Hasta hace algunos años, mucho antes de que se empezaran a colar películas eróticas berretas en la medianoche del antiguo canal 13 del cable, Cinemax se destacaba de sus pares, HBO y Cinecanal, por ofrecer cortos y largometrajes que superaban la oferta de Hollywood. Gracias a las múltiples variaciones “Max” se podían ver obras europeas, asiáticas y de América Latina que jamás llegarían al videoclub local. Además, en esa misma cadena se podía disfrutar de películas añejas de arte y ensayo y de un cuantioso catálogo de ficciones estadounidenses no-hollywoodenses. Con Europa-Europa y el 13 bastaba. Se podía ser feliz.
Como HBO, Cinemax pertenece al grupo Time Warner. Según www.hbomax.com, Cinemax programa “lo mejor del cine internacional y alternativo”. Pero, como bien sabe el espectador, desde hace un buen tiempo la cadena ofrece más de lo mismo.
En estas líneas no hay amargura ni resentimiento. Hay que aceptar lo que no se controla, ¿no? No sé. Depende del caso. Para sorpresa de quien redacta, las películas que ofrece Cinemax se están dando en castellano. Todo es exhibido en “español neutro” –un concepto imposible-. Esa medida tiene pros y contras. Puede ser razonable para un espectador que no maneja otros idiomas o que es medio vago con los subtítulos. Hasta ahí todo ok. Lo que es ridículo es que se programen los films argentinos doblados con modismos mexicanos.
No sé si es responsabilidad de Cinemax o de los proveedores de cable local que no se pueda volver a la pista de audio original. Poco me importa saber el autor de la genialidad: me importa el crimen. Alzo mi copa por ustedes, muchachos. De verdad. Terminaron de matar a un canal que le dio mucho al cinéfilo de bolsillo. Felicitaciones por incentivar la homogenización del español. Gracias por dañar al cine regional.
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