El penúltimo día de la Vuelta Ciclista del Uruguay, el tesorero del club Alas Rojas recibió 20.000 pesos del integrante de VTV, Edgardo Martirena. Eso es lo que cobran de parte de la televisión y representa el 1.8% de un presupuesto de 1.100.000 pesos al año. El resto del dinero entra por concepto de sponsors y de una lotería de cartones que se hace en la sede del club entre abril y diciembre.
El miércoles a media tarde, las calles de Santa Lucía están en calma y deshabitadas. Las 18.000 personas que viven allí parecen estar escondidas. En la puerta de una casa un perro blanco con manchas negras duerme bajo el sol. Los negocios están, en su mayoría, cerrados. Poco se parecen esas imágenes a las del domingo de tarde cuando casi todos los habitantes salieron a recibir al equipo. “Era un tubo humano desde la entrada de Santa Lucía hasta la puerta del club”, recordó su presidente, Pablo López.
La sede, ubicada sobre una esquina, es prolija. La cantina está cerrada a esa hora porque el que la atiende estudia en la UTU. El salón ya está limpio a pesar de que la noche anterior hubo un asado para celebrar la victoria de Richard Mascarañas en la Vuelta. En el garaje está el ómnibus que parece ser uno de los secretos del éxito de un club pequeño que es modelo dentro del ciclismo uruguayo.
A juntar plata
Todos los martes del año, salvo cuando se desarrolla Rutas de América o la Vuelta Ciclista del Uruguay, las dos competencias fuertes de la temporada, hay reunión de directiva. López asegura que siempre son más de 20 personas. Ninguna de ellas pone plata de su bolsillo. “Si pasara eso quedamos cuatro y después esos cuatro hacen lo que quieren con el club”, dijo López. Agregó que “como máximo” alguno pone la nafta para algún viaje a Montevideo para buscar la plata de un sponsor.
El dinero que entra por publicidad es el gran sustento que tienen para bancar el año. El aviso de las empresas que tienen canje, publicidad por mercadería, con el club se ve en el ómnibus mientras que los avisadores que pagan van en la camiseta. “El supermercado, la carnicería y la pollería por ejemplo nos dan los productos y nosotros ponemos el aviso en el ómnibus y después dentro de la camiseta tenemos distintos precios de acuerdo al lugar en los que aparezcan”.
El que más paga es Schnek que está en el pecho y Alas Rojas lo cuida como un tesoro. “Cuando tenés la malla oro, siempre hay un espacio para una publicidad del club y cuando nosotros la agarramos siempre le ponemos la publicidad de Schnek. Es un detalle que ningún otro club hace” afirmó su presidente.
López también destacó que en los últimos años, la Intendencia Municipal de Canelones les dio un apoyo importante. “Desde hace dos años que nos da una mano económicamente, aparte de que nos exonera la contribución y la patente de los vehículos. El intendente quiere que el Alas Rojas sea un referente del deporte en Canelones”, señaló.
Como la mayoría de los ingresos se consiguen en los primeros meses del año, una parte del dinero se guarda para los meses en los que no hay competencia. Es que el Alas Rojas le paga a sus seis ciclistas durante todo el año unos 14.000 pesos por mes. “Es una decisión para que estén bien y sean profesionales”, dijo López.
Entre abril y diciembre el club organiza loterías de cartón los fines de semana para recaudar algún peso. “Es un trabajo que hace la mayoría de la comisión. Se hace lotería de cartón a dos o tres pesos el cartón. Hace más de 20 años que se organiza y a fin de mes, aunque te parezca mentira, con esas loterías cubrimos parte del gasoil de los vehículos o la alimentación de un domingo de carrera”, señaló López.
Además, el club no recibe ni un peso por haber ganado las dos competencias grandes del año. “La plata queda para los ciclistas", dijo un dirigente. Lo único que perciben son 500 pesos diarios en concepto de viático. El mismo dinero reciben por día el resto de los clubes y todos los ciclistas.
El Alas Rojas tiene 330 socios que pagan 30 pesos por mes. Bastante más que los 126 que había en 2008 pero bastante poco para una institución que es orgullo de Santa Lucía. El directivo adelantó que en breve una compañía de la zona pondrá 10 promotoras para “salir a hacer una buena campaña de socios”.
López explicó que cuando va “a una empresa de Montevideo en julio, agosto o setiembre a pedir la plata, te dicen que todavía falta para carnaval o turismo, porque el que no está metido cree que el ciclismo es Rutas y la Vuelta”. Es por eso que resulta tan importante “ahorrar en los primeros meses del año”.
El ómnibus y la concentración
A pesar de todos los contratiempos, la directiva se las ingenia para darle a sus ciclistas lo mejor que pueden. Además del sueldo anual, el club tiene un ómnibus que utiliza como casa rodante durante las competencias y una concentración para que vivan sus corredores en los meses de preparación.
El ómnibus Mercedes Benz se compró en el año 95 con la plata que en un principio se iba a destinar a la contratación de ciclistas. “La verdad que los deportistas no creyeron en el Alas Rojas, no vinieron esa temporada y con esa plata se resolvió invertir en comprar el ómnibus”, contó López. Tanto él como el resto de la comisión directiva son parte del club desde niños y los más viejos siguen perteneciendo al Alas Rojas. Graficó que Juan Ortiz, actual mecánico del equipo, “fue fundador y primer presidente del club”.
En la parte de adelante del ómnibus hay una cocina, dos frigobar, una mesa y seis asientos. En la de atrás, hay una habitación improvisada con tres cuchetas y aire acondicionado. Allí duermen los seis ciclistas del equipo. Al lado hay un baño con ducha. En el sitio, pequeño y modesto pero digno, vive el equipo durante la competencia. “Acá comen, se bañan y descansan. Cuando termina la etapa se suben al ómnibus y tienen el almuerzo pronto, duermen la siesta y salen a hacer bicicleta un rato y cuando llegan está la merienda. A la mañana siguiente también desayunan acá”, contó López.
La cuarta etapa de la vuelta terminó en un punto y la quinta partía al otro día a 200 kilómetros de distancia. Mientras el resto de los ciclistas durmieron en un hotel y salieron a las cinco de la mañana del día siguiente hacia allí, los del Alas Rojas se levantaron sobre las ocho. Habían pasado la noche en un campo ubicado a metros de la largada. “Una camioneta salió por la tarde a ver qué había en la zona y encontró un campo. Los muchachos hablaron con el encargado y se enteraron que era del hijo de Paéz Vilaró. Lo llamaron y dio autorización para poner el ómnibus allí”, dijo López. El ciclista Hernán Cline, ganador de Rutas, confirmó el beneficio. “Es una ventaja. Viajás acostado, comés y dormís ahí. Es una gran ventaja que ayuda mucho”, indicó.
Los directivos del Alas Rojas tampoco duermen en un hotel. “Nos llevamos colchones y dormimos en galpones o gimnasios que encontremos en las ciudades”, dijo López quien contó que por ganar Rutas la organización le daba gratis el hotel en la Vuelta y lo rechazaron.
Cline es argentino y mientras está en Uruguay vive en la concentración junto a sus compañeros. Está ubicada en la misma sede y tiene seis camas simples, televisión con cable, aire acondicionado y baño. Al lado hay una cocina.
El corredor aclaró que ellos son unos privilegiados por vivir de este deporte. “No llegamos a 20 los ciclistas que podemos sobrevivir del ciclismo en Uruguay”, dijo y contó que durante la Vuelta “habían corredores que a las cuatro de la tarde estaban sentados en el cordón de la vereda con los bolsos esperando dónde ir”.
Un directivo del club que estuvo en la competencia comentó que “hay ciclistas que comen con los viáticos” y dio un ejemplo. “Un botija que fue a correr por Peñarol no tenía para comer y un muchacho que acompañaba a una empresa patrocinadora le juntaba su comida y se la daba. El corredor desayunaba lo que ese muchacho sacaba del hotel”.