“Adentro del consultorio no se jode”

A través del psicoanálisis Gabriel Rolón no pretende “que un tipo se ponga bien”. “Yo quiero que un tipo descubra una verdad aunque esa verdad le duela”, señaló en entrevista con No toquen nada. Además, el autor de cuatro libros sobre psicoanálisis que vendieron más de 600.000 ejemplares habló de los “trucos” de esta profesión que cuenta la serie Historias de diván y contó cómo se emocionó cuando vio su creación en televisión por primera vez.

Actualizado: 28 de julio de 2013 —  Por: Redacción 180

“Adentro del consultorio no se jode”

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Entrevista de Joel Rosenberg a Gabriel Rolón realizada en el programa No toquen nada de Océano FM.

Joel Rosenberg: Gabriel, un placer recibirte aquí en No toquen nada de nuevo.

Lo mismo digo. Estaba esperando ansioso pasar por esta radio.

JR: Muchas gracias.

Ayer cuando veníamos le decía a Eugenia de Planeta: "¿Cuándo tengo que venir a Océano?" Por la belleza de la radio, el estilo particular que tiene yo lo disfruto mucho.

JR: Muchas gracias. En los correos dicen "como la mayoría, lo conocí por Dolina y descubrí el placer de escuchar a un gran reflexionista". Mirá cómo te califican. Este no lo tenía en el currículum para presentarte.

Yo tampoco. Es la primera vez que lo escucho.

JR: Buscando cómo presentarte, porque todos sabemos tu participación en el programa de Dolina y los medios de comunicación y tus libros, pero esto trae a colación tu profesión: psicólogo. Desde allí nacen estas historias, estos libros y después la serie. Pero antes qeu todo y antes que nada, decías vos, "soy músico". "Hice todo lo posible por serlo, estudié canto, piano, guitarra, armonía y composición, soy profesor de música". Así que deberíamos empezar por ahí.

Sí, en el comienzo fue la música, diría parafraseando el Génesis. Por ejemplo, es la actividad que yo sé que me va a acompañar hasta el final de mis días. Yo podré dejar de hacer cualquier cosa. Nunca podría dejar de ser músico. Nunca podría dejar de sentarme un ratito al piano o agarrar un minuto la guitarra porque decía el amigo Julio Sosa, que ustedes conocen también, recitaba al comienzo de La Cumparsita, porque desde chico me acunaron sueños en voces de tango, "me acunaba tango en la canción materna para llamar el sueño". Ese es el verso exacto de Celedonio Flores que recitaba don Julio Sosa. Y yo siento que a mí me pasó algo parecido, a mí también me acunaba la voz de mi madre, todo el tiempo cantando, o de mi padre. Nosotros íbamos a veces a visitar a mi abuela, que vivía más o menos lejos, en el camión de un tío, y no había lugar adelante. Adelante viajaban mi tío que manejaba y las dos mujeres, mi mamá y mi tía. Yo iba atrás con mi papá. Y mi viejo me entretenía todo el camino enseñándome a memorizar canciones. Yo no sabía leer todavía. Viajábamos dos o tres horas y al término yo tenía que haber aprendido al menos la mitad de una canción. Y fue como una conexión muy directa la de la música con mis afectos. Yo quería ser músico, yo hice todo para ser músico. Soy psicoanalista porque no pude ser músico, mejor dicho, porque no pude vivir de la música, no pude trabajar de la música, y apareció después el psicoanálisis como una segunda pasión, muy fuerte también.

JR: Ahora tenés un espectáculo en el esplendor de tu profesión mediática. Como psicoanalista explotás pero vas a Medianoche en Buenos Aires y ahí sos feliz.

Es que aproveché eso, ¿no? Dolina decía chiste que había muchos profesores que se levantaban una mina y le hacían el amor para poder enseñarle el piano. Al revés, no con la excusa de enseñar el piano le hacía el amor sino le hacía el amor para poder enseñarle a tocar el piano. En ese sentido yo pegué esta vuelta y aproveché la masividad que me dio el psicoanálisis para decir: "bueno, me voy a dar mi gusto Wood Allen". ¿Viste que Woody Allen una vez por semana toca en un bar de Manhattan porque le gusta? Yo hice eso y dije: por un mes al menos me voy a dar el gusto una vez por semana en Buenos Aires hacer lo que yo quiero, que es este espectáculo que se llama Medianoche en Buenos Aires. Fui por un mes y ya llevo un año y medio y ya empezamos desde hace un tiempo con la gira por toda Argentina. Estoy siendo muy feliz porque siento que eso era lo que yo quería.

JR: ¿La gente te va a escuchar por Rolón conocido o a esta altura ya el boca a boca del espectáculo logró que venga público por Rolón músico?

Yo creo que la gente es tan buena conmigo que viene a escuchar a ver qué está haciendo Rolón. Pero en serio. Porque algunos vienen y dicen: "ah, yo pensé que era una charla", pero se quedan toda esa hora y media escuchando esa música de cámara, de piano y violín, escuchándome relatar como si fuera una scheherezade rioplatense y masculina, contar una historia, y se van muy emocionados y muy bien. Pero yo agradezco eso, que la gente viene sin saber muy bien lo que yo voy a hacer. Yo sé, no me engaño, sé que la gente prefiere escucharme hablar de psicología, del amor, de los celos, de la infidelidad. Yo prefiero lo otro. También disfruto mucho de las charlas por esa comunicación fuerte con la gente pero cuando me subo a hacer Medianoche es otro lugar para mí.

JR: Sos psicólogo de grande.

A los 27 empecé la carrera. Carrera que me gustó muchísimo, que disfruté muchísimo y que transité con mucho sacrificio. Hay gente que tiene la posibilidad, yo tengo una persona muy querida que tiene 35 años y empezó Filosofía en la UBA. Y hace de alguna materia por cuatrimestre, está allí porque le gusta y quiere leer filosofía y le encanta que esto lo acompañe su vida. Yo necesitaba laburar y me encanta la psicología pero yo sabía que no podía hacer eso. Yo cursaba 10 materias por año: cuatro un cuatrimestre, cuatro el otro y dos en el curso de verano. Desesperadamente quería rápidamente ejercer porque me apasionaba la clínica y todo lo demás era algo inevitable para tener el título que me habilitara. Imaginate que vos en tu carrera para conducir radio tenés materias que no te interesan. Saquémosla rápido porque lo que yo quiero es estar frente a un micrófono pronto. Y yo quería estar muy pronto escuchando un paciente, porque eso era lo que yo soñaba, lo que me apasionaba. Y a partir de eso, fijate vos qué raro, cuando yo me olvido del sueño de hacer arte, de hacer radio, de hacer música, es que me llama Dolina. Me estoy yendo a mi casa con el bolso, ya está, dejo el fútbol y me llaman de Peñarol o Nacional. "Volvé que hay lugar y te queremos probar". Entonces me volví y me puse los cortos.

JR: ¿Por qué te llamó Dolina?

Porque Guillermo Stronatti, ellos estaban haciendo temporada en Mar del Plata y Guillermo tenía que volverse a Buenos Aires porque tiene una empresa de publicidad, por dos semanas. Y a Guillermo se le ocurrió: "¿Por qué no lo llamás por dos semanas a Rolón?" Nosotros éramos amigos, yo había sido músico de Alejandro, había colaborado en guiones en un programa televisivo. "Llamalo a Rolón que toca la guitarra, canta". Para la parte cantada, porque para lo otro estaba Dorio en ese momento que es un tanque intelectual. Me dijeron si no quería ir por dos semanas. "Bueno, vamos a cumplir por dos semanas un sueño. Yo voy a poder decir en algún momento 'yo trabajé dos semanas con Dolina'". Así que me fui a dar un gusto de dos semanas. Me acuerdo el primer día como si fuera hoy. Entré, llevé la guitarra, cuando entro le pregunto a Alejandro: ¿qué hago? ¿Entro en el último bloque de música? Y me dice: "No, sentate y si se te ocurre algo, decilo, pero tené cuidado, no digas tonterías, porque lo que digas lo vas a tener que sostener. Así que si decís algo que no sea un lugar común porque te voy a preguntar". Pavada de presión que Dolina te diga "mirá que yo te voy a preguntar". Y entonces me subí ahí por dos semanas y me quedé casi 15 años, no me fui más.

JR: ¿Cómo vivís este éxito editorial?

Yo mentiría si dijera "no fue fácil" porque el director editorial de Planeta en Argentina, Nacho Iraola, es un tipo increíble y es un tipo que le gusta que el autor haga lo que tiene ganas. Pero él trataba de convencerme de otra cosa. "Sos psicólogo", en Argentina había quedado un hueco por un problema que había tenido Jorge Bucay, que vendía muchísimo y en un momento dejó de vender y como que ahí había una franja por la cual ellos pensaban que yo podía ser el que ocupara ese lugar. Me llamaban para jugar de nueve y yo era arquero. Les dije: "yo de nueve no juego, si vos me querés en el equipo yo voy al arco". Yo no puedo escribirte un libro de autoayuda, de tips, porque no es lo que yo hago, soy psicoanalista.

JR: Pero eso vende un montón, la autoayuda.

Muchísimo. Incluso Jorge que ahora se ha restituido, un tipo que le gusta mucho a la gente, que escribe.

JR: Pero no es tu estilo.

No es lo mío, yo hago otra cosa. "¿Y qué harías?" Y le escribí un caso. Yo quiero contar esto. Y me dijo: "¿Y a vos quién te parece que va a comprar un libro donde una chica de 23 años se muere de cáncer, donde un tipo deja la familia a los 40 y pico de años porque se hace gay? ¿Te parece que lo vamos a vender?". Dije: "No sé si lo vamos a vender, pero es lo que yo quiero escribir. Si me acompañás lo hacemos". Y como nos hicimos muy amigos me dijo "y bueno, dale". Me acuerdo el almuerzo cuando terminamos el libro, Mariano, mi editor, y Nacho, el director editorial, brindamos y dijimos: "no vamos a vender nada pero hicimos lo que quisimos". Así que la pasamos muy bien. Y después el libro explotó.

JR: Un fenómeno editorial impactante. 600.000 en total los cuatro libros.

El fenómeno es raro. A mí me pasaba de estar en un lugar público y que vinieran dos o tres personas a la mesa. "Justo estaba leyendo su libro". El subte, que es una de las pocas cosas que les falta para ser una de las ciudades más bellas del mundo. En Buenos Aires es como ir al baile, por si hay alguna mina linda, vos bajás porque capaz que pasa hoy, pero si funcionan bien son maravillosos. Esto de ir en el subte y mirar y encontrar cinco o seis leyendo lo que vos escribiste es muy fuerte. Historias produjo algo muy fuerte que también lo produjo este último libro. Yo te diría que fue mucho más descomunal que Historias porque El lado B del amor vendió 100 mil ejemplares en menos de dos meses. A Historias le llevó un año vender 100 mil ejemplares. Explotó de golpe.

JR: Pero vos ya sos un nombre, ya lo construiste, la gente confía.

Sí, sobre todo la editorial confía, que no es menor que vos vayas con un proyecto y te banquen.

JR: ¿Y este paso de llevarlo a la televisión?

Mirá, yo estoy muy emocionado y sobre todo me emocioné mucho la primera vez que lo vi porque yo soy muy cuidadoso pero hasta obsesivamente posesivo con mis cosas, entonces cuando me dijeron yo dije: "bueno, yo lo cedo con una condición: yo soy el guionista y yo soy el adaptador". Entonces me dijeron: "Pero nunca escribiste un guión de tele, tenés que laburar con alguien". Bueno. "Pero yo tengo la última palabra sobre el guión". Yo no quiero que se confunda lo que Manuel Levin, nuestro protagonista, va a hacer, con lo que hace un terapeuta, y sobre todo con lo que hacen los terapeutas de otras series que están casi apoyados en la mala praxis, donde hay un terapeuta que se aprieta una paciente. Mirá que este es un analista y es ético, no va a haber zancadillas para mostrar porque la trama lo requiere. Adentro del consultorio no se jode. Adentro del consultorio va a ser el analista que tiene que ser. Entonces nos pusimos a trabajar con Marcelo Camaño, que es un guionista de Montecristo y ese tipo de series, trabajamos juntos, pero cuando hubo que venirse a Uruguay, que para mí es insólito, fue insólito en ese momento, que me dijeran que para que el proyecto se haga lo vamos a filmar a Uruguay, yo dije: "no entiendo, ¿por qué tenemos que ir a Uruguay? Los canales argentinos son grandes, hay muchos productores". "Pero los que confían en nosotros son uruguayos, sino no lo podemos hacer". "Pero yo no voy a poder estar todos los días supervisando. Bueno, vayan". Y con cara de traste me quedé mandando los guiones que faltaban. No iba a tener ni mínima opinión sobre ciertos casting porque yo estaba en Argentina. Uno a veces tiene esas cosas infantiles, y a mí me agarró una puchereada. Dije: bueno, listo, métanse en el bolsillo la historia. Me equivoqué, agarren los derechos, hagan lo que quieran. Enojadísimo. Y me decían: "che, pero vení a Uruguay". "No, listo, háganlo ustedes, que les quede lindo, que Dios los ayude, porque yo no". Me salió El lado B de Rolón. "Gaby, hay que venir para prensa". "No, no quiero". Entonces las chicas de Planeta me decían "Gaby, vení, hacelo por nosotros". Bueno, por la editorial voy, está bien. Y un día que llegué a la productora, me dijeron "tenés que venir, están los actores", yo qué sé, llegué y yo que generalmente trato de ser muy amable, cuidar hasta mis estados de ánimo, qué culpa tienen ustedes, llegué y dije "buenos días, mi nombre es Gabriel Rolón, creo que me están esperando". "Sí, sabemos quién sos, Gabriel, vení, pasá". Me llevaron a una oficina y me dijeron: "dicen que esperes acá que ahora vienen". Bueno. "Mientras tanto si querés tomá, te dejo para que vayas viendo algo". Y me dejaron viendo seis horas. Y cuando llegaron yo estaba llorando y llorando y me dijeron: "¿Qué te parece la serie?". Y yo dije: "Son unos turros. Yo quería bajar para no darle bola a nadie quiero besar a todos". Así que ahí bajé y estuve con Jorge, con los actores uruguayos.

JR: Vos decís que se abre la puerta de un consultorio y hacías una especificaciones sobre qué consultorio. También hiciste especificaciones cuando te preguntaron por otras series internacionales sobre el psicoanálisis, y que esto es específicamente psicoanálisis. ¿A qué te referís con eso? ¿Qué diferencias tiene que haber?

La manera de intervenir, por ejemplo. Un psicoanalista no es igual a un psicoterapeuta. Digo porque a veces me dicen "ahora que hay muchas series de psicoanalistas". Mentira, la única es Historias de diván. Las demás ninguna es psicoanalista, lo cual no habla mal, simplemente es la diferencia. Son terapeutas de otras líneas. Por ejemplo, un psicoanalista no suele intervenir si no es a partir de los dichos del paciente. Para que un psicoanalista intervenga tiene que citar de algún modo al paciente. Si vos ves Historias de diván vas a ver que todo el tiempo antes de cada intervención, devolución o interpretación, Jorge le dice: "vos en una sesión dijiste que... y en otra dijiste... y en tu sueño aparece esto...". Así construye un analista, no es un caprichoso que saca conejos de la galera. Dos: al ser yo un psicoanalista tengo que tener un conocimiento que los guionistas no tienen por qué tener. Un guionista de televisión tiene que escribir una trama atrapante, no tiene por qué saber que está metiendo la pata y que algo no es así. Yo sí. La ética del psicoanálisis tiene que estar muy cuidada porque en una trama, y repito, no lo digo como una crítica, está bárbaro para un guionista, qué mejor que tener una escena donde el psicoanalista es el que se enamora de la paciente, qué mejor que tener una escena donde se descontrola y mete la pata para generar tensión. El psicoanalista no hace eso porque sería un mal analista, se nos cae toda la estructura. Vamos a tener una actitud ética. Psicoanálisis trabaja con diván, las otras teorías no. Vas a ver que en Historias de diván hay muchas escenas de diván y no son todas porque tuve que cede porque el director me decía: "Gaby, no puedo sostener 25 minutos la cámara sobre un tipo acostado, por favor dejame que lo siente, que en algún momento se pare". No se paran y caminan por el consultorio los pacientes en psicoanális. "Una o dos permitime a lo largo de la serie para poner algún movimiento". Él lo resolvió igual de modo magnífica. Juan tiene escenas estáticas donde vos por ahí no te vas a dar cuenta pero si prestás atención todo el tiempo la cámara está generando movimientos para que de un modo subliminal vos no sientas ese estar estática. Hay cuestiones que tienen que ver con desde dónde interviene, qué peso le da la historia de ese paciente, la historia con sus padres, a la infancia, que no es el peso que le da la psicoterapia. Sí a veces la psicoterapia es más aquí y ahora, es más actual. Son muchísimas diferencias que yo tenía deseos de poner en juego.

JR: Algunas son muy sutiles para el público general pero quedan claras.

De todos modos cuando la aclaramos se ve.

JR: Muchos de los "trucos" de psicoanalistas, leyendo Palabras Cruzadas, Historias de diván, en un juego que permití de leer y al mismo tiempo ver algunos de los capítulos, hay una diferencia en la parte donde el psicoanalista lo hace en tiempo presente: "me acaba de decir tal cosa", "se está por enojar pero hoy es necesario que se enoje": Eso es más difícil de llevar a la tele, esa parte no está.

Totalmente. Por eso había que acomodar porque en el libro yo me puedo permitir escribir dos o tres páginas lo que yo pensé, por qué intervine de esta manera. "Se está angustiando pero hoy tengo que dejar que se angustie" o "se está angustiando y me parece que no está preparado". Por eso vuelco esa información mucho en el diálogo que él tiene con Pedro, su amigo, que es el personaje que hace Humberto de Vargas, donde charlan en el vestuario de la cancha de tenis todo el tiempo y hablan de los pacientes. Yo lo uso a él para volcar información que no puedo escribir. Y no queremos trabajar en off. Era un recurso pero a los directores de cine no les gusta. La lectura es que el director pone en off lo que no sabe cómo mostrar en imágenes, y para un director es un desafío mostrar en imágenes, entonces dijimos: no lo vamos a usar mucho ese recurso. Creo qeu una sola vez lo usamos.

JR: ¿Y son los trucos? ¿Nos estás contando los trucos del psicoanalista?

Sí, claro. Lo que estoy tratando de contarle en el libro es cómo funciona la mente de un analista. Por qué no es caprichoso que un día la sesión la corte 20 minutos antes. Hay un motivo para eso.

Miguel Ángel Dobrich: Eso me llamó la atención. El corte de la sesión. Por qué es que se puede cortar la sesión antes. En Palabras Cruzadas creo que está el corte de una sesión.

Sí, en el caso Luciana.

MAD: Claro. Y era "tengo que cortar ahora para que ella procese"; y fue como un alivio para mí.

Por algo cortamos la sesión o por algo la estiramos. Eso es un recurso lacaniano, lo que también marca una diferencia, no solo del psicoanálisis con las terapias sino de los lacanianos con los freudianos, que tienen un tiempo estipulado.

MAD: Cuánta pica tienen ustedes, ¿eh?

No, con los freudianos somos primos hermanos, o mejor dicho, somos hermanos. Con los demás somos primos, con algunos primos lejanos. Pero yo respeto a todos, respeto a toda la familia si son serios. Se puede trabajar seriamente desde cualquier teoría. Yo elijo el psicoanálisis porque me apasiona eso. Yo no quiero, y va a sonar feo, que un tipo se ponga bien. Yo quiero que un tipo descubra una verdad aunque esa verdad le duela. Es lo que a mí me gusta por eso trabajo con el psicoanálisis. Cuando ese paciente que a los 40 y pico de años empieza a tener un temor y una consciencia de que a lo mejor es gay, en el caso Víctor de Palabras Cruzadas, yo podría de un modo terapéutico ayudarlo a sostener, porque él quería a su mujer y a su familia y la quería en serio, no era una tortura, pero yo lo que escucho es que la verdad está por otro lado. Él me dice: "Si yo sigo por ahí me voy a hacer pelota". Yo le digo: "Haga lo que quiera, pero es por acá su verdad. Yo lo acompaño si va por acá, si se quiere bajar antes nos damos la mano y va a otro lugar donde lo ayuden a sostener esto otro. Yo no voy a dejar de marcar lo que estoy escuchando".

JR: El espectáculo Medianoche en Buenos Aires lleva un año y medio, ¿no?

Sí.

JR: Está tu mujer también.

Está Teresa que escribió el guión conmigo, y el violinista. Está tocando el violín con Federico Mizrahi al piano, que es el director musical, y hacemos temas de Federico la mayoría, si bien yo me permito en un encuentro, me llevo por delante en una esquina entre Discépolo y Manzi y me toman como juez, y Discépolo me dice: "Escuche cómo Manzi escribió mejor que yo" y Manzi me dice: "mentira, Discépolo es mejor". Entonces me empiezan a decir "escuche estos versos" y yo los canto, entonces vamos haciendo un duelo a puro verso entre Discépolo y Manzi y ahí canto, canto temas que no son de Federico, son Discépolo y de Manzi, pero después casi todo el espectáculo está con ese clima que recorre toda esa hora y media en el cual voy narrando encuentros diferentes con Borges, con Freud, con García Lorca, pero atravesados por una búsqueda muy íntima y muy profunda de este caminante. El desafío es el hecho de que la gente entre en el código, que la gente entre en que va a escuchar un cuento. Si la gente hace eso vos no sabés la emoción que se genera porque los lugares afectivos por los que discurre el personaje tienen que ver con los lugares afectivos por los que discurrimos todos. Vos tomaste algo que yo había dicho en una nota: ¿A quién no lo dejó un amor? ¿Quién no ha perdido un ser querido? Medianoche está recorrido por estos lugares afectivos. Yo creo que es un espectáculo que gustaría mucho acá. Muchísimo.

JR: ¿Va a estar en Montevideo?

No es fácil porque necesita un productor uruguayo que apueste a traernos. Nosotros tenemos esa operativa pero yo creo que es lo único que nos puede jugar en contra, pensaba yo, porque nosotros queremos acá, nos jugaba en contra el nombre. Cuando lean "Buenos Aires" no va a venir nadie, van a decir: "¿Qué se creen estos porteños?" Pero como en realidad no es un espectáculo localista, porque el personaje discurre por Buenos Aires por una cuestión de comodidad, pero podría discurrir y pasar de la Plaza Cagancha a la Rambla, y podría ir en otro sitio. Lo que pasa es que por comodidad geográfica, esto lo decía Dolina, cuando le decían: "¿Usted vivió en Flores?", "Nunca". ¿Y por qué escribió en Flores? "Por comodidad, porque la gente conoce Rivadavia y Artigas, donde está la plaza Flores y conocen Gaona y Boyacá, conocen lugares, y si yo la sitúo en Villa del Parque por ahí nadie lo conoce". Entonces por comodidad mi personaje se mueve en Buenos Aires.