Una despedida tan anunciada como triste

Nacional perdió ante Atlético Nacional de Medellín por 1 a 0 y quedó eliminado de la Copa. Sin intensidad ni tensión competitiva, el Tricolor se tomó el partido con la certeza de que no tenía futuro en un torneo en el que tiró la toalla tras la segunda fecha.

Actualizado: 18 de marzo de 2014 —  Por: Diego Muñoz

Una despedida tan anunciada como triste

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No podía terminar de otra manera el andar en la Libertadores para Nacional. Es el final que el propio Nacional decidió para sí tras la segunda fecha, cuando su técnico, Gerardo Pelusso, decidió que la Copa se jugaba con suplentes. El mensaje lo entendía un niño de primero de escuela: se tiraba la toalla en lo internacional a pesar de que apenas se habían jugado dos partidos de seis.

La excursión a Colombia presentó una oportunidad inimaginable, pero con jugadores faltos de ritmo y competencia, el equipo se quedó sin piernas a pesar de jugar con uno más desde los 20 segundos.

Para colmo, sumido en una crisis de juego y resultados también en el Clausura, la Libertadores pasó a ser un estorbo. Nacional jugó la revancha ante los colombianos sin intensidad, sin tensión competitiva, sin convicción. Salió a cumplir con un torneo que ya no le importaba. Con la cabeza en otra parte, nunca pudo meterse en el partido. Fue un equipo raquítico en lo futbolístico y débil en lo anímico. Sin chispa, inofensivo, inerte.

Nacional consiguió un punto sobre 12 y lo peor de todo es que todavía deberá jugar otros dos partidos que serán un karma.

La poca gente que concurrió al Parque, el mensaje le llegó a los hinchas, vio un partido inusual en la Libertadores. Frío, insulso, indolente. Salió Pelusso con un sistema en el que por detrás de Juan Cruz Mascia colocó a Gastón Pereiro, Renato César y Carlos De Pena. El medio lo repartió con Maxi Calzada y Rafael García.

A ritmo de práctica se jugó el primer tiempo. Los colombianos la tocaron sin profundidad y tampoco fueron agresivos para atacar. Nacional fue incapaz de superar sus propias limitaciones. Tiró una infructuosa presión alta, casi no tuvo la pelota y cuando la consiguió no supo qué hacer con ella.

El segundo tiempo comenzó con un poco más de ritmo. Pelusso puso a Iván Alonso por un Renato César al que no le salió nada y Pereiro se iluminó. En tres minutos los tricolores generaron dos claras situaciones de gol.

Pero a los 63 perdió la pelota Nacional en posición de ataque y los colombianos metieron una contra letal que definió Edwin Cardona.

El gol desestabilizó del todo al equipo y los problemas se agravaron. Pases errados, pelotas perdidas, intentos tan desesperados como ineficaces, fueron parte de un repertorio que exasperó a la gente.

Nacional se planteó llegar a la fase de grupos y una vez que lo logró se dio cuenta que no estaba a la altura de sus rivales. Lejos de pelear, eligió bajar los brazos. Resignado, sin juego ni postura, se encomendó a un milagro. Y los milagros no existen.