Se levanta el telón y la oscuridad invade al Solís. Los niños murmuran, algunos gritan y muy pocos lloran. Los padres miran atentos.
De a poco, varios elementos y personajes aparecen en escena. Unos hombres vestidos totalmente de negro, con una nariz roja y con luces en su cabeza, cuello, manos y pies (eso es lo único que ve el espectador, las lucen) caminan despacio, cargando grandes cajas en sus espaldas. Mientras la cálida voz de un locutor comienza a relatar la historia de “Kammi: el juguete perdido”, uno de los hombres, descuidado, deja caer la caja que llevaba.
Los niños vuelven a gritar. Pero el hombre no se da vuelta y la caja queda allí, olvidada.
La historia es sencilla. Su gran punto fuerte es el lenguaje que utiliza para ser contada: el teatro negro, mediante el cual los personajes -y los objetos- parecen flotar sobre el escenario.
El método que Bosquimanos utiliza para contar la historia de Kaami, llamó la atención de Martín López Romanelli -uno de los fundadores de la compañía teatral- por 1993. “En ese momento no había internet, nada. Habíamos visto la luz negra en los bailes del pueblo”, contó a 180.
Recién en el 2002 empezaron a trabajar “con expectativas de formar una compañía”. Hoy en día son seis y, según dijo, cumplen varios roles: “pasamos de ser carpinteros a artistas plásticos, a ser bailarines o actores, en el proceso de montaje de un espectáculo hay que hacer de todo un poco”. A pesar de que manifiesta estar cansado por la dinámica, López Romanelli explica: “también es una manera de trabajar, nosotros tratamos de controlar todo el escenario, fabricamos hasta la pintura de los muñecos”. Muñecos que van desde el ya nombrado Kaami, u otros personajes que aparecen en escena, como un niño que se encuentra con el juguete al principio de la obra, o varios animales que aparecen para robarle sonrisas al público.
A pesar de que se presentan en vacaciones de julio con una buena presencia de público, el director de Bosquimanos afirmó que no hacen teatro para niños. “De hecho fue una casualidad”, contó, “porque fueron los adultos quienes empezaron a traer a los niños a nuestras funciones. Nosotros hacemos teatro para personas: en general el ejercicio que hacemos es pensar qué nos gustaría ver a nosotros arriba del escenario”.
Con esos conceptos, Bosquimanos Koryak hace unos cuatro años que realiza extensas giras por todo el mundo. Luego del 10 de julio -último día en que presentarán Kaami en el Teatro Solís- se van a Chile, luego Argentina, México y España.
“Son 10 años de trabajo, son giras largas, de varios meses... Han nacido niños, algunos se han casado, uno se empieza a cansar”, comentó. “Lo digo porque lo veo en la cara de los que son padres cuando van 20 días sin ver a los hijos... La compañía tiene cansancio acumulado”, resumió. Durante 2009, Bosquimanos Koryak realizó 200 funciones.
“Como que desde que empezamos a trabajar, dejamos la vida un poco congelada, a un costado. Y estamos viendo cómo lo manejamos, porque a cada lugar que vamos es como que se abren nuevas puertas”.
Según comentó, no hay diferencias en la presentacion de las obras. “Te aplauden y se ríen con las mismas cosas. Ahí nos damos cuenta que es un lenguaje universal”.
Bosquimanos Koryak presenta “Kaami: el juguete perdido” todos los días de vacaciones de julio hasta el sábado 10, en el Teatro Solís a las 15.00 horas. Entradas a 150 pesos.
Los Bosquimanos Koryak son: Martín López Romanelli, Fredy Gulpio, Juan Gonçálvez,Federico Machín, Fabián Principi y Pablo Grillo.