El hombre, tratado por la enfermedad de Parkinson, vio como su comportamiento cambiaba radicalmente, según sus abogados, tras la administración en 2003 de este fármaco destinado a estimular la producción de dopamina.
Casado y padre de dos hijos, este hombre de 51 años de edad, desarrolló una adicción al juego que lo llevó a dilapidar sus ahorros y a robar, y a una hipersexualidad que lo condujo a exhibirse en internet, a travestirse y a mantener relaciones sexuales compulsivas.
Su comportamiento cambió en cuanto cesó el tratamiento en 2005, luego de ser sancionado en el trabajo y de sufrir un "traumatismo psicológico mayor causado por esos episodios de hipersexualidad y de juego patológico", según los abogados, que se apoyan en varios dictámenes.
El demandante, que hizo tres tentativas de suicidio, pide 450.000 euros de daños e intereses al laboratorio, al que acusa de haber comercializado un medicamento "defectuoso", y a su neurólogo, que podría haber "faltado a su obligación de informar".
Los efectos indeseables incriminados no fueron mencionados en el prospecto de Requip hasta 2006, cuando ya eran conocidos desde hace años, según los abogados del demandante.