“Es una revista que no tiene miedo de ser paloma, que la traten de cool, nada”, dijo Victoria Melián, editora de Bla.
¿De dónde salió Bla?
En los años 2000 a 2003 nacieron esas pequeñas revistas de distribución gratuita como Pimba, Neo, Freeway, que fueron, sobre todo, una expresión generacional de unas personas que por primera vez eran independientes, en términos tecnológicos, para editar sus revistas. Generalmente se hacía desde lo cultural y desde el humor. Eso es un antecedente importante porque dos de los directores de Bla eran las personas que editaban Neo.
Pero Bla no es la expresión de unos amigos que quieren decirle cosas al mundo porque tienen energía. Bla fue concebida como un negocio editorial.
Querían escribir sobre tecnología, urbanismo, arquitectura, gastronomía, moda; tener personajes entrevistados y analizar temas de actualidad.
Percibimos que había espacio para un periodismo que no se estaba haciendo y que no estaba asociado necesariamente a un consumidor femenino, que era lo que sí había. Empezar a escribir sobre lo que nosotros concebíamos que era la ecología, lejos de “salven a los pingüinos”, porque la ecología como material de consumo no es más eso. ¿Por qué todos tomamos agua embotellada ahora? ¿Por qué nadie puede salir de su casa sin la botellita? ¿Por qué las mochilas vienen con el bolsillo para colocarla? A nosotros nos parecía que ciertos temas ligados a la cultura de consumo tenían que ver con esto. Y así nació Bla.
Como en todo proyecto recién nacido, al principio eran poquitos y trabajaban desde sus casas. Tener laptop no era algo evidente y Facebook no había explotado en Uruguay. A medida que el proyecto fue creciendo, hubo nuevas incorporaciones y más colaboradores especializados.
¿Cómo fue evolucionando el perfil de la revista? ¿Cuál es el entrevistado Bla?
Al principio cubríamos mucho más internacional –que no fuera política o economía– que local, y ahora eso se invirtió porque somos más y podemos cubrir más.
El perfil del entrevistado se fue definiendo solo. Son personas creativas, poco masivas… ese delicado equilibrio de alguien que no es todavía una cara vista en todos lados, pero que tampoco es ultra under cuyo trabajo llega a cinco personas. También son personas que nos caen bien.
¿Cómo ha respondido el público a esto?
Recibimos muchos mensajes con cariño, pero otras muchas veces hay público que no está de acuerdo con determinadas decisiones. Por ejemplo, cuando sacamos el número de las chiquilinas en el mundial –cuando terminó el mundial, en agosto, salió un número con un montón de personalidades de la TV que “posaron sexy” en homenaje a la selección–, fue un número que se agotó tres veces, fue arrollador, colapsó la página web, pero hubo gente a la que no le gustó, que dijo que era sexista y demás.
Claudia Fernández fue tres veces tapa de Bla. En la primera etapa ella había firmado con Gerardo Sofovich y se iba a Buenos Aires, era Claudia a un minuto de ser Claudia. Y la tapa –con estética Madonna– llamó mucho la atención, porque ella no era vista de esta manera. Dos años más tarde salió con su perfil vedette, y este año salió para el número del día de la madre, hablando de su vida desde otro lado. Y hay gente a la que le parece sexista que publiquemos que dice que lo mejor que tiene son su marido y su hija y cocinarles ravioles. Para nosotros es una persona que hizo muy inteligentemente su carrera y eso nos parece valioso, además de que es una persona encantadora, muy profesional y maneja a la cámara como quiere, algo que no es común acá.
El número 50 de Bla salió en 3D y vino con sus respectivos lentes. En la tapa, una escultura en papel de Adela Casacuberta. En el interior, las fotos de los entrevistados, paisajes, personajes y la mayor parte de la publicidad provocaban que la gente mirara con cara de “qué ridículo” al que iba en el ómnibus ojeando una revista con esos lentes puestos.
Me hace gracia lo del 3D porque el impacto que tuvo no lo esperaba nadie acá adentro. Sí esperábamos que fuera un número importante, porque lo hicimos con mucho cariño y nos dimos todos los gustos. Pero hay mucha gente que jamás lee Bla porque la ven como “esta pavada de la moda y no sé qué”, que se enganchó con el 3D. Y los niños ni que hablar.
Salió en setiembre y en él se pudo leer un especial por los 20 años de Nevermind, una entrevista en Montevideo a Michal Znaniecki, que montó más de 140 óperas, una entrevista a Marcos Gorbán, productor de Gran Hermano Argentina y VideoMatch, adelantos de libros varios, una entrevista a Daniel Carreño, un cuento de Dani Umpi, uno de Inés Bortagaray y uno de Mercedes Estramil, y 50 minientrevistas a personalidades uruguayas.
Estábamos contentos porque cumplíamos 50 y queríamos poner todo lo que nos gustaba. Cuentos de escritores que nos encantan y son la literatura uruguaya de hoy. No pretenciosa, no depresiva. Pusimos a tres gallegos que todavía cocinan en bares. Nos gustan mucho los bares, nos encanta comer, nos encanta esa gente. Pusimos nuestra panadería porque pensamos que el pan está en peligro y que es muy importante la defensa del pan de panadería. Pusimos una fábrica de pastas porque es muy valioso que puedas comerte un raviol fresco y que no te salga el precio de una trufa.
Bla no es una revista de tendencias, es una revista. Una revista de tendencias está más orientada al consumo, en un nivel más vanguardista y mucho más artie. Nosotros no vamos a ser una revista donde hay ocho páginas de una mujer negra vestida con un traje de neopreno naranja fluo.
Cuando Bla nació en 2007, todavía quedaban resabios de una visión cool que tenía mucho que ver con el gadget y la alta tecnología, la fiesta de electrónica… después el estilo de vida cambió mucho. Y nadie puede ser cool las 24 horas, en algún momento tenés que ir al súper y comprarte un yogur, y nosotros te podemos decir cuál es el yogur que nos parece que está bueno.