Disfraces para el frío

No quieren darle la espalda a los temas tristes, pero muchas veces terminan creando las canciones más cálidas. Disfraces para el frío es el tercer disco de Buceo Invisible, que se presentará este sábado en la Sala Zitarrosa. Tres de los once integrantes de esta banda que no se define como banda conversaron con 180 sobre su historia y su mirada del arte.

Actualizado: 02 de setiembre de 2011 —  Por: Clara Esmoris

Disfraces para el frío

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Se definen como un colectivo multidisciplinario, aunque saben que es imposible describirse en dos palabras. Porque Buceo invisible es una banda de música, un grupo de poetas, un conglomerado de artistas visuales, una compañía de arte escénico y a la vez no es ninguna de esas cosas, sino el resultado de sumar todas. Cuando este resultado se presenta en el escenario, ellos lo llaman “muestras”.

Sus canciones están cargadas de ambientes que a cualquier montevideano le resultarían familiares. La melancolía, a veces inquietante, a veces acogedora, es una línea que atraviesa casi todo este tercer álbum, Disfraces para el frío. La influencia de Darnauchans es palpable en una banda cuyos integrantes encuentran sus puntos comunes en grupos como Pink Floyd, Radiohead, Bob Dylan, Leonard Cohen, Lou Reed y los islandeses de Sigur Rós.

Amigos desde la infancia en el barrio Buceo la mayoría de ellos, cuando terminaron el liceo –en 1997– decidieron que querían hacer algo juntos. Sí, tenía que ser algo que involucrara las necesidades artísticas de cada uno pero, antes de pensar en el producto, primero les importaba que fuera algo de todos.

Marcos: Y eso tenía que ver con hacer algo con poesía, música y plástica, porque era lo que hacíamos. Ya habíamos pasado por bandas, Seba estaba pintando y dibujando y no queríamos reducir lo que hacíamos a propuestas que tienen ciertas conservas culturales, tanto de artistas plásticos como de poetas que participan en tertulias y tienen una forma de leer y un énfasis y demás.

Otra de las cosas que se avizoraban en el 97 era algo parecido a la época actual: un auge de la cuestión del consumo, del cero kilómetro, de la gente comprando. También veíamos a futuro que las personas, cuando envejecían, tenían cada vez menos espacios de producción, de agenciamiento de sus deseos, y que todo se terminaba reduciendo a un asado en los fines de año o a mirar fútbol y a mamarse, que no está mal, pero no queríamos que fuera lo único.

Así que las primeras reuniones fueron los domingos de noche, aprovechando que es el día más difícil de remontar y el más improductivo. Tuvieron momentos de cine, de música, hicieron talleres de psicodrama, trabajaron con máscaras e incluso sacaron un fanzine que se llamó “El corazón reversible”.

“Los domingos/ Cuando llueve los domingos/ Cuando llueve/ Es todo igual

Cuando llego/ Y estoy solo cuando miro/ Y estoy solo/ De verdad/

En la lluvia/ Mis disfraces en la lluvia/ Mis disfraces/ No sirven más”

Dice la primera canción –“Domingo”– del primer disco –Música para niños tristes– de esta banda que eligió poner el nombre de su barrio en su propio nombre.

En el living de Marcos Barcellos –poeta de Buceo Invisible y voz en algunos temas– están, además de él, su hermano Santiago, también poeta y voz, y Fabián Cota, guitarra, bajo y percusión.

Santiago: A final de ese año hicimos nuestro primer cassette, que básicamente eran canciones de Diego (voz, guitarras, teclados, mandolina, metalofón, percusión, flauta dulce) cantadas solo con guitarra y diseñamos lo que llamamos “muestras”. Fue en un sótano recuperado. Trabajábamos mucho con diapositivas, la palabra dicha y la palabra cantada. Todo guionado. Y esa fue la forma que encontramos de mostrar lo que hacíamos.

Se fueron haciendo conocidos mientras tocaban en estos lugares “alternativos”, como casas abandonadas y sótanos venidos a menos, y además no cobraban entrada hasta que empezaron a perder demasiada plata. Esto era así porque “era lo que había”, pero hoy consideran que es parte de su ADN.

Marcos: La gente mira su adolescencia con cariño, pero los noventas eran una época muy árida para hacer cualquier cosa. Era todo más complicado que ahora. Y no es que ahora sea sencillo, pero en aquel momento tenías que tocar puertas y toparte con cuestiones burocráticas y para nosotros era más sencillo inventar algo que andar mandando una carta, tener que explicar quién sos y qué hacés. ¿Y por qué tenés que hacer eso con gente que de repente no tiene nada que ver contigo ni con lo que hacés y querés mostrar? Es como una especie de pedido de permiso.

Santiago: Y además Buceo Invisible no es una banda, no podés hacer muestras en cualquier lado.

Hoy en día el colectivo tiene alrededor de 12 integrantes. En escena aparecen cinco músicos y dos poetas, pero también la componen quienes se encargan de los videos, el diseño, la plástica, la escenografía y las luces.

Marcos: Tratamos de que cada cosa tenga su aporte. Obviamente no está dividido en partes iguales, pero tratamos de que si hay cinco minutos de poesía, que sean centrales mientras duran. Y que si hay una intencionalidad de la luz, que no es simplemente para iluminar, que no se vea como un servicio técnico, que haga a la cosa.

Suele escucharse que la música de Buceo Invisible es triste y que tira para abajo. Sin embargo, en los tres discos hay canciones cálidas y temas que crean atmósferas acogedoras, aunque la mayoría de las veces la melancolía se cuele entre verso y acorde.

Marcos: El rótulo "triste" no nos lo pusimos nosotros ni lo tratamos de cultivar. Yo creo que hay una veta de cosas que cuando uno pasa raya, te hacen sentir mejor, no peor.

Fabián: Y parece que cuando algo es sensible, tiene que ser triste u oscuro. Nadie vincula mucho la felicidad con la sensibilidad.

Marcos: Vivir tiene que ver con el dolor y con la tristeza. Y el que se sumerja en el trabajo de Buceo Invisible va a encontrar muchísimas cosas luminosas, lo que pasa es que no esquivamos los otros costados, porque nos parece que son cosas que se tienen que hablar. Cuando hablamos de música estamos hablando de arte, y el arte tiene que ver con cosas humanas. Esta cuestión de la música que es para arriba y la que es para abajo, del bajón… Andá a pedirle a Picasso que te pinte cosas alegres. Me parece una cuestión reduccionista y estúpida plantear esa dicotomía pensando en cualquier cosa de la vida, pero más en la cuestión artística; es como un criterio subnormal decir “a ver, voy a hacer una descomposición de lo tuyo y voy a ver cuánta tristeza encuentro”. Parece parte de una lógica maníaca de que siempre todo sea para arriba.

Santiago: Yo creo que inclusive en nuestros trabajos se busca a veces que haya un balance. Las letras pueden ser más profundas y la música hace un contrapunto, como en Domingo, por ejemplo. Además las cosas que yo más escucho y me conmueven son las que no esquivan eso. Capaz son más reducidas a determinado ambiente.

Marcos: Somos conscientes de que no nos van a bailar en los cumpleaños de quince.

¿Existe una finalidad reivindicativa, de que la gente se dé cuenta de algo?

Marcos: Si hacés algo, siempre tenés presente al otro, pero es distinto a decir que manejamos una intencionalidad de producirle esto o aquello. Hacemos esto porque es lo que nos sale y lo que sentimos. Y sí, existe la intencionalidad de generar resonancia en el otro, pero no de bajar línea. No es un plan que uno traza, no es “nosotros sabemos por dónde es el camino y les estamos transmitiendo eso”. No, no sabemos por dónde es el camino y la mayoría de las veces estamos confundidos y no sabemos muy bien nada, y tenemos algunos hallazgos que nos parecen hermosos y queremos transmitirlos, pero no como una noción de verdad.

Fabián: En las muestras no hay nada que quede explícito.

Marcos: No vas a encontrar una linealidad en la muestra. Hay una construcción cuyos sentidos muchas veces se nos escapan a nosotros mismos. De repente viene alguien y te hace una devolución y ahí te das cuenta.

Disfraces para el frío tiene una tapa que desmentiría cualquier acusación de tristeza. Diseñada por Sebastián Santana, sobre un fondo fucsia se ven dos piernas dibujadas en amarillo. El resto del cuerpo se borronea y queda invisible.

Marcos: Se llama así porque uno de nosotros tiró un verso por casualidad, que tenía que ver con el frío y con los disfraces, y todos sentimos que ese era el nombre. Después nos dimos cuenta de muchas más conexiones.

Santiago: Una cosa que nos gusta es que puede tener muchas lecturas. Y suena bien. Capaz también es pensar en el frío, no solamente como el que viene de afuera, sino también en el de adentro de uno.

Marcos: Diego en un momento dijo “en realidad, todo lo que hacemos nosotros son disfraces para el frío”.

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La muestra es el sábado 3 de setiembre a las 21:30 horas en la Sala Zitarrosa.

La entrada se puede comprar en Red Uts y sale 200 pesos.

buceoinvisible.com