Por Fabienne Faur, de AFP
El joven, estudiante de cuarto año de Historia Americana, suscita polémica y somete a dura prueba la sacrosanta enmienda de la Constitución de su país sobre libertad de expresión.
"Cada grupo --negros, hispanos, judíos y mujeres-- tiene su propia representación en el campus. ¿Por qué no los blancos?", argumenta ante la AFP mientras distribuye en los senderos del campus octavillas contra la construcción de una mezquita en el barrio.
Baltimore es una ciudad de mayoría negra, pero la cercana universidad de Towson tiene 67% de estudiantes blancos.
"Vivimos en un campus en el que se discrimina a los blancos, hay programas de discriminación positiva" para las minorías, se lamenta este estudiante, grande, algo obeso y con una camiseta con la leyenda "Hijo de la Libertad" en cuya espalda puede leerse: "con el pretexto de la diversidad, en la Facultad se rechaza a los blancos y a los asiáticos con mejores calificaciones".
La Corte Suprema de Estados Unidos tomará en 2013 una decisión en la materia que podría sentar jurisprudencia, tras haber abordado el caso de una estudiante blanca que se quejaba por haber sido rechazada en una universidad de Texas a causa del color de su piel.
Por el momento, Matthew Heimbach es "presidente" de un sindicato, el Sindicato de Estudiantes Blancos, que aún no existe legalmente a pesar de los treinta miembros con los que ya cuenta, según él.
Para su legalización necesita un "tutor", un profesor o un directivo de la universidad, que no termina de hallar.
Un nacionalismo blanco exacerbado
No es el primer intento de este joven. El año pasado ya lanzó una asociación bautizada Juventud por la Civilización Occidental cuyo tutor finalmente se separó del grupo.
La organización "tiene un programa que se ufana de la supremacía de la raza blanca", explica Victor Collins, vicepresidente adjunto de la universidad a cargo de la política sobre diversidad.
"No tengo problema con que quieran celebrar su propia cultura, pero sí lo tengo cuando se trata de la supremacía blanca". Y lamentó que Matthew haya invitado a incorporqrse a Jared Taylor, fundador del periódico Renacimiento Blanco, "muy conocido por pregonar la superioridad de la raza blanca", agregó.
Es cierto que el discurso del joven, que niega ser racista, tiene todos los ingredientes del nacionalismo blanco exacerbado: despotrica contra los marxistas, la sociedad multicultural y advierte contra el futuro "genocidio" que se producirá cuando las minorías étnicas se conviertan en la mayoría de la población de Estados Unidos.
Su voluntad de crear un sindicato de estudiantes blancos ha suscitado polémica y muchos debates. Unas 1.150 personas firmaron una petición en su contra: para Adi, un estudiante negro de Ciencias de la Educación, "la iniciativa parece racista".
La primera enmienda de la Constitución estadounidense, que garantiza la libertad de expresión, "es casi sagrada en este país", recuerda Collins: "La universidad está muy comprometida con la protección del ejercicio de ese derecho por todos los estudiantes, por más negativas que sean sus posiciones".
"No estamos de acuerdo con las posiciones" de Heimbach "pero lo toleramos", afirma, antes de asegurar que como el joven continúa sin cumplir los requisitos administrativos exigidos para la creación de su sindicato, "la decisión de la universidad al respecto sigue siendo hipotética".
