"No hay país poderoso y pueblo en el mundo, que pueda doblegarnos", desafío el presidente de facto Roberto Micheletti la noche del sábado, afirmando sin dar fundamentos que el frente interno que apoya a Zelaya, con bloqueos de carretera y manifestaciones, comenzó a "debilitarse".
"En esta tierra se respeta lo que los gobiernos dicen", agregó Micheletti, quejándose porque el embajador de Washington en Tegucigalpa, Hugo Llorens, visitó el miércoles a Zelaya en la frontera de Nicaragua con Honduras.
Desde el 28 de junio, cuando se consumó el golpe, el gobierno afronta las presiones de Estados Unidos y de toda la comunidad internacional. Pero no cede y se apoya en empresarios y en los principales dirigentes de los dos grandes partidos, Liberal y Nacional (ambos de derecha).
Por su parte, el canciller español Miguel Ángel Moratinos afirmó que su gobierno no avalará elecciones en Honduras que se lleven a cabo bajo el gobierno de facto, según declaraciones publicadas este domingo por El País de Madrid.
"Es indudable que, si se celebran elecciones con un gobierno de facto, y sin garantías internacionales, no lo podemos avalar", dijo Moratinos, al ser interrogado acerca de si el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero reconocerá o no al gobierno que surja de las elecciones de noviembre en Honduras.
Zelaya pasó el sábado por la localidad de Ocotal, en la zona fronteriza de Nicaragua con Honduras, donde se entrena una rudimentaria fuerza rebelde autodenominada "ejército popular pacífico". Después regresó a Managua para preparar un viaje a México.
Allí tiene previsto analizar el martes, con el presidente Felipe Calderón, la reactivación de la mediación que encabeza el presidente de Costa Rica y Premio Nobel de la Paz, Oscar Arias, una negociación que Zelaya había dado por fracasada tras dos ruedas de diálogo que generaron mucha expectativa.
"Quiero decir desde aquí, a los diferentes miembros de la sociedad hondureña que se debaten en las calles contra este régimen de represión, que la sangre que están derramando no va a ser en vano, porque vamos a luchar infatigablemente" hasta revertir el golpe militar, dijo Zelaya durante su breve incursión por la zona fronteriza.
Cientos de hondureños que simpatizan con Zelaya y han sido perseguidos por el gobierno de facto atravesaron por puntos ciegos la frontera para apoyarlo, burlando los controles militares que rigen del otro lado.
En Costa Rica, el secretario general para Iberoamérica, Enrique Iglesias, llegó el domingo con la intención de conversar el lunes con Arias sobre la crisis. Arribó a San José junto a la vicepresidenta del gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega.
La dirigente española confirmó por otro lado que también estará el lunes en Costa Rica el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza.
En Tegucigalpa, cientos de simpatizantes del mandatario derrocado y su esposa, Xiomara Castro, velaron en la sede del Colegio de Profesores de Educación Media de Honduras (Copemh) los restos de Roger Vallejo, un docente de secundaria que murió el sábado tras ser baleado el miércoles por policías mientras participaba en una manifestación.
Otro docente fue asesinado el domingo tras salir del velorio de Vallejo, en un episodio que, según allegados de la víctima, también estaría vinculado a la represión del gobierno.
Martín Florencio Rivera "murió de 27 puñaladas cuando salía del velorio de Vallejo, es la misma forma en que mataron al compañero en El Paraíso", afirmó a AFP el presidente del Colegio de Profesores de Educación Media de Honduras (Copemh), Eulogio Chávez.
Las autoridades policiales propusieron a los seguidores de Zelaya negociar para garantizarles la seguridad durante las manifestaciones, tras los cuatro seguidores muertos desde el inicio de la crisis.
"Se ha nombrado un equipo de la Policía Nacional para negociar con ellos, cuando así lo decidan", afirmó este domingo el comisionado Napoleón Nazar Herrera, uno de los designados por la Secretaría de Seguridad para el diálogo.