Malvín es de Malvín

Malvín ganó el partido decisivo ante Unión Atlética y jugará la final. El clásico llevó 9.000 personas a un Cilindro con máxima tensión en el que Izuibejeres y Braggs hicieron la diferencia. Igual que el sábado, las hinchadas jugaron su propio partido. En la tribuna de Malvín eran menos pero al final mostraron su capacidad de ironía. En la de la UA había mucha más gente que se fue reconocida con su equipo e indignada con los jueces. Fue el final de una historia de la que ninguno se podrá olvidar por un buen tiempo.

Actualizado: 16 de marzo de 2010 —  Por: Diego Muñoz

Malvín es de Malvín

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El partido final entre Malvín y Unión Atlética tuvo poco juego y mucho nervio. Hubo varios errores y una infinita pasión. No faltó el duelo de hinchadas y las demostraciones de fidelidad sin igual. Festejó Malvín mucho más que una victoria semifinal. Festejó que eliminó a su rival de barrio, que lo dejó sin nada, que le partió la ilusión en mil pedazos. Quedó claro el sentimiento con las banderas que aparecieron al final del partido. “UA Game Over” con un Pac Man azul que se comía a otro azulgrana, “Seguí participando” o “¿Te queda alguna duda que Malvín es padre y campeón?”. Pero antes de la ironía pasaron cosas para contar.

Faltaba una hora para el comienzo del partido y la tribuna de la UA ya estaba llena. Para sentarse había que irse bien arriba en el Cilindro, al lado de las viejas cabinas de trasmisión. El ambiente era festivo. Grupos de hombres y mujeres charlaban como en la previa de una noche de baile mientras en la cancha Defensor Sporting derrotaba a Trouville.

Habían cientos de camisetas de Unión, la mayoría número 6, el que identifica a la hinchada de la UA. Eran pocos, muy pocos los que no tenían algo alusivo a su equipo. Es que estaban a un partido de llegar por primera vez a la final. “Somos distintos a los de enfrente porque ellos son burgueses, porque viven en las casas más lindas del barrio. Nosotros somos de Nuevo Malvín y gente de trabajo”, explicó a 180 una parcial de Unión.

En la tribuna de Malvín había menos gente pero la misma pasión. Después del cachetazo del sábado, la gente igual respondió y estaba ahí. La mayoría de los jóvenes identificados con los Playeros tenían la camiseta azul, short y zapatillas Havaianas. Otra vez los globos azules y blancos le daban color al sector. Ni bien terminó el partido de primera hora, las banderas de Trouville fueron tapadas por las de Malvín. “Somos el barrio”, decía una. “No abandono”, rezaba otra.

“Son unos muertos, no tiene gracia”, gritaba desde la tribuna de UA un hincha convencido de que enfrente lo estaban escuchando. Hacía referencia a la notoria mayoría de gente de Unión que había en el Cilindro.

Unión Atlética tuvo un recibimiento espectacular. “Vamos la UA, vamos a ganar, que la vuelta vamos a dar”, cantaban al tiempo que tiraban cantidades industriales de volantes del Nuevo Espacio que sirvieron de papel picado. Con la mitad de esos volantes convertidos en votos, Rafael Michellini no hubiese mendigado un Ministerio.

A Malvín lo recibieron con serpentina y el grito de “yo te sigo a todas partes, cada vez te quiero más”.

Antes del partido los jugadores de Unión decidieron hacer la arenga final frente a su tribuna por lo que cruzaron a lo ancho de la cancha aplaudiendo a su gente. El sector se vino abajo “Soy de UA, de UA soy yo”, cantaban a morir.

El partido empezó con un error de Panchi Barrera y un doble de Joaquín Izuibejeres. El 5 empezaba a demostrar su enorme categoría en partidos decisivos.

Los primeros tres minutos los dominó Malvín hasta que Unión pasó por primera vez, justo con una asistencia con el sello del Panchi y la hundida de Long. Más allá de la belleza de la acción, el partido era una doma. Iban y venían sin claridad, seleccionaban mal los tiros y perdían pelotas increíbles. Se ponía mucho y se pensaba poco. Dentro de ese panorama Nicolás Borsellino, que salió como titular, era el más claro.

“¿Qué pasa negro?”, gritó un hincha de Unión luego de que su extranjero no se animara a tirar de tres en dos jugadas consecutivas y que se consumieran los 24 segundos. Con Sebastián Vázquez mejor marcado que en el cuarto juego, la exasperante intrascendencia de Juan Pablo Silveira, los extranjeros sin hacer la diferencia y el Panchi alternando buenas y malas, Unión estaba nublado.

Lo de Malvín era un poco mejor. Tenía a Izuibejeres y Borsellino en buen nivel y a Torraye Braggs metido. Con eso le alcanzaba a pesar del bajo nivel de Fernando Martínez y de Laing.

El 13 a 10 para Malvín con el que terminó el primer cuarto, evidencia el nivel del juego.

El segundo cuarto generó los primeros movimientos desde el banco. López puso a Pablo Morales, Marcel Bouzout y Bruno Fittipaldo mientras que González sacó a Silveira y mandó a la cancha a Rodrigo Riera.

Mientras el partido seguía con el mismo nivel, las tribunas se calmaron un poco. Quizá guardando las gargantas para el momento más caliente de la noche. El cierre del primer tiempo fue para Unión 31 a 30, gracias a un par de minutos finales en los que Panchi se inspiró y puso dos triples consecutivos. En realidad Barrera fue el mejor de ese período con 10 de los 21 puntos de su equipo.

En el entretiempo un hincha de Malvín jugó por el auto. Entró con la camiseta del equipo, short y chancletas y fue silbado por la tribuna de Unión. En los puestos de venta de comida y bebida, varios aprovecharon para fumar a pesar de estar adentro del Cilindro.

En el tercer cuarto, la gente de la UA tuvo su momento de gloria. El equipo sacó nueve puntos en los primeros tres minutos de ese período y quedó arriba 40 a 31. “Aunque ganes o pierdas sigo alentando, no como los de Malvín que son amargos”, gritaban los hinchas azulgranas. En medio del festejo pasó inadvertida la cuarta falta de Long, que obligó a González a sacarlo.

Como enfrente no había respuesta, el médico de Malvín empezó a pedirle a la gente que cantara. Izuibejeres y Braggs bancaban el equipo pero necesitaban ayuda. Un triple del Enano Martínez, una tremenda hundida de Laing y una falta de ataque con técnico, mal cobrado, de Vázquez levantaron al sector Playero que reventó con un “hoy no podés perder”.

Tres libres le dieron aire a UA que terminó arriba 50 a 47 al final del tercer cuarto. Antes del comienzo del último período, en la tribuna azulgrana se sacaron los nervios moviéndose al ritmo de un reggaeton que pusieron en los parlantes. También hubo cruces de gestos entre los hinchas que estaban trepados a las vallas.

El último cuarto se jugó con 1.000 grados de temperatura. Dentro de la cancha todos se mataban salvo Silveira que parecía en otra. Panchi lo percibió y lo agarró después de una pelota perdida para hablarle al oído. Afuera no había lugar para el aliento. La concentración sobre lo que sucedía en el juego era máxima y eran pocos los que se animaban a cantar.

El Cilndro hierve. Se protesta todo. Adentro y afuera. Un árbitro saca de atrás del banco de Unión a cuatro hinchas del equipo que están demasiado cerca de la tribuna de Malvín.

El sector de Unión explota con un triple de Vázquez pero el gigantesco Izuibejeres responde con otro para empatar el partido. Un doble de Braggs pone a Malvín arriba 58 a 56 y los Playeros deliran. “Soy de Malvín, de Malvín soy yo” cantan. Los de Unión responden: “soy de UA, de UA soy yo”.

El juego se iguala en 58. Y en 60. Los errores se reiteran en los dos equipos. En las tribunas la gente tiembla, se come las uñas, se tapa los ojos, grita cualquier cosa.

El Panchi pone arriba a Unión 62 a 60. López pide tiempo y planifica una jugada. En el Cilindro nadie sabe qué va a hacer Malvín. En la reanudación se dieron cuenta. Braggs toma la bola contra la punta izquierda, pica hasta la llave y descarga para Fittipaldo que recibe solo en la derecha y clava un triple consagratorio. Es el 63 a 62 que pone arriba al Playero.

Cada vez que ataca UA, López se mete hasta dos metros dentro de la cancha. Está desesperado. Gesticula, aplaude, se da vuelta y levanta los brazos sin parar. Parece un loco.

Barrera falla un tiro y en la recarga Martínez convierte. Malvín saca tres. “Los Playeros, los Playe” retumba en el Cilindro.

Unión acorta y en la salida de abajo del aro la pierden entre Morales y el Enano. Unión tiene la chance de pasar con un minuto por jugar. Riera pica demasiado, se aprieta contra la izquierda, fuerza un pase para Long a quien doblan y se la quitan.

En la siguiente jugada, le pitan la quinta falta a Long. El extranjero hace un gesto natural, mucho más en un momento explosivo del partido, y los jueces le pitan un técnico fuera de lugar.

A Malvín poco le importa, pone tres libres de cuatro, saca del medio y Morales liquida el partido con un doble. El Playero saca seis y aunque Braggs se sale de tono, provoca a la tribuna de Unión y recibe un técnico, el juego está cerrado. Lo saben en la tribuna de Malvín que salta y canta sin parar. Del “borombombom, el que no salta es de Unión” pasan al “que nacieron hijos nuestros, hijos nuestros morirán”. Lo saben los jugadores de Malvín que exteriorizan su alegría en la cancha. Izuibejeres, Fittipaldo y Martínez se abrazan mientras Morales tira libres. Lo saben en la tribuna de Unión que empieza a vaciarse de a poco.

Después del 77 a 69 final, el arsenal de carteles irónicos apareció en la tribuna Playera. También las manos azules y blancas que estaban preparadas desde el sábado y que debieron guardar unos días más. A nadie le importó en el sector ganador la disposición de esperar 30 minutos hasta el final del partido. Al contrario. Fue un disfrute. Lo aprovecharon para festejar y sentirse dueños del barrio más que nunca. Tan dueños que mandaron a Unión “al Buceo” porque Malvín es de Malvín.

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