La transexualidad ya no es considerada una enfermedad mental

La guía de enfermedades mentales de referencia de la Psiquiatría ya no considera a la transexualidad como enfermedad mental. Para Michelle Suárez, doctora en Derecho y activista por los derechos de la población trans, este cambio debería repercutir lo antes posible en la formación y en la práctica de los psiquiatras, que “siguen tratando como enfermos mentales a personas trans”. De todas maneras, cree que ese cambio no se dará en poco tiempo.

Actualizado: 05 de diciembre de 2012 —  Por: Redacción 180

La transexualidad ya no es considerada una enfermedad mental

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La última edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales (el DSM-5), elaborado por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) y tomado como referencia por la Psiquiatría mundial, ya no considera a la transexualidad como una enfermedad mental.

El periódico español El País de Madrid informó este miércoles que el órgano directivo de la APA aprobó el 1º de diciembre la nueva edición, fruto de la primera revisión en 20 años de los criterios diagnósticos que lo rigen. Esta nueva edición, que ya no contiene el término “Trastorno de la Identidad de Género”, se publicará en mayo de 2013.

La doctora en Derecho Michelle Suárez dijo a 180 que este cambio es un “enorme avance”, ya que deja de lado “una serie de pensamientos fundamentalistas” que consideran antinaturales a algunos cuerpos y que rechazan el concepto de la transexualidad (en cualquiera de sus versiones: transgénero, transexual o travesti) como “una identidad de género más”.

Suárez consideró que tomar a la transexualidad como enfermedad servía como excusa para garantizar el derecho a la salud a las personas trans. “La disforia (de género) no es una enfermedad, pero los tratamientos identitarios sí deberían ser tratados como política de salud, porque no atenderlos como procesos identitarios y considerarlos procesos estéticos implica que muchísimas mujeres trans terminen muertas por mala praxis”, sostuvo.

Además, comentó que el tiempo que le llevó a la Asociación Americana de Psiquiatría dar este paso tiene que ver con que la ciencia no siempre saca sus conclusiones a partir de conocimientos técnicos, sino por la influencia de los valores y conceptos culturales del entorno.

Dijo que un ejemplo claro de esto es la concepción del sexo que tiene la ciencia, que toma como único factor decisivo a la genitalidad definida y no a los aspectos de la personalidad. Por ello, consideró Suárez, ante casos de intersexualidad (personas que nacen sin genitales, o con genitales masculinos y femeninos) los médicos deciden operar al bebé según lo que ellos consideran correcto o más fácil, sin esperar a que manifieste rasgos de personalidad. “Posteriormente, cuando esa persona crece, se dan enormes problemas, porque muchas veces esa persona no siente que el sexo asignado por el médico es el que en realidad siente”, comentó Suárez.

La abogada espera que este cambio en el manual de la APA repercuta lo antes posible en la formación y en la práctica de los psicólogos, que “siguen tratando como enfermos mentales a personas trans”, opinó. Además, “un muy mal diagnóstico puede realmente lastimar fibras muy íntimas de una persona”, añadió Suárez.

De todas maneras, no cree que el proceso de cambio en la práctica psiquiátrica se dé a corto plazo, proque “los cambios culturales jamás son en poco tiempo”.

La exlusión del “Trastorno de la Identidad de Género” del Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales todavía no se dio en el ICD-10, el listado que maneja la Organización Mundial de la Salud (OMD), según informó El País de Madrid.

Suárez explicó a 180 que por lo general las opiniones de la APA tienen mucha trascendencia en el ámbito internacional y que es “una especie de dogma”. “Lo que sale de ahí está totalmente tomado como palabra santa”, señaló.