Castillo: “teníamos la obligación de romper el silencio”

“Me cuesta digerir que cinco personas que integran el Consejo Directivo se hayan atrevido a expulsarme de una cosa que contribuimos a crear”, le dijo Ney Castillo a 180 tras ser separado de su cargo en la Fundación Peluffo Giguens. El médico fue echado por diferencias con la mayoría de la Dirección de la organización que comanda el principal centro de oncología infantil del país.

Actualizado: 26 de diciembre de 2011 —  Por: Mauricio Erramuspe

Castillo: “teníamos la obligación de romper el silencio”

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Castillo sigue siendo director del Servicio de Hemato-Oncológico Pediátrico del Hospital Pereira Rossell ya que ese es un cargo de Salud Pública. Fue removido de sus responsabilidades como médico en la Fundación Peluffo Giguens, de la que fue uno de los fundadores.

Hace cuatro años que Castillo y el resto del cuerpo médico y de enfermeros de la Fundación mantienen diferencias con la dirección. Cuestionan que se destine una parte importante del presupuesto a objetivos que no están entre las funciones básicas para las que fue creada la Fundación.

Puntualmente denuncian que mientras no se ha podido avanzar en la mejora de la atención de la leucemia o de cánceres ginecológicos y de mama, se está construyendo un Centro de Telemedicina. En ese edificio se realizarían teleconferencias y los médicos podrían consultar a profesionales y servicios del primer mundo. La inversión, cercana a los dos millones de dólares, según dijo Castillo a 180, fue promovida por Jorge Bartesaghi, actual presidente de la Fundación. Este lunes, Castillo y el resto del personal técnico pidieron la renuncia de Bartesaghi.

Estas diferencias tomaron estado público en una nota en Búsqueda, el jueves 22, y este lunes 26 Castillo fue separado del cargo. En declaraciones a la prensa, Bartesaghi afirmó que se tomaba la decisión porque los dichos de Castillo eran falsos y habían desprestigiado a la institución.

Una vez conocida la denuncia, Castillo dialogó con 180. La primera aclaración que hizo es que esta polémica no repercute en la atención de los niños, garantizada en todo momento, dijo.

¿Cómo está viviendo esta situación a nivel personal?

Con tristeza porque evidentemente no era lo que buscábamos y además me cuesta digerir que cinco personas que integran el Consejo Directivo se hayan atrevido a expulsarme de una cosa que contribuimos a crear, a crecer y a prestigiar.

¿Hay algún mecanismo como para que se pueda rever esta decisión?

Yo creo que la conciencia de ellos va a ser más importante que los mecanismos que pueda haber para dar vuelta la medida. Fijate que hay algunos miembros que han votado por esta medida que en dos años han venido tres veces. La importancia que uno le puede dar a esa medida es relativa.

¿La principal diferencia surge por la construcción del Centro de Telemedicina?

No hablemos específicamente del Centro de Telemedicina. Cuando nosotros hacemos siete u ocho planteamientos de formas de inversión de los dineros que son prioritarios para acompasarnos al crecimiento y desarrollo de la oncología en el mundo, en vez de sentarse a pensar y construir en base a esos proyectos, se sale con una inversión millonaria que no tiene nada que ver con los actuales requerimientos de la oncología. Evidentemente nos desviamos de los objetivos fundacionales y nosotros tenemos la obligación, después de tres o cuatro años de estar explicando estas cosas, de un día romper el silencio.

¿Cuáles son puntualmente las carencias asistenciales?

Desde el año 2002 estamos tratando las leucemias de una forma en la que participamos con otros 30 países, sobre todo del mundo desarrollado exceptuando Estados Unidos: Alemania, Francia, Italia, Inglaterra, la República Checa, Polonia, Austria, etc. Esto requiere ciertos requisitos. Desde el año 2002 al 2009 cumplíamos con los requisitos y conseguimos en esa etapa mejorar la curación de la leucemia del 65 al 80% de los casos en niños. A partir del 2009 los requerimientos tecnológicos para seguir trabajando en ese grupo han aumentado, las exigencias son otras. Nosotros planteamos desde 2009 que necesitábamos una infraestructura y recursos humanos de los que hoy no disponemos. No hay respuesta. Sin embargo, evidentemente dinero hay porque estamos invirtiendo casi dos millones de dólares en una obra de telemedicina que no tiene nada que ver con las demandas que hacemos los médicos.

Pero hay otros ejemplos como (la necesidad de) una unidad de cuidados paliativos para atender a los niños que no se curan o complementar la radioterapia del hospital. Hoy hay modalidades que no están en el hospital y podrían beneficiar no solo a los niños sino a las madres que se atienden acá por cánceres ginecológicos o de mama. Hay cantidad de inversiones que son afines a lo que nosotros hacemos, para lo cual la Fundación administra los dineros que recibe y que no se cumplen.

¿Estas decisiones son internas de la Fundación, no hay allí intervención del Estado?

Exactamente, la Dirección de la Fundación administra los dineros que recibe de la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE) y de las donaciones con el objetivo fundacional que es mejorar la atención de los niños con cáncer.

¿Hay alguna instancia de diálogo a partir de ahora como para acercar posiciones?

Nosotros venimos hablando con el presidente hace cuatro años de todos estos temas. No es que hoy hubo un problema. Lo único que pasó esta semana es que nosotros valoramos si seguíamos sentados tranquilamente, cobrando nuestro sueldo y acallando nuestra conciencia o salíamos a decir las cosas que están pasando. Después de cuatro años decidimos no ser cómplices con nuestro silencio de que las inversiones que se hacen no están acordes con las necesidades que tienen los niños. Ese es el motivo por el cual el doctor Castillo ha sido despedido.

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