La muerte del jugador de Atlético Paraná, Cristian Gómez, conmocionó a Argentina. El futbolista se desmayó en pleno partido y, más allá de los intentos que hicieron para reanimarlo, murió. Tenía 27 años. Si bien el presidente del club dijo que a Gómez se le había realizado una ergometría poco tiempo atrás y “le había dado muy bien”, su compañero Ariel Bulay declaró que “no le había salido bien el último electrocardiograma”.
Tampoco está claro por qué no se utilizó el desfibrilador. Los dirigentes de Boca Unidos, el equipo local, afirman tener uno a disposición, pero los médicos del conjunto de Paraná decidieron no usarlo.
Es la última muerte de una lista que tiene algunos casos con repercusión mundial.
En junio del 2003 el camerunés Marc Vivien Foe falleció en Lyon, durante la disputa de la Copa de las Confederaciones. Se desvaneció durante el partido que su selección jugaba ante Colombia.
En enero del siguiente año el delantero húngaro Miklos Feher, que jugaba para el Benfica portugués, murió de la misma forma en pleno partido.
En octubre murió Serginho, jugador del San Caetano, mientras enfrentaba al Santos.
En agosto de 2007, el defensor del Sevilla Antonio Puerta se desvaneció y si bien salió caminando del campo, sufrió otro desmayo en el vestuario y murió a los tres días.
En 2009, en plena pretemporada, Dani Jarque, capitán del Espanyol, falleció en su habitación mientras hablaba con su señora.
En 2015 murió el belga del KSC Lokeren Grégory Mertens, tres días después de sufrir un desvanecimiento durante un partido. Tenía 24 años y sufrió un paro cardíaco en el campo.
Schiavone es deportólogo y también secretario general de la Sociedad Uruguaya de Medicina del Deporte y asistente grado 2 de la Cátedra de Medicina del Deporte y Ejercicio de la UdelaR.
Consultado por 180, el médico de Danubio contó que el desfibrilador es “imprescindible” para reducir el riesgo. “No es un tema de plata, cuestan menos de dos mil dólares. Nosotros comenzamos a llevarlo a todos los partidos”, dijo.
Schiavone explicó que la causa de muerte súbita se divide por edad. “En los mayores de 35 años las causas más frecuente son la miocardiopatía, los infartos, la alteración en las arterias coronarias. En los menores de 35 años, la causa principal es la cardiomiopatía hipertrófica”, señaló.
El desfibrilador a nivel de campo permite un intento de reanimación más rápido. “El desfibrilador reconoce los ritmos, las arritmias, los ritmos del corazón. Hace una descarga eléctrica y resetea el corazón con un schock que intenta devolver el ritmo normal de latidos”, contó Schiavone, quien explicó que hay un caso de muerte súbita cada 200.000 deportistas: “Es infrecuente pero aun así vale la pena porque estás hablando de la vida de una persona. Esto es lo que hay que transmitir”.
Para Schiavone todos quienes estén vinculados a un deportista deben estar preparados para hacer una reanimación cardiopulmonar. “Jugadores, técnicos, kinesiólogos, utileros, dirigentes. Tienen que saber al menos de forma primaria cómo se hace una reanimación”, dijo.
Pero el doctor de Danubio apunta a otro factor que disminuye en un “80 por ciento” el riesgo de una muerte súbita. “La evaluación cardiológica precompetitiva es la prevención. Tampoco evitás un caso de muerte súbita pero lo disminuís”, indicó.
Destacó Schiavone que en Danubio puede hacerlo y reconoció que en otros clubes del fútbol uruguayo “no pasa esto” por una cuestión económica. “Precisás personal, aparatos. Y al no estar estandarizado, ante los primeros problemas económicos se corta la prevención. Pero en el exterior no contratan nunca un jugador sin hacer este tipo de evaluaciones”.
Para prevenir “también es importante un buen cuestionario porque casi todas las causas de muerte súbita son hereditarias y si hacés las cosas bien es posible detectarlas y evitar, por ejemplo, que el deportista siga compitiendo a alto nivel”, explicó Schiavone.
Pero a pesar de todos los controles “hay muertes inevitables”, comentó.