Es claro que para ambas partes en litigio los 10 millones que se reclamaban eran una anécdota, monedas. Acá lo que estaba en juego era la autonomía y credibilidad de la DGI frente la presión de uno de los empresarios más poderosos del país.
En esa pulseada Casal ganó por el apoyo del presidente José Mujica quien, con la excusa de salvar al país de un posible juicio millonario, provocó un atropello institucional.
Nunca en la historia del país un presidente había pasado por arriba de Economía y la DGI para resolver un litigio tributario. Mujica dijo que Presidencia actuó porque Casal planteó un recurso. Es cierto. Pero él pudo darle la derecha a su ministro de Economía o al titular de la DGI, que entienden que Casal debe dinero por impuestos de transferencias de jugadores que no abonó.
Cuando entrevistamos en No toquen nada al abogado defensor de Casal, Leonardo Costa, le preguntamos si recordaba un caso así, donde desde Presidencia se resuelve un conflicto de Impositiva. Costa, que es docente de derecho tributario y fue secretario de Presidencia en el gobierno de Jorge Batlle, dijo que nunca había escuchado algo similar.
Lo que intentó Mujica fue mostrar a la DGI como derrotada. En una entrevista en TeveCiudad Mujica dijo que los fiscales de gobierno a los cuales consultó Presidencia encontraron muchos errores en los procedimientos y que en la Justicia “todos los fallos han estado en contra de la decisión de la DGI”.
El dato que dio Mujica, con el que jugó todos estos meses, es erróneo. La DGI solo perdió en la Justicia Penal. Pero la DGI ganó el caso en la Justicia civil, dos veces, en primera y en segunda instancia.
En octubre de 2008 la que falló la jueza en lo civil Loreley Operti. Un fragmento del fallo dice lo siguiente acerca de las empresas en el extranjero que Casal usaba para las transferencias:
“(...) Viene de verse que se utilizan sociedades panameñas que solamente tienen en su haber derechos económicos de jugadores, con finalidad que no ha sido explicada y por esta razón la Administración está autorizada por la ley (art. 66 del C.T.) a suponer que la intención es obtener un mayor beneficio fiscal, en violación del principio de igualdad de los contribuyentes ante la ley”.
La defensa de Casal apeló y el 15 de abril de 2009 intervino un tribunal de tres jueces que, por unanimidad, le dio la razón a Impositiva. Un fragmento de ese fallo, dice lo siguiente:
"(...) es claro que los recurrentes están adquiriendo una renta producida en el país (...)
En efecto si los jugadores no desarrollaran su actividad en un club del medio no se generarían derechos federativos que transferir por lo que mal puede hablarse de que el factor capital no tiene su fuente en el país . (...) Por consiguiente existe la verosimilitud necesaria del acaecimiento del hecho generador de los tributos cuyo cobro se pretende salvaguardar".
Además de estas dos instancias en lo civil, donde ganó la DGI, estuvo la instancia penal donde el caso se archivó y la del Tribunal de lo Contencioso Administrativo.
En el TCA, donde se presentan recursos contra la administración, el juicio aún no tenía resolución. Una fuente del TCA dijo esta semana a No toquen nada que los ministros ni siquiera habían accedido al expediente para empezar a analizar la decisión que iban a tomar.
Y en el juicio penal hay un dato que se menciona poco y nada: la fiscal Dora Domenech decidió archivar el caso, no hubo juicio. Casal contrató todos los estudios de abogados penalistas más prestigiosos, entre ellos el de Gonzalo Fernández, el hombre más fuerte del gobierno de Tabaré Vázquez. Y la fiscal pidió el archivo; no dejó siquiera empezar la instancia.
¿En qué se basa Mujica entonces? Presidencia lo explica claramente en el comunicado que dio a conocer la noticia del archivo del caso. Allí se señala que no se duda de la “fundabilidad técnica de la posición” de la Administración. El presidente no duda entonces de la deuda. Pero se elige, según señala el comunicado “ponderar, ante todo, eventuales resultancias que pudieran generar posibles contingencias económicas” al Estado.
Ganó el susto, la versión del hipotético juicio de Casal al Estado ante el hipotético triunfo de Casal en el juicio ante el TCA.
Este hecho, este atropello institucional, fue ignorado por todos los partidos. La oposición guardó un respetuoso y sospechoso silencio ante un empresario que los puede silenciar en la campaña.
Peor aún fue lo de Tabaré Vázquez. El expresidente apoyó públicamente a Mujica en su decisión sin hablar del fondo del asunto; apeló a frases hechas de pleitos y arreglos.
Con los dos grandes líderes del Frente Amplio de aliados y la oposición en silencio, la estrategia de Casal tenía todo para ganar. A eso se sumó que varios medios (sobre todo El Observador y El País) repitieron durante un año y medio la versión del juicio que iba a hacer temblar al país. Todo el tiempo se citó a los especialistas tributarios que alegaban que Casal no debía. Casi todos abogados que habían sido contratados por Casal.
En resumen: Hubo cuatro instancias judiciales. En la Civil ganó las dos veces la DGI, con la opinión de una fiscal, una jueza y después un tribunal, uno de ellos, Jorge Chediak, actual miembro de la Suprema Corte de Justicia.
En lo penal no se realizó el juicio porque una fiscal pidió el archivo. En el TCA, que está fuera del Poder Judicial, los ministros no estudiaron el caso que está en curso.
Y la DGI, el Ministerio de Economía y el vicepresidente creen que Casal le debe al Estado. Astori dijo en una entrevista en TCC que “hay deuda, como la marcó la DGI, y que los deudores tienen que ser todos iguales ante la ley”.
Lo que primó en esta historia fue el juego del susto. Casal como tantas otras veces hizo “¡buh!” Y, como siempre, logró su cometido y arrasó con todo.
Pero Casal no es lo importante, es un empresario y juega para su negocio. Lo trascendente, lo grave es ver es como el presidente compró esta historia y se llevó puesta la credibilidad de la caja recaudadora del Estado.
Esa es la consecuencia dura: que ahora sabemos que no somos todos iguales ante la ley, que ahora sabemos que en materia de impuestos no somos todos iguales ante la DGI.
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