Vicky Cristina Barcelona ****
Drama que se permite el humor. 96 minutos, España-EE.UU., 2008
Director Woody Allen
Intérpretes Scarlett Johansson, Penélope Cruz, Javier Bardem, Rebecca Hall, Patricia Clarkson
A lo largo de su carrera, Woody Allen ha jugado con el documental (Zelig y, parcialmente, Robó, Huyó y lo Pescaron) el biopic (Dulce y Melancólico), el thriller policial (Misterioso asesinato en Manhattan, Broadway Danny Rose, La Maldición del Escorpión de Jade, Scoop: Primicia), la ciencia ficción (El Dormilón), el musical (Todos dicen te quiero), la estética expresionista (Sombras y Nieblas), las películas de gángster (Disparos sobre Broadway), la parodia (Bananas), el refrite (La Vida y todo lo Demás, Melinda y Melinda) y el refrite refinado (Los Secretos de Harry).
Además, ha concretado comedias absurdas (Comedia sexual de una noche de verano, Edipo Reprimido), románticas (Manhattan, Annie Hall), melancólicas (Días de radio) y con rasgos surrealistas (Recuerdos, La Rosa Púrpura del Cairo, Poderosa Afrodita).
Por amor a Bergman o a la posteridad, rodó los dramas: Interiores, Setiembre y Otra Mujer (obligatorio para los fanáticos de Gena Rowlands). Tres películas que, a diferencia de la dupla trágica-británica, Match Point y Cassandra’s Dream, no fueron bien recibidas por sus fans.
Desde 2005, Allan Stewart Konigsberg –alias Woody- viene trabajado fuera de contexto: casi sin remordimientos, enrocó Manhattan por Londres, y esa llamativa desviación provocó que el humor dialógico-arrollador que caracteriza a su obra, fuera abandonado por el tempo, la elegancia y la ironía del inglés británico.
Vicky Cristina Barcelona es su penúltimo largo y, hasta ahora, su último experimento europeo (Whatever Works se estrena este año y transcurre en la Gran Manzana). Allí una voz en off literaria (e innecesaria) enfrenta a personajes dicotómicos y estadounidenses a una España bohemia, que parece concentrar al Deseo en un pintor y su ex pareja.
Como explicitan los avances del film, esta ficción contiene a dos figuras geométricas de la pasión: el triángulo y, por qué no, el rectángulo amoroso. El voyeur podrá disfrutar de una generosa variedad de colisiones del bajo vientre: Scarlett Johansson y Javier Bardem, Johansson y Penélope Cruz, Bardem y Cruz (¿los recuerdan en Jamón, Jamón?), Cruz, Bardem y Johansson y, a no olvidar, Rebecca Hall versus Javier Bardem.
Pero todo eso es mero condimento para un drama que insiste en interrogar la amistad, el rol del arte y la filosofía (la búsqueda del buen vivir y la sabiduría), el amor y, por supuesto, la imposibilidad de ser feliz.
Lo genial de Vicky Cristina Barcelona no está en la banda sonora, los gags de Allen ni en el trabajo del director de fotografía Carlo Di Palma. Lo invaluable de este texto visual se concentra en las secuencias de improvisación de Cruz y Bardem, en su exceso, en la lubricación que le da el español a la locura.
François Truffaut solía repetir que el cine es el arte de la mujer, o sea, de la actriz y que, justamente por eso, “el cometido del director consiste en conseguir que las mujeres hagan cosas hermosas”. En la penúltima obra de Woody Allen, Penélope Cruz no hace cosas hermosas, es una belleza quebrada que consigue estar a la altura de Fanny Ardant, Gena Rowlands y Monica Vitti.
A no dudarlo, estimados lectores, esta peli no decepciona.
PS: Junto firmas para que la chica Almodóvar se lleve el Oscar.
Las opiniones vertidas en las columnas son responsabilidad de los autores y no reflejan necesariamente posiciones del Portal 180.