Los electores de este país insular en medio del Atlántico Norte acudieron a las urnas para renovar los 63 diputados del parlamente (Althing) en unos comicios proporcionales a una vuelta.
Bjarni Benediktsson, presidente del Partido de la Independencia (PI), la formación conservadora forzada a dimitir en enero, fue uno de los primeros dirigentes en votar, acompañado por su mujer y sus dos hijos en un colegio electoral de Gardabae, cerca de la capital. Se declaró optimista y confiado, pese a todos los pronósticos que prevén la derrota de su formación. "He tomado nota de lo que los sondeos dicen, pero creo que vamos a tener mejores resultados de lo previsto", dijo.
Preguntado sobre la importante franja de entre el 10 y el 15% de abstenciones o de voto en blanco, según los sondeos, indicó que a su juicio se trataba de electores conservadores acostumbrados a votar para su partido y que estaban desmovilizados.
Esta preocupación sobre la importancia de la abstención y del voto en blanco la comparte Maria, de 42 años, propietaria de una peluquería, que votó en el mismo colegio electoral. "Es triste", dice, añadiendo que no ha habido campaña electoral pero que votará por la formación de la actual primera ministra, la socialdemócrata Johanna Sigurdardottir, una líder política que se asume abiertamente su homosexualidad, porque "siempre ha sido auténtica".
La coalición de centroizquierda formada por los partidos Socialdemócrata y de Izquierdas-Verdes (IV), en el poder desde febrero, encabeza todos los sondeos. Los dos partidos ya anunciaron que seguirán gobernando juntos en caso de victoria.
En el poder durante 18 años hasta que en enero pasado se vio obligado a renunciar, el Partido de la Independencia debería ser castigado en las urnas, pues la población lo considera responsable del derrumbe del sector bancario a finales de 2008, como consecuencia de la crisis financiera y económica mundial desatada el pasado verano (boreal).
Ningún partido puede lograr solo la mayoría absoluta, dado el reparto de los votos, y debe por lo tanto buscar socios para poder formar un gobierno que, en la república insular, detiene el poder ejecutivo real. Según un último sondeo, publicado el viernes por la noche, el partido Socialdemócrata obtendría el 29,8% de los votos y el partido Izquierdas-Verde el 26,3%.
El PI, artífice de la liberalización del sector bancario al origen del boom económico y de la crisis financiera, lograría un 23,2%, muy por debajo de su mínimo histórico de 1987, cuando logró el 27% de los votos.
Los socialdemócratas de Sigurdardottir, hicieron una campaña basada en la necesidad para el país nórdico, cuya moneda se ha desvalorizado casi un 44% en un año, de ingresar cuanto antes en la Unión Europea (UE) y de adoptar el euro. Una postura que su aliado, IV, no comparte, aunque admite la necesidad urgente de abordar esta cuestión que divide profundamente a los islandeses. Los euroescépticos temen que la adhesión a la UE perjudique la tradicional industria de la pesca.