Tuvimos que “descolgar chicos que se cuelgan por las condiciones en que viven”

El sistema de reclusión de adolescentes es caótico, con jóvenes que se cuelgan por las condiciones de reclusión y edificios inútiles para su función. Así describieron las autoridades del Instituto Nacional de Inclusión Social Adolescente (Inisa, exSirpa) la situación de los 18 centros que administran al presentarse en el Senado para solicitar un incremento presupuestal.

Actualizado: 02 de setiembre de 2016 —  Por: Mauricio Erramuspe

Tuvimos que “descolgar chicos que se cuelgan por las condiciones en que viven”

Colonia Berro (Archivo Adhoc ©Javier Calvelo)

El 30 de agosto, la presidenta y el vicepresidente del Inisa, Gabriela Fulco y Eduardo Katz, comparecieron en la Comisión de Hacienda y Presupuesto del Senado, en el marco del debate de la Rendición de Cuentas. Allí solicitaron un incremento presupuestal para que el funcionamiento del nuevo organismo, creado a partir del fracaso de las experiencias del Semeji y del Sirpa, pueda cumplir con los objetivos que le plantea la ley: la rehabilitación de los adolescentes en conflicto con la ley penal.

Y el panorama que describieron fue definido como “paupérrimo”.

Se trata de “una situación crítica para los jóvenes que hoy alberga el sistema y que nos toca atender y rehabilitar”, dijo Fulco. Ella comenzó a trabajar en este sistema el 20 de mayo de 2015. En comisión contó cómo vivió aquella llegada.

“El ingreso al sistema fue el descubrimiento de un Uruguay que no pensábamos que teníamos, pese a que proveníamos del sistema penitenciario de adultos. Las condiciones de internación en todos los niveles resultaron paupérrimas. Lo único que uno puede sentir cuando entra a esta institución y ve a los jóvenes en la situación en la que están, es dolor”, afirmó según consta en la versión taquigráfica de la sesión.

La “pobreza interna” de los 18 centros hace que ninguno cumpla con los estándares internacionales para la prevación de libertad de menores de edad. Además, no cuentan con personal especializado en esa tarea.

“En el primer semestre de trabajo –ya hace un año– lo que hicimos fue apagar incendios en lo relacionado a la conflictividad del sistema, descolgar chicos que se cuelgan permanentemente por las condiciones en que viven. Les digo que no es nada desagradable descolgar un chico para salvarle la vida. ¿Qué es lo que lleva a los chicos a esa situación de autoagresión? Las condiciones en las cuales están recluidos y no otra cosa, más allá de que también muchos de ellos vienen de situaciones de encierro prolongado por la falta de una gestión con contenidos desde el punto de vista psicoterapéutico, educacional, de actividades recreativas, artísticas, esto es, la integralidad que debe tener un tratamiento”, señaló Fulco.

La jerarca consideró que esas autoagresiones son un alerta sobre el funcionamiento del sistema. “La red vibra porque todos los días un chico que está en pleno desarrollo y en una etapa en la que sentimos que tiene toda la vida por delante y hay esperanza, está cortándose para autoeliminarse”, agregó.

Edificios que no cumplen su función

Respecto a la situación edilicia, el Inisa denunció que la infraestructura es vetusta y las condiciones de alojamiento, paupérrimas, con colchones que no pueden llamarse colchones, ausencia de almohadas, frazadas, falta de agua caliente en diversas oportunidades, entre muchas otras carencias.

En el momento de la comparecencia en la comisión del Senado, el sistema albergaba a 486 adolescentes privados de liberad. Además, hay otros 232 con medidas alternativas a la prisión.

“Debemos saber que, cuando los jóvenes en conflicto con la ley son privados de libertad, es de lo único de lo que son privados: de deambular libremente, lo que significa que conservan absolutamente los demás derechos”, dijo Katz.

En ese sentido, Colonia Berro “se encuentra en un estado de deterioro muy avanzado. Constantemente estamos haciendo reparaciones y tratando de solucionar situaciones en el día a día, de forma tal que estamos apagando incendios. El resto de las estructuras –las más modernas– tampoco cumplen con los requisitos como para ser centros de mediana y máxima seguridad”.

Ese aspecto fue cuestionado por la oposición ya que en el período anterior se invirtieron 20 millones de dólares en la construcción de nuevas centros. Pero las autoridades del Inisa denunciaron que esas nuevas edificaciones tampoco sirven.

Katz describió que esos edificios destinados a adolescentes que requieran mediana y máxima seguridad tienen “hierros que se doblan” y “paredes que se rompen, porque son huecas o rellenas de material que no es adecuado”.

Respecto a esas irregularidades mencionaron que están corriendo auditorías tanto en el Ministerio de Desarrollo Social como en el INAU pero dijeron que ya no están bajo su competencia.

“Estos edificios no cumplen con la función para la que fueron creados. Ese es un hecho objetivo”, enfatizó Katz.

Personal “emparentado”

Otro problema señalado por Fulco fue el de la falta de personal capacitado y los constantes problemas sindicales que enfrenta el organismo. Además denunció que ha ingresado personal “absolutamente emparentado” con funcionarios anteriores y que se genera “una cultura del terror” con los adolescentes.

“Tenemos un gran árbol genealógico dentro del Inisa; no sabemos cómo ingresó gente que está absolutamente emparentada, y eso genera dificultades, porque si se mueve alguien de un lugar salta media red del sistema. Esto se vincula también con la situación sindical, que genera obstáculos permanentes –que todos conocen– y una cultura básicamente del terror tanto para los chicos, porque en muchos casos no ha dejado que denuncien las cosas que les han pasado, como para las familias, que también permanecieron silenciadas respecto a estas situaciones bajo la amenaza de que les iba a ir peor a sus hijos”, afirmó.

Reclamos presupuestales

Fulco y Katz describieron una situación crítica también en cuanto al personal necesario tanto para atender directamente a los adolescentes como para el funcionamiento del organismo. En tal sentido, reclamaron un incremento presupuestal que debería ser del 75% para cumplir con el óptimo necesario. Dijeron que saben que eso no es posible y entonces plantearon un incremento del 40%. El Ministerio de Economía tampoco lo aceptó.

Así llegaron a un reclamo de un 15,23% en los recursos del Inisa que les permitiría el ingreso de 273 nuevos funcionarios.

“Me parece importantísimo señalar que sin este incremento presupuestal y sin recursos humanos no tenemos Plan B para funcionar y cumplir con el mandato que surge de una ley promulgada y que nosotros, como integrantes de la Administración, tenemos la responsabilidad de llevar adelante”, afirmó Katz.

“Violencia institucional”

Tras describir toda esta situación, Fulco señaló: “no tenemos nada que nos permita sacar adelante a la institución, más allá de un plan –porque somos conocedores de la materia, hemos estudiado durante treinta años y hemos estado en continua formación sobre este tema– en el que nos movemos con la base científica de este conocimiento y podemos augurar que puede ser exitoso si disponemos de los fondos necesarios”.

El presupuesto que solicitaron, reiteró, es el mínimo necesario para cumplir con la finalidad del organismo. “Es otra generación que no podemos perder, que tenemos que sacar adelante”, afirmó respecto a los adolescentes.

“Más fondo que el que se ha tocado creo que no se puede tocar; ya es hora de cambiar y para eso estamos pidiendo los recursos mínimos”, sentenció.