Fue pionero del skateboarding en el país, es hijo de un pastor metodista, fue alumno de la Escuela de Artes Visuales de Nueva York e inventó una técnica de pintura de tablas de surf. Eduardo Bolioli comenzó dibujando de niño a Súper Ratón y Popeye y hoy, a los 55 años, busca transmitir un mensaje a través de sus obras.
“Con los skates fui contando historias. Lo tomé como una forma de relatar lo que fueron los principios del skate en Uruguay usando tablas en desuso, lo que le da mucho más valor a la obra porque no es simplemente una decoración. Eso fue lo que llevó a esta muestra”, contó Bolioli a 180.
La muestra, llamada “4 décadas rodando”, se encuentra en el lobby de la Torre 3 del World Trade Center y puede visitarse de lunes a viernes de 08:00 a 20:00, hasta el 14 de octubre inclusive.
El skate y la naturaleza
En el WTC se encontraba hace 40 años la primera pista de skate de Montevideo. Bolioli recordó que fue armada por una empresa privada primero en Punta del Este en el verano del 79, donde “fue el boom” de la temporada y luego fue trasladada a la capital. Su familia se había ido de Uruguay a Suiza por motivos laborales de su padre cuando él era un niño y volvieron en 1972. Cuando llegó, con un skate bajo el brazo, lo miraban con asombro porque era algo desconocido. Para el verano del 79, le llevaba bastante ventaja al resto de los jóvenes locales.
“Todos los fines de semanas se hacían competencias y justo el primer torneo de slalom lo gané yo. Llegaban a haber mil personas viendo cómo andábamos. En el diario El Día sacaban tres páginas semanales sobre los skaters locales. Entonces de la mañana a la noche nos transformamos en pequeñas estrellitas deportivas, era muy cómico. Esa época fue buenísima”, dijo.
La muestra de Bolioli incluye obras de diversos estilos. A partir de tablas en desuso -que en varios casos rescató de ser tiradas a la basura-, cuenta historias sobre su juventud, sus experiencias como skater o surfer y sus ideas sobre temáticas actuales que lo preocupan. Una de ellas es el cuidado del medio ambiente y la necesidad de un cambio en ese sentido.
Bolioli se fue de Uruguay ese mismo 1979 para Nueva York, donde estudió en la Escuela de Artes Visuales y luego se mudó a Honolulu, Hawaii, para regresar a Uruguay en los 90. Ya abocado de lleno a las artes, comenzó a involucrarse más en el tema del reciclado, y a intentar transmitir lo que piensa.
“Mi idea siempre es intentar aunque sea con una de las obras transmitir un mensaje, que haya algo de valor, que si uno lo mira de repente lo haga pensar ‘quizás podría hacer las cosas de otra manera’. Como artista plástico uno es más que un dibujante o pintor, es un comunicador y creo que es lo que debemos hacer: intentar dar un mensaje más allá de ser vanguardista o no”, comentó.
Desde hace unos pocos años volvió a vivir a Honolulu pero las veces que ha venido a su país ha quedado “totalmente asombrado” con la suciedad de las playas.
“Me daban ganas de llorar cuando fui a la playa de Carrasco el otro día. Es un cementerio de plásticos, nunca vi algo más sucio. La gente se va acostumbrando a eso y el plástico nos está envenenando. Lo veo en Hawaii, donde estoy trabajando con dos fundaciones en la parte de comunicación visual, y trabajamos en limpiezas de playas”, remarcó Bolioli.
Entre Haring, Warhol y los polinesios
El pintor dijo que la suya fue una de las primeras generaciones en ser influenciadas por los dibujos animados, lo que derivó en el arte pop con artistas como Roy Lichtenstein, Andy Warhol, Keith Haring o Jean-Michel Basquiat. En la década del 80 nació el grafiti como arte, tomando a estos artistas en las galerías cuando hasta entonces se lo consideraba simple vandalismo.
Bolioli definió a su estilo como una mezcla de ese arte pop con aspectos muy étnicos como los tatuajes polinesios, el arte guatemalteco o el africano. Comienza dibujando texturas lineales con marcadores, habitualmente de un solo trazo. Sin embargo, en la muestra también se ven algunas obras en las que se empleó el calado en distintos relieves y no falta el que fue su “gran aporte al arte del surfing”: el marcador Posca sobre la tabla.
Contó que hasta 1987, las tablas de surf se decoraban con resinas o se pintaban con aerógrafo sobre la espuma, debajo de las capas de resina. Bolioli quiso dibujar con esos marcadores sobre la espuma pero por ser muy porosa era imposible.
Comenzó a experimentar con los Posca sobre la tabla terminada, lo que le llevó unos 50 intentos para lograr que no se borre, colocándole capas de lacas acrílicas y de automóvil. El resultado final fue “algo único” desde lo visual, consiguiendo colores más fuertes y marcando un cambio en la forma de pintar las tablas para siempre.
(Fotos: Portal 180)