“Para vos y para mí es normal porque sabemos lo que es un Capurro, un Larre Borges, pero imaginate que venís de afuera, joven, con toda la ilusión de jugar al básquetbol profesionalmente, y te toca debutar contra Olivol Mundial en la cancha de Larrañaga… ¡te reventás la cabeza a chancletazos en la ducha del vestuario, te morís de la tristeza!”, comentó a 180Darwin un psiquiatra que no quiso dar su nombre pero aclaró que si le dan la chance de tirar de la mitad de la cancha en el juego de Red Pagos, la clava sequita. Los fundamentos de su preocupación continúan: “Ni tienen ni con quién hablar los pobres, ¿a vos te parece que en Waston hay mucha gente que maneje el inglés? Nadie habla inglés en este país. Esto es muy peligroso, ellos no saben adonde vienen”.
El profesional reclamó, como mínimo, una mayor contención ambiental para los jugadores extranjeros: “Por lo menos que le pongan más luz a las canchas, ¿vos viste lo que es eso? Es lúgubre, en esas canchas se deprime hasta la botija que le hace los móviles a Waldo, la del timbrazo con los muebles. Y mirá que esa muchacha es rara como ella sola, vive feliz”, terminó el doctor, desviándose un poco del tema central.
