Diego Muñoz

Tenfield no tiene límites

En el 99 las cosas venían mal para Francisco Casal y los ex jugadores Enzo Francescoli y Nelson Daniel Gutiérrez. Dentro de la Asociación Uruguaya de Fútbol había mayoría de presidentes que pensaban votar una oferta de 82 millones de dólares para vender los derechos televisivos del fútbol uruguayo y no la de 50 millones que ofrecía Casal.

Actualizado: 20 de noviembre de 2014 —  Por: Diego Muñoz

En plena Asamblea de Clubes, exclusiva para directivos, la puerta se abrió de forma intempestiva. Casal, Francescoli y Gutiérrez irrumpieron enojados. Me lo contó quien en ese momento era presidente de Liverpool, Fidel Russo, uno de los tres que mantuvo su postura. “Casal empezó a señalar uno por uno a los directivos a los gritos. Decía “vos me debés favores, vos me debés favores”. Cuando me lo dijo a mí le contesté: “Epa, epa, Casal, yo no le debo nada a usted”. Y Casal le respondió: “Usted no, pero todos los demás, sí”.

Aquella noche, mucho más aciaga que cualquier derrota deportiva en la historia, comenzó la peor era para el fútbol uruguayo. Años en los que no se puede discrepar, en los que no se admite el disenso. Si el que se atreve a no estar de acuerdo con Casal o su empresa Tenfield es un dirigente se lo aparta de la AUF. Si es un jugador se le corta la carrera, si es un técnico se le cierran las posibilidades de dirigir y si es un periodista se lo intenta censurar.

Uruguay creó un monstruo indeseable. Lo dejaron crecer y nadie hizo nada. Un monstruo capaz de decirle al presidente de la AUF que sabe a qué colegio van sus hijas o a un técnico que no va a dirigir nunca más en su vida.

Creció en el fútbol pero se ramificó a todos los ámbitos. Plantear que el problema de Tenfield es un tema del fútbol es un burdo intento por negar la realidad.

Casal se reúne con el presidente de la República, José Mujica, cuando quiere para hablar de lo que quiere. Viajaron juntos a España, compartieron comidas en las que se trataron temas de comunicación y el presidente respaldó a Tenfield con varios de sus actos.

Casal sienta a los líderes de la oposición en el momento que se le ocurra para hablar de lo que se le ocurra. ¿O escucharon a algún integrante de los partidos políticos que no están en el gobierno tener la osadía de criticarlo?

Casal hace con los medios de comunicación lo que tiene ganas, al punto de lograr que comunicadores y medios que hace pocos años le dedicaban tapas comparándolo con Al Capone hoy lo traten de Caperucita Roja.

Ni hablar con la inmensa mayoría de los directivos del fútbol uruguayo. Le cuesta un mensaje de texto.

Así, como el nombre del programa “Sin Límite”, tal vez el mejor autohomenaje que alguien se haya hecho jamás.

Quitarle los goles a canal 4 para exigirle que echen a Mario Bardanca y que rompan un acuerdo comercial con la cadena Fox es algo normal. Así ha sido su forma de operar desde que entraron a la fuerza en la Asamblea de Clubes de la AUF. Pero no por reiterativo deja de ser indignante.

Nadie le va a pedir a los empleados de Tenfield un sensato análisis introspectivo. Pero al menos a los que tienen la debilidad de hablar de las 400 familias ojalá también les importe las que sus patrones dejan o intentan dejar sin trabajo.



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