Lucas Sugo: guitarrista por accidente, intérprete por convicción

El autor de “Cinco minutos” no tiene tiempo para descansar y su cuerpo lo nota. Las agotadoras giras le hacen desear ver más a sus hijos, que viven en Paysandú, lejos de la zona rural de Rivera donde reside. Informal para sus amigos, con los que se junta a guitarrear en su patio con chorizos a la parrilla, contrasta con el profesionalismo con que trata a su carrera, para la que se preparó desde niño. Con referentes tan dispares como Carlos Gardel, Freddy Mercury o Luis Miguel, Lucas Sugo se abre a nuevos géneros musicales, sin dejar de lado sus raíces en la charanga del interior.

Actualizado: 08 de enero de 2017 —  Por: Felipe Miguel

Lucas Sugo: guitarrista por accidente, intérprete por convicción

Lucas Sugo (Foto: Adhoc ©Ricardo Antúnez)

En entrevista con 180, Lucas Sugo habló sobre las exigencias de su carrera y las elecciones que tomó para formar su estilo, además de contar cómo es su vida en el interior y cómo adoptó la guitarra como instrumento central de su acto luego del accidente de un compañero.

El éxito pasajero

“Cinco minutos” era un hit en 2014 en el país. Me sentaba en el bus antes de tocar y a las 2:00 AM sabía que en todos los boliches del país estaba sonando. En ese momento yo podía sentarme y decir: ‘lo logré, qué bueno’, ¡pero tenía un estado de tensión y preocupación tan grande! Venían los temores, pensaba ‘hice un gol de chilena pero el próximo domingo cuando vuelva a la cancha es casi seguro que no lo voy a hacer de nuevo’.

Hubo algo que me permitió pensar de otra manera y me trajo paz y fue buscar el afecto de la gente generando un ida y vuelta, va y viene porque es sentido y noble. Ese afecto es el que me lleva a la vigencia. Hoy por hoy sé que quizás me siento en el bus a las 2:00 AM y quizás no está sonando en todos los boliches del Uruguay una canción de Lucas Sugo, pero sé que el cariño está, no la ebullición por un hit sino el afecto noble que es el que te hace llenar Teatros de Verano o Velódromos. Ese es el que te da la tranquilidad de decir: vamos bien.

Guitarrista de cumbia

En Sonido Profesional yo cantaba, más que nada. Un día, el que tocaba la guitarra se lastimó un dedo antes de tocar, la agarré yo y al director de la banda le gustó. Hacíamos tres vueltas en la noche, a la tercera me descosí haciendo punteos y solos. Yo estaba ‘contentazo’, porque tocaba en casa, era profesor, pero nunca lo hacía de forma profesional en el escenario. A la otra semana el director me dijo: ‘¿qué te parece si seguimos con lo de la guitarra?’. Ya lo miré con otros ojos. Yo era un tipo medio joven, quería cantar nomás y no estar aferrado a un instrumento. Fueron pocas semanas de no sentirme cómodo y enseguidita me di cuenta que con la guitarra había otra cosa, tenía la posibilidad de dirigir el show cuando las papas queman y ver por qué lado ir en el repertorio.

La guitarra que más uso es La Viola, es una Godin, canadiense. Tengo muchas guitarras, tengo ese gusto por coleccionarlas. La sonoridad de la electroacústica con cuerdas de nylon me suena a Interior. El punteo de ‘Cinco minutos’ tiene cuerda de nylon, tiene esos colores que no tiene la guitarra eléctrica, son distintos y cuando los toco viene lo de la relación de pertenencia y orgullo, el poder decir ‘esa guitarra suena a norte, a Interior’. En definitiva, suena a lo que soy.

Siempre que tiene que estar el punto fuerte en un show, como el de ‘Cinco minutos’, agarro la Godin y me aferro a ella. La base del show no es Lucas Sugo, es Lucas Sugo con La Viola. Y esa identidad no la puedo perder.

Vida en Rivera

Hace unos tres años que vivo en campaña, a 3 km de la ciudad. Tengo la paz del campo, que a veces necesito para encontrarme y ver si está todo bien dentro de mí, limpiar un poquito más adentro mío para poder emprender nuevas giras.

Noto un cariño y apoyo constante de la gente de mi tierra. Nací en Tacuarembó pero desde los dos años vivo en Rivera. La gente me vio en la panadería, en la carnicería, subiendo al bondi, pagando boleto de estudiante, con la ‘motito’ Zanella de mi madre, y noto que me ven ahora y percibo una complicidad en la mirada. Me hacen el aguante en el día a día cuando ando por la calle. Soy tan feliz de vivir donde vivo. Estoy totalmente seguro que cuando las luces empiecen a quedar tenues o se vayan, siempre van a estar.

Cuando puedo me junto con mis amigos, que siguen siendo los mismos, ahora está muy complicado. Lo mío cambió de golpe. Ahora vivo en el campo pero hace pocos años yo no tenía casi nada, y ahí, que hacíamos unos choricitos en el patio de casa, estaban los mismos amigos que están ahora cuando tengo casi todo. Esas cosas son las que ‘recontra’ valoro y quiero seguir cultivando.

En las juntadas hacemos unos choricitos en el fondo, hay guitarras por doquier y cantamos música brasilera, tangos, melodías. Cantamos canciones que escribimos y que nunca las vamos a grabar pero que están ahí, que son parte de nuestra vida.

Cantante no, intérprete

Mamé de muchos referentes distintos, con antagonismo en lo que hace a géneros pero similitud en cuanto a su virtuosismo. Desde chiquito escuchaba a Carlos Gardel, Freddy Mercury, Luis Miguel, que me cambió la adolescencia porque técnicamente me parece que es el gran cantante latinoamericano de todos los tiempos. En esa época buscaba el virtuosismo, cantar mucho y muy bien. Con el tiempo empecé a priorizar otras cosas que van más allá de ello, y buscar cantantes o referentes que cuando los escuchara me pasaran cosas.

Nunca fui de guiarme tanto por las letras. Como soy tan técnico, me gustaba el cantante en su momento y después me empezó a gustar el intérprete: el artista que con un silencio me pueda decir muchísimo, que a una nota alta la pueda hacer de forma emotiva o sentida como le está pidiendo la letra. Por ejemplo, Juan Gabriel, que para mí es el referente máximo en interpretación, a quien fui conociendo cuando era mayor. Cuando era joven me parecía que era demasiado llamativo, por sus ademanes, su manera de interpretar la canción, pensaba que tenía que cantar más. Luego me di cuenta que no, que canta lo necesario y si la letra le pide sufrimiento las cuerdas vocales lo expresan.

Con el tiempo empecé a buscar eso, dejar de lado el cantante que pasaba horas ejercitando sus cuerdas vocales, buscando la perfección. Muchas veces escuchás a un virtuoso y te despeina pero el ser humano no quiere ser despeinado, quiere que le toques el corazón. La persona normal quiere emocionarse. El leitmotiv de la música es generar sensaciones en la gente. Por eso apunto mucho en estos últimos tiempos, a ser intérprete, más que cantante.

Bandas que hacen letras vulgares y videos sexistas

Son los 100 metros llanos y yo quiero la maratón, quiero estar mucho rato en esto. Todos tenemos artistas que nos gustan, nos emocionan y muchos de ellos sabemos que no suenan en la radio. Quizás sonaron porque tienen sus clásicos pero si vienen a tocar a tu ciudad, los querés ir a ver, si salió un disco lo querés tener, porque está el cariño y eso es importantísimo.

Haciendo ese otro camino quedás rehén del hit descartable pero constante. Son tres meses que ese tema pegó pero después tenés que generar otro. Y no quiero eso, primero, porque no me va a salir bien. Tampoco pararme desde ese punto de vista soberbio de decir: ‘no quiero ese mercado porque no es lo mío’. No, yo sé que si intento hacer esas cosas no me van a salir bien. Además, ya encaré mi carrera por este lado. Hace poco grabé una canción que se llama ‘No quiero verte llorar’, que habla de la violencia de género. Estoy recibiendo una mochila de responsabilidad social y la estoy llevando de forma responsable pero gratamente, me gusta tenerla. Va más allá de solamente la propuesta artística y musical, me gusta agarrar un par de granitos de arena para poner en la sociedad y tratar de estar mejor.