Jean-Luc Godard disparó esas palabras en 1969. Godard es un ensayista fílmico francés que, junto a sus compañeros de Cahiers du Cinema, reescribió la historia del cine y afectó –profundamente- al séptimo arte en la década del ’60. Este hiperactivo veterano, que habita en un pequeño pueblo de Suiza, es autor de Historia(s) del cine (un poema-ensayo que sirvió como soporte conceptual de la ambiciosa y homónima obra audiovisual que, según sus palabras, narra “la historia de la Historia, a través del cine”) y de las invaluables y cercanas, ya que su filmografía es cuantiosa, Notre musique y Éloge de l'amour.
En la última edición del Festival de Cannes, Godard presentó su más reciente creación: Film Socialisme, un largo que fue estrenado en forma simultánea en Internet. “La regla desea la muerte de la excepción. La cultura es la regla; el arte, la excepción” y “No debería haber propiedad de las obras” son dos de los parlamentos godardianos más citados por los medios (el tercero sería: “Europa tiene recuerdos. Estados Unidos tiene remeras”). Desde hace años, Jean-Luc Godard viene minando la idea de propiedad de las obras de arte –posiblemente, Deux fois cinquante ans de cinéma français (100 años de cine francés) sea uno de los mejores conjugaciones de ese credo-. Film Socialisme reinvierte en esa batalla. En una reciente entrevista/promo de Los Inrockuptibles, JLG dice algo que enamoraría a cualquier chica maoísta o a un editor sediento de frases en negrita: “Es intolerable que todos los DVD comiencen con una placa del FBI criminalizando la copia”.
Godard le debe al cine su formación política, pero a no malinterpretar, el director de El Desprecio no está en contra de que los autores perciban ingresos por su trabajo. Él rechaza el copyright por una simple razón: el arte no puede ser tratado ni administrado como una mercancía más.
La alternativa al copyright
Aunque parezca joda, es en serio: como alternativa al copyright existe el copyleft. Estas licencias permiten un mayor control de los creadores sobre sus obras, investigaciones y proyectos y, según afirman sus promotores, el copyleft promueve una remuneración compensatoria más razonable por el trabajo. Lo fascinante del “izquierdo de copia” o de los “izquierdos de autor” –así le dicen los entes castellanizantes- es que también permite a los usuarios finales un mejor acceso y disfrute de los bienes bajo este tipo de licencias no restrictivas.
El término copyleft se engendra en el ámbito informático y se extiende a otros continentes de la cultura “para designar el tipo de protección jurídica que confieren determinadas licencias que garantizan el derecho de cualquier usuario a utilizar, modificar y redistribuir un programa o sus derivados, siempre que se mantengan estas mismas condiciones de utilización y difusión” (1). El concepto reacciona en contra del copyright -juega con el significado de right (“derechos” y “derecha'”) y left (“izquierda” y pasado del verbo leave, es decir, dejar: toda creación que se difunda con esta filosofía “se deja” a disposición de los usuarios)-. Según la Fundación Copyleft, “el copyleft sería de este modo la reivindicación de la libertad, frente a los derechos de autor que la coartan”.
Volvamos a Internet. Regresemos al cine.

Tras eso, de postre digamos, ¿por qué no ver una película por youtube? El catálogo de la página es acotado, pero continúa creciendo. Con copyright, legalmente y sin remordimientos se puede ojear lo mejor de Los Tres Chiflados, W.C. Fields y Abbott & Costello, grandes hitos de Jackie Chan (Wheels On Meals, Fearless Hyena, Fantasy Mission Force) y, entre un puñado de pésimas películas de terror, documentales como Yakuza (un “zoom in” a la mafia japonesa), The Secret Life of Adolf Hitler (más del facho con mejor bigote de la historia), Journalists: Killed in the Line of Duty (como dice el título, un docu sobre periodistas asesinados a consecuencia de su trabajo) y We Are Wizards (una obra que registra otro costado de la locura que provoca Harry Potter).
(1) http://fundacioncopyleft.org/
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