Lazos de Sangre narra la historia de Ree (Jennifer Lawrence), una joven de 17 años que debe sostener un hogar conformado por sus dos hermanos chicos y una madre dopada, con severos problemas psiquiátricos.
El nuevo largometraje de la directora y guionista Debra Granik (Down to the Bone) ubica al espectador en una pequeña y pobre comunidad de Missouri. Un lugar en el que todos parecen ser parientes, y en el que la TV es el máximo proveedor cultural.
El sheriff anda en busca del padre de Ree, supuestamente el viejo volvió a montar un laboratorio para producir metanfetamina y, a consecuencia de eso, debería presentarse ante el juez. Si se ausentara en la corte, la familia de Ree perdería la casa, ya que su padre la hipotecó para pagar su fianza. Ante esa situación, Ree se ve forzada a ir en contra de los consejos de los vecinos y los clanes familiares: tiene que encontrar a su papá; debe saber si está vivo o muerto.

Como tantas otras películas, el segundo largo de Debra Granik propone subrayados musicales innecesarios y, quizá, no abandona su historia a tiempo. De todos modos, Lazos de Sangre (nominada a las categorías de mejor película, mejor guión adaptado, mejor actriz protagónica y mejor actor de reparto) es una obra valiosa, poco industrial, que examina las sombras del “American Dream” y que ofrece mucho -sobre la vida rural, la consanguinidad, la producción de drogas como salida laboral, las estructuras militares estadounidenses y la insuficiencia de la educación pública- cuando no intenta enfatizar.
Lazos de Sangre
(Winter’s Bone, 2010, 100’)
Dirección y guión: Debra Granik
Intérpretes: Dale Dickey, Garret Dillahunt, Jennifer Lawrence, John Hawkes, Kevin Breznahan
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