en lo que si abundan, (útero, trompas, ovarios, vagina) sino conocer su anatomía del placer, que no está centrada en la vagina (que es casi insensible en sus dos tercios más internos), sino CONOCER la vulva de nombre y verla. Labios externos, labios internos, clítoris, meato urinario, entrada (o salida) de la vagina. Y que mamá, la abuela, la maestra, en fin todas las mujeres tenemos vulva.
La Punta del Iceberg
Fue por los años 80 del siglo pasado, o sea, hace muy poco, que una australiana, la urologista Dra. Helen O´Connell, reveló que el clítoris, más que una pequeña colina, se aproximaba más a una montaña. Del mismo sólo asoma al exterior una porción, el glande, siendo todo el resto de su estructura interna.
En búsqueda de otras afecciones comenzó a interesarse por el clítoris, constatando que en el libro con el que se formaban en anatomía los estudiantes de medicina y ella misma, la Anatomía de Gray, no lo describía, sin embargo tenía dos epígrafes completos sobre el pene, su fisiología, neuroanatomía y su vascularización.

Durante su investigación encontró que la primera mención al clítoris databa del 1545 durante el Renacimiento, por parte de Estienne, quien lo menciona en un trabajo basado en una disección. Luego durante dos siglos aparecía y desaparecía. En la Edad Media se decía que para que la mujer pudiera concebir era necesario el placer porque se creía que la mujer producía también un “esperma”, el famoso médico Hipócrates, ya entonces recomendaba frotar el clítoris con un aceite perfumado. En esa época se decía que las mujeres eran lúbricas y los hombres lógicos, lo cierto es que por esas épocas había más placer para la mujer sin dudas, salvo por las consecuencias no deseadas como la maternidad ya que no había mucho desarrollo de anticoncepción. O´Connel descubrió que la Anatomía de Gray en 1900 tenía una descripción bastante detallada del clítoris y en 1948 desaparece toda mención al mismo. Curiosa coincidencia en occidente con el discurso político, religioso y educativo de la posguerra convenciendo a las mujeres a retornar al hogar a cumplir su sagrado papel de madres, esposas y amas de casa.
El Clítoris es “políticamente INcorrecto”
El clítoris desafía muchas certezas. Para empezar que el coito vaginal es la máxima expresión de la sexualidad humana. Lo sería sí para la reproducción, pero no para el placer de la mujer sobre todo. Por lo tanto cuestiona el heterosexismo y el coitocentrismo, dos “centrismos” que se dan por “la” norma en sexualidad.
Luego, y a pesar de los nostálgicos Freudianos, no existe tal cosa como un orgasmo clitorídeo inmaduro e infantil y un orgasmo vaginal maduro, logrado éste si a través o por medio del coito vaginal. Toda la investigación en sexualidad de la mujer, muestra que más del 70% de las mujeres no logran el orgasmo con el coito, necesitan la estimulación del clítoris para lograrlo. ¿No sería mucha soberbia decir que el 70% de las mujeres tienen un problema? Y es suficiente sólo su estimulación.
También que la porción de la vagina que es sensible se relaciona justamente con las estructuras del clítoris alrededor de la uretra y de la entrada de la vagina y hasta unos 4 centímetros aproximadamente, luego es insensible.
Sin dudas nos da la pauta de por qué dos mujeres pueden disfrutar mucho de una relación sexual placentera sin necesidad de penes artificiales, creencia habitual de que si no lo tienes, ¡lo compras!
Aclaremos otro mito en torno a la sexualidad de la mujer, el aspecto de la lentitud, la Dra Ellen Laan de la Universidad de Ámsterdam investigó sobre Respuesta Sexual de la Mujer y encontró al igual que otras y otros colegas, que la velocidad de respuesta de la mujer es igual a la de los hombres: de unos pocos minutos. Usando un vibrador sin manos ajustable colocado en el clítoris y con intensidad manejable por la usuaria y exponiendo a las mujeres a visualizar material erótico, éstas lograban el orgasmo muy rápidamente. Sus conclusiones son muy claras, si no hay problemas orgánicos que lo justifiquen, toda mujer que no ha tenido un orgasmo es en realidad Pre-orgásmica, aprendiendo unas técnicas concretas para estimularse toda mujer puede llegar al orgasmo, eliminando así la etiqueta de anorgásmica. Y el único tratamiento que le recomendarán a toda mujer es la autoestimulación directa y a aprender a hacerlo si no lo hace. Luego como dice otra investigadora, es como andar en bicicleta, al principio te caes muchas veces, para luego aprender a dejarte llevar, ¡y ya no te caes más! Con el aprendizaje para lograr el orgasmo pasa algo parecido. Mucha investigación en sexualidad de la mujer coincide en mostrar que hay una relación directa entre la no práctica de autoestimulación y falta de orgasmo en sus relaciones sexuales. La conclusión a la que se arriba tanto desde la investigación internacional como la nacional (Informe XX ¿Qué nos dicen las mujeres que van? Ascué y otros, 1999) es que las mujeres son educadas para ser reflejo y partner del varón sin tener en cuenta para nada la realidad anatómica sexual de sí misma, convencida ella -y si no la convence él- de que si no goza con el coito es porque tiene un problema. El clítoris desafía toda lógica patriarcal y heterosexuada al ser el único órgano en el cuerpo humano que tiene como única función el placer. No sirve a la reproducción, no produce nada, ni secreta nada. Es la antena orgásmica de la mujer y necesita ser estimulado de manera directa o, en algunas, indirecta para lograr el orgasmo. Hasta el famoso Punto G según las últimas investigaciones de O´Connel y otras, darían claridad de que, es tocando desde dentro de la vagina, en la pared anterior y a unos cuatro centímetros aproximadamente, estructuras relacionadas al clítoris (que está afuera) donde muchas mujeres relatan sentir un placer especial al ser estimuladas. El clítoris es sin dejar lugar a dudas, el centro anatómico del placer en la mujer. Luego es el cerebro, primer órgano sexual del ser humano, que, reprimido o liberado, hará el resto.
(*) Sexóloga – Docente
Integrante de Sexur.
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