El karma de Uruguay se llama Brasil

Brasil derrotó a Uruguay 4 a 1 y clasificó al Mundial de Rusia. La Celeste empezó arriba con un penal anotado por Edinson Cavani pero luego fue superada por un rival más intenso, concentrado y que tuvo a un Neymar descollante.

Actualizado: 23 de marzo de 2017 —  Por: Diego Muñoz

Cuando un equipo es capaz de revertir un marcador adverso y golear de visitante, cuando juega con armonía al ritmo de un crack, tiene sentido colectivo y ejecuta a la perfección lo planificado por su entrenador, merece reverencia. Brasil está a otro nivel y se fue del Centenario con el boleto a Rusia asegurado.

Uruguay se vio superado casi toda la noche. Sabía cómo lo iba a atacar su rival, por dónde buscaría lastimar, cuál era su plan de juego. A pesar de eso, fue incapaz de contenerlo y minimizarlo. Cometió errores en la marca, estuvo por debajo del umbral de intensidad exigible y eso lo aprovechó un adversario lleno de virtudes. 

En un partido contra un rival superior se necesita jugar al máximo y aprovechar cada situación de juego. Uruguay no lo hizo. Tuvo problemas en el medio, donde Egidio Arévalo Ríos fue superado toda la noche, y en los laterales. Además, jamás pudo marcar las pautas del partido ni jugar de contragolpe. Eso costó una derrota dura que no cambia la posición en la tabla ni las perspectivas de futuro. Sigue siendo la selección un equipo fiable y la clasificación al Mundial de Rusia está cerca.

El equipo de Tite es previsible e incontenible a la vez. Se sostiene en base a un juego de apoyos, de asociación, de triangulación, de pases y de creatividad en el último tercio del campo. Las transiciones son ágiles y rápidas y los goles llegan, en su mayoría, por la izquierda.

En base a la rigidez defensiva y un mediocampo firme, Tite les deja estilo libre, de toque y precisión a los delanteros. Son rayos cuando avanzan.

La aceleración se da en el último tercio del campo. Tienen tranquilidad para ejecutar el plan de juego. El ritmo es pausado en transición, anestesia al rival con pases cortos hasta que decide atacar y, en un abrir y cerrar de ojos, es capaz de anotar.

Los de Tabárez salieron a jugar con la intención de hacerse fuerte en defensa y lastimar en ataque cuando el partido lo permitiera. Parecía que todo fluía cuando a los nueve minutos Cavani se anticipó a un pase de pecho de Marcelo hacia atrás, Allison le cometió penal y el del PSG anotó el 1 a 0.

Sin embargo, Brasil y, sobre todo, Neymar tenían otros planes. El equipo negó a Uruguay y el 10, a la altura de los mejores de la historia de la selección brasileña, cargó con el equipo, tomó la pelota y atormentó a quien se osara interponerse. Lo demostró a los 18, cuando Egidio pasó mal la pelota, recibió y encaró por izquierda, esquivó a todos, cedió al medio y Paulinho puso el empate con una bomba de larga distancia.

El volante autor de tres goles, es otra de las apuestas de Tite que sale a la perfección. Tanto él como Renato Augusto juegan en China y se han transformado en inamovibles porque garantizan trabajo y eficacia. Ambos centrocampistas aportan el despliegue defensivo sobre el que se basa el Brasil pero además son piezas valiosas en la creación.

Con el empate, Brasil se afianzó en la cancha. Uruguay se replegó, quedó con un 4-1-4-1 y decidió apostar por cerrarle los caminos a su rival. Sin embargo cada vez que Neymar la tomaba, la Celeste padecía.

En el uno contra uno el del Barcelona era incontenible por más esfuerzos que hiciera Maxi Pereira. Ni siquiera con la ayuda de Carlos Sánchez o Diego Rolan Uruguay podía frenar los ataques por izquierda.

Brasil sacó rédito de su mayor intensidad y concentración a los seis del segundo tiempo, cuando Paulinho siguió la jugada mientras Gastón Silva se desentendió. El volante tomó el rebote que dio Silva ante el tiro de Firmino y anotó el 2 a 1.

Fue un gol que complicó del todo a Uruguay, que no podía cruzar la mitad de la cancha ni tenía ideas para avanzar en bloque.

Sin más que el coraje característico, Uruguay se adelantó unos metros en el campo. Tabárez tomó riesgos al colocar a Stuani y desproteger la banda derecha.

Cuando Neymar se escapó de Coates y definió con exquisitez por sobre Silva a los 29 ya no quedaron dudas de que la derrota celeste estaba consumada.

Impotente, el equipo de Tabárez fue por inercia sin la más mínima posibilidad de ponerse en partido.

Sin perder jamás el sentido de la ubicación, los de Tite mantuvieron sus cuatro defensores, su volante tapón y sus dos interiores capaces de recuperar y acompañar en ataque. El 4 a 1 de Paulinho sobre la hora fue la mejor demostración.

Uruguay queda tocado pero mantiene intacta su chance. El martes en Lima, con Fernando Muslera y Luis Suárez habilitados, hay otra posibilidad de acercarse a Rusia. Al menos ya no hay que cruzarse con Brasil, el gran karma del proceso.