"Esta extraña coincidencia entre la agresión contra Berlusconi y aquella contra el Santo Padre es muy impresionante", declaró el alcalde de Roma, Gianni Alemano. "Habría que ser más vigilante pues en un mundo abierto y globalizado el número de personas desequilibradas y su agresividad puede aumentar verdaderamente", estimó.
Una mujer de 25 años que sufre trastornos psiquiátricos hizo caer al papa en la basílica de San Pedro durante la Misa de Gallo. El año pasado, la mujer ya había intentado una acción similar, pero se lo habían impedido a tiempo.
El 13 de diciembre, el jefe de Gobierno italiano fue herido en el rostro por una reproducción en miniatura de la catedral de Milán que le lanzó en esta ciudad un hombre bajo tratamiento por trastornos mentales desde hace 10 años.
"Los hechos que se repiten deben llevar a una extrema severidad", comentó el presidente del partido político de Berlusconi en el Senado, Maurizio Gasparri.
"Evidentemente, esos dos gestos no tienen ninguna relación. Pero pueden esconder un peligro, el de la emulación que lleva a la gente a tratar de repetirlo", analizó Guido Olimpio, en un editorial publicado por el portal del Corriere della Sera.
"No sólo las personas frágiles psicológicamente, sino también los que buscan la notoriedad, podrían tratar de imitar ese tipo de gesto", escribió Guido Olimpio.
En La Stampa, el psicólogo David Meghnag es más reservado: "En el plano estadístico, hay que calmarse. Las personas que tienen trastornos psíquicos no van en aumento. Al contrario, los trastornos mentales están mejor atendidos que en el pasado".
Pero al mismo tiempo destacó "un riesgo mayor de emulación" y relacionó las dos agresiones: "En una sociedad que pone énfasis en la imagen si quiero existir debo figurar. Se puede lograr esto cuando se es primer ministro, papa o estrella del espectáculo. Para los otros y en particular aquellos trastornados, esto puede degenerar en una frustración y evolucionar hasta la violencia".
Rosella Candella, psiquiatra y psicoanalista, hace también una comparación entre el jefe de la Iglesia Católica y el publicitado 'Cavaliere', así como los sentimientos que ambos inspiran. Según ella, si bien el presidente del Consejo es famoso por sus operaciones de seducción y por su frecuente presencia en la televisión, "la representación exterior también es muy importante para la Iglesia Católica".
"En ambos casos se puede ver una exteriorización muy fuerte del poder. Lo más importante es lo que se exhibe", analizó para AFP. "Esto favorece un proceso de identificación que, en personas frágiles, puede transformarse al mismo tiempo en amor y en odio". Según ella, para evitar el comportamiento de un Massimo Tartaglia o de una Susanna Maiolo, los respectivos agresores de Berlusconi y de Benedicto XVI, se necesitaría "una autoridad más discreta".
En todo caso, estima la psiquiatra, no se trata de un "problema de orden público", aun cuando la seguridad ha sido puesta de relieve en los dos casos.
Por lo demás, ambas personalidades reaccionaron de igual manera, excluyendo renunciar al contacto directo con la muchedumbre.