Mi ilusión era convertirme en un “Yosiempiezoalgolotermino”. Y creí que iba a pasar, pero no sucedió. Y ahora quiero valorarme así como soy.
De chica me encantaba ir al río, pero a mamá le embolaba llevarme. Me decía: “si lavás todos los pisos te llevo”. Y yo arrancaba con todo el ímpetu y mucho detergente, mucha espuma y todo… Pero antes de llegar al baño me cansaba, me aburría, dejaba todo enjabonado y me sentaba nomás…
Muchas veces venía Joselito (el hijo del almacenero de al lado) y los terminaba él y mamá nos llevaba a los dos.

Porque aunque no se vea el producto final previsible, ahí hay un aporte energético que se hace al Universo ¿o no? Y si se mira de otra forma, el que tiene que terminarlo solo debe poner el 50% de la energía. Como Joselito en el ejemplo del río, sin ir más lejos.
Ahora nomás me pasa que, desde que encontré el sitio de ver pelis online que se corta a los 72 minutos, he agarrado la onda de verlas hasta ahí... No veo finales, pero me los imagino ¿Y qué? He visto muchos más comienzos que los “todolotermino”. Algún valor tiene que tener eso…
Otro ejemplo: me anoté en el club para aprender a nadar, pero me aburrí de intentar respirar y patalear y todo a la vez. Entonces sigo yendo a la piscina, pero agarro siempre el panchito de polifón que te dan al principio para flotar. Si algún profe me comenta algo en el sentido de avanzar sola, miento que estoy empezando ese día. Porque… si puedo andar con el panchito, ¿por qué hay que aprender a nadar del todo? ¿eh?
Necesito un soporte filosófico, alguien que me ayude a gritar con orgullo: “Yo, si empiezo algo, no lo termino jamás”. Soy coherente. Incluso si hablamos de amores. Lástima que en ese plano siempre me cruzo con algún Joselito que viene y le pone fin.
Ilustración: Oscar Scotellaro