Diego Muñoz

La pelota se mancha

Por estas horas se discute si Peñarol debe presentarse a jugar ante Danubio y en caso de que lo haga si debe salir a ganar.

Actualizado: 18 de diciembre de 2008 —  Por: Diego Muñoz

El lunes los jugadores del plantel y el cuerpo técnico se reunieron y se propusieron ganar el partido, pero fuera de micrófono y aún con el micrófono delante, muchos se muestran ambiguos y dejan entrever que podrían entregar el partido.

La historia de Peñarol no se merece esta afrenta. Ni siquiera merece que esté el tema arriba de la mesa.

Sus cinco Libertadores, sus tres Intercontinentales y el resto de sus gloriosas conquistas no pueden empañarse por la pequeñez de no jugar o salir a perder un partido por la eventual posibilidad de darle un Apertura a Nacional. ¡Un Apertura!

Y encima, Peñarol puede darle esa bofetada a su historia y Nacional salir campeón igual. Una demencia.

Es cierto que algún hincha puede decir que prefiere perder, pero en contraposición hay miles de pibes que juegan en los campitos con su camiseta o de veteranos que se pelean en su trabajo por el equipo y que matarían por, aunque más no sea un minuto, entrar a una cancha a jugar un partido con la camiseta de Peñarol y jugar para ganar. Ese sentimiento deben respetar los jugadores.

La decisión es responsabilidad de los dirigentes, los jugadores y el cuerpo técnico. Se entiende que los dirigentes son hinchas pero no pueden tomar la decisión con la liviandad de alguien que habla en una encuesta televisiva.

El dirigente Daniel Benech dijo que como hincha siempre quiso que si Peñarol no sale campeón salga cualquiera menos Nacional y que no quiere poner en el aprieto a los jugadores de tener que salir a jugar por eso su idea es “no presentar el equipo”. Pero Benech ahora es dirigente.

¿Cuál es el mensaje que se entrega con estas declaraciones? Una cosa es que los dirigentes de los grandes siempre quieran salir campeón o que no salga su rival clásico y otra es que el fin justifique los medios. No es un buen mensaje en momentos en los que se pide un fútbol sin violencia.

Los jugadores y los técnicos son profesionales. Tanto para exigir el pase al fútbol europeo porque en el club cumplió una etapa como para salir a ganar siempre. No sirve dejar de lado el profesionalismo cuando se apela al amor por los colores y utilizarlo para pedir el pase que los hace millonarios.

Y más cuando en este plantel hay jugadores que se fueron de la peor manera de Peñarol y que volvieron luego del acuerdo con Casal pero que antes dejaron tirado al club u otros que vienen por seis meses y después vuelan para otros equipos.

Peñarol se tiene que preocupar por encontrar los motivos por los cuales en lo que va del siglo ganó un Campeonato Uruguayo cuando Nacional ganó cuatro, no por entregarle los torneos a quienes definen con Nacional.

Por supuesto que los hinchas disfrazados de periodistas también juegan su partido. Los mismos que dicen que el fútbol debe ser limpio y creíble declaran sin rubores que, en esa situación, no querrían que su equipo gane. Pero después elogian a Carrasco en aquel recordado partido ante Defensor en el que Juan Ramón hizo lo que tenía que hacer en una situación mucho más complicada porque había un quinquenio en discusión y porque perder le convenía deportivamente.

Pero en este caso ni siquiera hay un beneficio deportivo porque si Peñarol no le gana a Danubio puede quedar 10 puntos debajo de Nacional y nueve debajo de Danubio en la tabla anual que es la que decide campeonatos. La contundencia de los números lo demuestra. Desde que la tabla Anual tiene incidencia en la definición, el Uruguayo siempre lo ganó el que sumó más puntos en el año. Un detalle más pragmático por si los otros argumentos no convencen.

Peñarol tuvo su gran oportunidad para que Nacional no saliera campeón. Lo enfrentó el domingo. Pero perdió. Ahora por el bien del fútbol y de su historia que juegue y que salga a ganar.



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