De una placenta uruguaya a salvar vidas en Brasil

Una parte de las placentas que las madres uruguayas donaron al momento del nacimiento de sus hijos hoy es utilizada para atender a los quemados graves en la tragedia en Santa María, Brasil. Héctor Pérez Campo, coordinador del Banco de Tejidos del Instituto Nacional de Donación y Trasplante, contó a 180 el proceso que permitió a Uruguay atender al pedido "desesperado" de los brasileños en poco más de un día, algo que no tiene antecedentes en el país.

Actualizado: 29 de enero de 2013 —  Por: Emiliano Zecca

De una placenta uruguaya a salvar vidas en Brasil

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En la tarde del domingo el Banco de Tejidos del Instituto Nacional de Donación y Trasplante recibió un mail de Brasil. Era un pedido en carácter de emergencia del banco de tejidos de Río Grande, que funciona como coordinadora estadual. "Pidieron por favor que hiciéramos algo porque estaban tapados de enfermos quemados y no sabían qué hacer. Eso fue el domingo a las tres de la tarde. Mientras estudiamos el stock, nos dimos cuenta de que no cubríamos los tiempos. El traslado debía ser en menos de cinco horas por razones de conservación. Se tomó la decisión a nivel de gobierno de usar el avión de Ancap que utiliza el presidente y el pedido salió este lunes a las 18:30 directo a Porto Alegre. Llegó a las 21:00 y los tejidos estuvieron disponibles enseguida", contó Pérez Campo.

La solicitud se hizo a toda América Latina a raíz del incendio de un boliche en Santa María, Brasil, que mató a 231 personas y lesionó gravemente a otras 116. Se pidieron tejidos laminares compatibles para el tratamiento de grandes quemados, que pueden ser piel o amnios (membrana fetal que recubre la placenta). Ambos se colocan en las grandes extensiones quemadas y cumplen la función de barrera en esa zona donde falta piel. Sirven para proteger del ingreso de microbios, la pérdida de calor y de líquidos o proteínas, las tres grandes causas por las que muere un quemado.

En este caso, un 50% de los sobrevivientes de la tragedia de Santa María necesita tejidos laminares y Uruguay envió una gran cantidad de amnios, que se puede conservar fresco (dura 10 días) o en gricerol (dura dos años) como lo hace Uruguay. "Tiene una característica que lo hace de elección cuando tenés un gran quemado. Si vos le ponés a la persona una membrana de amnios, automáticamente se le va el dolor. Eso no es cosa menor, porque el dolor de un gran quemado es una cosa brutal, que a veces requiere anestesia y otras altas dosis de morfina. Cualquiera de esas dos circunstancias implica drogar a una persona que se está jugando la vida, por eso el amnios da un soporte terapéutico importantísimo. Luego se retira y se repone, mientras se trata la herida y se combina con aplicación de piel", explicó el coordinador del Banco de Tejidos.

Ese amnios es donado por las madres luego de dar a luz. Las mujeres deben manifestar su voluntad antes y si no quieren esa placenta se descarta. "Se establece que la placenta se dona con fines terapéuticos o de investigación. En ese sentido, el Instituto Nacional de Donación y Trasplante tiene convenios con diferentes instituciones. La parturienta recibe el planteo y ella en total libertad resuelve. Un porcentaje muy importante de personas decide donarla y en el momento del nacimiento se la coloca en un recipiente a 4°C y se la trae al instituto", explicó Pérez Campo.

A nivel internacional se estandarizó que una unidad de tejido laminar es de 50 centímetros cuadrados. Pero en Uruguay se procesan productos finales de 36 centímetros cuadrados para no desperdiciar tejidos y que todo sea aprovechado. A Brasil se enviaron 200 unidades y en situaciones como ésta se usa hasta el último centímetro.

En casos de urgencia como el de Santa María, los convenios internacionales establecen que se dé prioridad, incluso por encima del propio país, a la región afectada. Uruguay es un protagonista directo en este caso porque está a 300 kilómetros de donde sucedió la tragedia. De todas maneras, se dona una parte del stock existente y se deja un "stock crítico" para la atención local y evitar que el programa nacional quede sin cobertura. Si se necesitara más, por ahora Uruguay no está en condiciones de donar porque se quedaría sin stock.

Cromañón: un punto de partida

A pesar de que las situaciones eran similares, ésta es la primera vez que Uruguay hace una donación de este tipo. Pérez Campo explicó que lo de Cromañón fue "caótico" y el Cono Sur no tenía aceitados los mecanismos logísticos para poder donar. "Quizás, como dice el refrán, no hay mal que por bien no venga y lo de Cromañón sirvió para ajustar criterios de logística que hoy por hoy funcionaron de forma excelente. Pudimos darle una mano a esta gente y es la primera vez que en poco más de 24 horas se pusieron los tejidos en manos de los médicos en Brasil", contó.

El material almacenado tiene garantía de calidad porque está chequeado y validado su proceso de conservación. En el caso de la logística hay exigencias internacionales, que refieren al traslado de material biológico entre Estados y los controles se hacen en la Aduana, también para verificar la seguridad del tejido. "Esto se logró gracias a que Uruguay es un país con una cultura de la donación y nada sería posible si atrás no hay gente o sus familiares que está donando piel como decisión en vida para el momento de su fallecimiento", aseguró Pérez Campo.