La notas que se escuchaban en la calle Frenchmen demostraron que existe una robusta escena musical que vuelve a atraer a la ciudad hordas de músicos, y turistas, pese a los horrores del pasado y la dura situación económica de la actualidad.
Unas cuadras más lejos, jardines y calles laterales estaban llenas de personas que celebraban el cumpleaños del gigante del jazz Louis Armstrong.
El trompetista Leroy Jones, una vieja figura de la comunidad del jazz de Nueva Orleans, tocaba viejos "standards" mezclados con sus nuevas composiciones.
"La energía ha regresado. La creatividad es probablemente más prolífica ahora", dijo Jones al tiempo que se secaba el sudor de su frente. "Se dice que 'uno no toca el blues hasta que lo haya vivido'. Y la mayoría de las personas aquí, incluyéndome, hemos experimentado el blues", agrega.
Jones y su esposa, una trombonista, salieron de la ciudad dos días antes de que Katrina tocara tierra el 29 de agosto de 2005.
Regresó seis semanas después y su primer trabajo fue una procesión fúnebre "de jazz" para enterrar en forma simbólica la temporada de huracanes 2005.
Relató que en las postrimerías del desastre no existía una escena musical y que para muchos la recuperación se siente completa recién ahora.
"Hemos tenido un gran año, pero nos ha costado hasta ahora", dijo Kathy Edegran, gerenta del exclusivo club de jazz Palm Court. El Palm fue uno de los primeros clubes en retomar su actividad tras el paso de Katrina, menos de dos meses más tarde.
Edegran dijo que la solidaridad y la dedicación por revivir a Nueva Orleans se pudo palpar desde el inicio, cuando un pequeño grupo de los músicos del club tocó gratis y normalmente para un salón vacío durante meses. "Necesitaban tocar para alejar a Katrina, y todo lo que ocurría, de sus pensamientos", dijo a la AFP.
Con la ciudad otra vez a ritmo, el baterista Lawrence Batiste dijo que lo que más hace falta son los numerosos músicos que jamás regresaron, ya que varios de ellos murieron en su exilio impuesto por Katrina.
"Sufrieron por la ciudad", dijo Batiste, parado afuera del Palm Court al tiempo que un grupo de sus colegas subía al escenario para amenizar la última noche antes de cerrar por las vacaciones de verano.
"Estoy seguro de que murieron con sus corazones rotos porque no podían regresar a Nueva Orleans. Nueva Orleans es un sitio muy seductor. Es como estar enamorado de una mujer y ella te abandona, tu corazón se quiebra".
En una ciudad con la música en el centro de su identidad, las autoridades aprobaron medidas especiales para ayudar a los músicos en su regreso. Y la organización de viviendas sin fines de lucro, Habitat para la Humanidad, construyó 72 casas en una zona de músicos en el Lower Ninth Ward.
La zona era el hogar de numerosos artistas antes de que llegara Katrina, y sólo ha recuperado un cuarto de su población, de acuerdo a datos oficiales.
De todas maneras no cabe duda que la capacidad de la ciudad para atraer músicos permanece intacta.
"Es emocionante porque mucha gente como yo vino aquí después porque desea ser parte de algo", dijo Ben Polcer, músico de jazz que actúa en "The Spotted Cat", un pequeño club en la calle Frenchmen.
Polcer, que llegó en 2008 desde Nueva York, dijo que la cantidad de músicos en Nueva Orleans convierten a la ciudad en un sitio especial, que seguirá sonando sin importar el clima.
"Esta siempre ha sido y probablemente siempre sea la capital musical del país", dijo antes de regresar a su piano.