Solo el 6% de los jóvenes pobres termina el liceo

De 100 uruguayos que comienzan la escuela, sólo 39 terminan Bachillerato, mientras los niveles de desigualdad educativa en Uruguay son de los más altos de América Latina. Los jóvenes pobres de Argentina y Chile tienen mayores porcentajes de egreso que los uruguayos de clase media.

Actualizado: 17 de febrero de 2011 —  Por: Redacción 180

Solo el 6% de los jóvenes pobres termina el liceo

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Esas son algunas de las conclusiones del informe: “La universalización de la educación media en Uruguay. Tendencias, asignaturas pendientes y retos a futuro”, una investigación de Unicef, a cargo de Gustavo de Armas y Alejandro Retamoso.

El informe muestra las diferencias en los resultados educativos según el contexto social y económico de los estudiantes. Esa desigualdad es de las más altas de América Latina. Así lo explicó a No toquen nada el sociólogo De Armas, especialista en políticas públicas de Unicef.

“Si nosotros tomamos la tasa promedio de egreso de la educación media superior en los barrios de mayores ingresos de Montevideo está en el entorno del 81%. En cambio, en los cuatro barrios de menores ingresos de Montevideo, en promedio, culmina el 11%. Esa brecha entre los más ricos y los más pobres es de las más grandes que se observan en el conjunto de América Latina”, explicó De Armas.

El sociólogo comparó los egresos de los jóvenes pobres argentinos y chilenos con los egresos de los jóvenes uruguayos que no son pobres. “Los jóvenes que no viven en situación de pobreza en Uruguay presentan niveles de finalización o culminación de la educación media superior más bajos a los de los jóvenes que sí viven en situación de pobreza de Argentina y Chile. Si nosotros tomamos a la población de 20 a 24 años de edad en Chile, en situación de pobreza, el 60% de ellos termina la educación superior”, dijo De Armas.

En Argentina, en tanto, el 42% de los jóvenes de esa edad de hogares pobres culmina la educación media superior. “El porcentaje en Uruguay, en los jóvenes de esas edades que no viven en situación de pobreza, es menor: 36%. Y el porcentaje de jóvenes en situación de pobreza que la culminaron es de apenas 6%. Este es un dato absolutamente alarmante”, afirmó.

El informe estudia la relación histórica entre matrícula e inversión en educación y plantea problemáticas estructurales. El documento concluye que Uruguay “no acompañó o no pudo acompañar” la expansión de la matrícula en Educación Secundaria.

“Si bien es cierto que Uruguay ha hecho un esfuerzo muy importante en incrementar el gasto público destinado a la educación y en particular el destinado a la educación básica y media, por ende también a la educación secundaria, si observamos la evolución a lo largo del Siglo XX, fácilmente podemos advertir que en la segunda mitad de ese siglo la inversión en educación creció a un ritmo menor del que la sociedad demandaba. Entre 1912 y 2008, mientras la población estudiantil se multiplicó por 33 en relación a la población total del país, el número de establecimientos liceales se multiplicó por 22 y el gasto público destinado a la educación secundaria como porcentaje del PBI se multiplicó por 11”.

La investigación aborda el problema actual de la deserción liceal:

de cada 100 niños que ingresaron a la escuela, 96 terminan Primaria; 71 terminan Ciclo Básico y 39 terminan Bachillerato

Según De Armas los momentos más críticos son los pasajes de un ciclo a otro: de la escuela al liceo, de Ciclo Básico a Bachillerato y de este al nivel terciario. “Del 30% que no logra terminar la educación media básica, práctiamente la mitad no apruba ni siquiera un año”, afirmó el investigador.

El estudio también recoge las percepciones de los jóvenes que abandonaron la educación media, basándose en la Encuesta Nacional de Adolescencia y Juventud, de 2009.

Según el documento, la mayoría de los jóvenes dice que abandonó el liceo por razones educativas y no por motivos personales o de contexto socio económico. “Plantean respuestas del tipo de que la educación no les interesaba, que creían que no iban a poder estudiar o que no iban a tener capacidad para seguir estudiando. Decían que las cosas que les enseñan no les sirven. Daban razones que refieren al universo de variables educativas, no razones económicas o socioeconómicas. Por ejemplo, el trabajo de los adolescentes, la insuficiencia de recursos para poder acceder a la educación o razones personales como formar una familia o quedar embarazadas. Ese tipo de respuestas aparecen pero el resto de las respuesta refiere a fenómenos educativos”, afirmó.